Este 1 de enero un grupo de nuevos países se integra a los llamados BRICS, una unión conformada inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pasando a ser BRICS+. Estos países son Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. 

La decisión, tomada el pasado mes de agosto en su decimoquinta cumbre en Johannesburgo, tiene lugar después de que el grupo recibiera interés en unirse al bloque por parte de más de 40 países, que ven en los BRICS una oportunidad para el desarrollo de las economías emergentes y su hegemonía en el orden mundial. 

Otro país que había sido aceptado para integrarse al bloque es Argentina, pero su política internacional dio un giro con la llegada al poder del presidente Javier Milei, quien descartó esta opción.

¿QUÉ SON LOS BRICS?

Su acrónimo está formado por las iniciales de los países que originalmente formaron parte de este grupo dedicado a la geopolítica y la economía mundial, creado con la intención de hacer frente a otras coaliciones internacionales como el G7 para que los países emergentes tengan una representación relevante en el panorama mundial

Se trata de países que muestran un gran potencial de desarrollo, pero que se beneficiarían enormemente de obtener ayudas económicas y facilidades para abrirse a nuevos mercados internacionales. 

El término fue acuñado en 2001 por el economista Jim O’Neill en un documento de investigación que subrayaba este potencial de crecimiento, concretamente refiriéndose a Brasil, Rusia, India y China, los miembros fundadores de esta asociación. 

No obstante, no fue hasta 2006 cuando los ministros de Relaciones Exteriores de estos países tomaron la iniciativa de reunirse anualmente de manera informal, oficializando la creación del grupo unos años más tarde.

Uno de sus proyectos más destacados hasta la fecha es la creación en 2015 del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), una institución alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial con sede en Shanghái que ha invertido más de 30.000 millones de dólares en distintas economías en desarrollo. 

Se trata de una organización que funciona por consenso y, por tanto, cualquier decisión será tomada llegando al acuerdo entre todos sus miembros, una cuestión que no siempre es posible debido fundamentalmente a la diferencia de intereses entre sus integrantes. 

En cuanto a la presidencia de los BRICS, los distintos países miembro ejercen la presidencia de forma rotativa durante un año, siendo también el país que preside el encargado de dirigir la cumbre anual. 

¿POR QUÉ SE INCORPORAN NUEVOS PAÍSES?

Las relaciones internacionales y el sistema mundial tal y como los conocemos se inclinan hacia los Estados Unidos, la Unión Europea y China, tratados como centro de la economía global y otros aspectos, como el comercio, la justicia, el derecho o la agenda mediática.

Se trata de economías maduras, que ya han alcanzado su etapa de desarrollo y por tanto se encuentran más asentadas y su crecimiento económico y demográfico, por lo general, han desacelerado. 

En contraposición encontramos a los países con economías emergentes, como es el caso de los miembros de los BRICS+, que tienen mucho potencial de crecimiento económico, desarrollo de infraestructura y comercio, y sus poblaciones gozan de una mayor tasa de reproducción. 

Así, las potencias occidentales y asociaciones como el G7 han velado por sus propios intereses y han descuidado las necesidades de las economías en vías de desarrollo, que ven en los BRICS una alternativa al actual orden mundial y una oportunidad de obtener mayor representación a través de su incorporación en el grupo. 

Con la última ampliación de los BRICS, que es la segunda de su historia, este bloque pasa a tener 10 países miembros, con una importante representación en cuanto al PIB y población mundial pero que, además, todavía están en crecimiento.

¿QUÉ PASARÁ CON EL ORDEN MUNDIAL?

La entrada de nuevos actores a la estructura política y económica mundial supone, cuanto menos, un desafío para el sistema de liderazgo internacional que hemos visto durante las últimas décadas.

Algunos expertos indican que nos encontramos ante la deconstrucción, lenta pero progresiva, de un sistema organizativo instaurado tras la Segunda Guerra Mundial donde la hegemonía de un estado tenía mucha relevancia. 

En cuanto al bloque de los BRICS, aunque su futuro más allá de la ampliación es por ahora incierto, no es difícil vaticinar que su presencia en el escenario internacional irá, por ahora, al alza. 

Pero no solo los poderes están en juego: se introducirán en la agenda nuevos temas coincidiendo con las preocupaciones de un grupo más amplio de potencias: la proliferación nuclear, el estado del medio ambiente y la escasez de recursos, la inseguridad y conflictos bélicos, o los problemas sociales causados por la demanda de libertad y derechos civiles, entre otros. 

Asimismo la demografía de las naciones cambiará, motivado por las tasas de nacimiento tan distintas entre países y un mayor movimiento migratorio que proviene, en gran parte, de países emergentes en busca de prosperidad.

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