Una de las escenas que más ha marcado a una generación únicamente muestra dos vasos de agua. Según se acerca el plano, un retumbar lejano hace vibrar la superficie del líquido creando pequeñas ondas. Después de mostrar la angustia de las personas del interior del vehículo, el vaso se convierte en el protagonista y las ondas y el sonido cada vez suenan más cerca. La cabra que había atada a un poste desaparece y, tras esto, unas garras paseándose por la verja electrificada dan la seña para que comience el terror.

Muchas de las escenas de Parque Jurásico muestran a los dinosaurios como seres voraces e incansables. Aunque es cierto que, durante la caza o para defender su territorio, los animales pueden mostrar este tipo de comportamiento, no todo es violencia en la vida de un depredador. Si lo comparamos con la actualidad, los grandes carnívoros como los leones o tigres también pueden mostrar delicadeza con sus crías, y gracias al registro fósil y a las aves actuales, podemos tratar de inferir cómo los dinosaurios se comportaban con su descendencia.

Un cambio de mentalidad

La idea de que los dinosaurios podían ser buenos padres es antigua, pero se cimentó a finales de los años 70, cuando Jack Horner encontró un yacimiento muy especial. En él, había restos de decenas de huevos de dinosaurio, así como cáscaras y 15 individuos juveniles. Aunque encontrar nidos ya era un evento raro, la posición de las distintas capas restos llamó la atención de Horner, ya que parecían nidadas de distintas épocas apiladas unas sobre otras. Esto podía significar que los dinosaurios se desplazasen de forma estacional a aquel lugar para desovar.

Este comportamiento es el que se observa, por ejemplo, en las tortugas, que se desplazan a la playa donde nacieron y tras realizar la puesta abandonan el nido, pero había una pieza del puzle que no encajaba. En el yacimiento también se encontraron los restos de un adulto alrededor de los individuos juveniles. El dinosaurio, de 9 metros de longitud y que presentaba un pico similar a un pato, parecía estar allí cuidando de las crías, por lo que se denominó a la especie Maiasaura o “Buena madre lagarto”. Pero claro, una afirmación extraordinaria requiere de pruebas extraordinarias.

Los fósiles son los padres

Tras años de excavaciones se han encontrado otras especies de adultos en posición de anidación, como el Cicipati osmolskae, o “señor fúnebre de la hoguera de Halszka Osmólska”. Esta especie, de la familia de los ovirraptóridos, medía unos tres metros de longitud y era similar a los actuales emúes. Hace 75 millones de años, estos dinosaurios habitaban la actual Mongolia y para reproducirse, creaban nidos circulares en el terreno en los que se estima que ponían hasta 22 huevos. En la actualidad se han descubierto al menos 4 fósiles de Cicipati que parece que fallecieron empollando sus nidos.

Por el registro fósil, se sabe que al menos otros dos dinosaurios de la misma época presentaban los comportamientos descritos anteriormente. El Oviraptor, de la misma familia, obtuvo su desafortunado nombre “ladrón de huevos” por la posición en la que fue encontrado el único espécimen conocido. Cuando se produjo el hallazgo, el animal se encontró cerca de un nido fosilizado con 15 huevos. Como no se conocía el comportamiento de estos animales, automáticamente se pensó que el dinosaurio debía estar tratando de alimentarse de los huevos. Sin embargo, los estudios y las evidencias posteriores sugieren que no, que debía de tratarse de alguno de los padres defendiendo el nido.

Aunque sin duda, la mejor prueba hasta la fecha proviene del espécimen denominado LDNHMF2008. En este fósil se puede observar perfectamente la postura de cría que debían adoptar los oviraptorosaurios. El excepcional estado de conservación indica que las extremidades se doblaban y se dirigían hacia atrás, y así se cubrían los bordes de la puesta. El cuerpo del animal se situaba centrado encima de la puesta, muy cerca de los huevos para darles calor.

Analizando el comportamiento de un animal desaparecido

Todos estos comportamientos se pueden inferir a partir de la posición de los fósiles, pero lo ideal para averiguar cómo se reproducían los dinosaurios, exactamente, lo que sucede en la saga de Parque Jurásico. Si los científicos consiguiesen crear uno y observar cómo trata a sus crías se podría analizar el comportamiento de principio a fin. Lamentablemente no quedan grandes terópodos en nuestro planeta, ya que la extinción masiva del final del cretácico también marcó el fin de los dinosaurios no avianos. Pero en esas dos últimas palabras está la clave: no avianos. Las aves son los descendientes evolutivos de algunos de los antiguos dinosaurios que habitaban nuestro planeta, por lo que analizar su comportamiento puede ayudar a inferir si sus parientes eran o no buenos padres.

En aproximadamente el 90% de las aves actuales, los machos colaboran en el cuidado de descendencia, o bien durante el empolle, o para alimentar a los polluelos. Este hecho, sumado a que todo parece indicar que los restos de adultos de Oviraptor y Cicinati hallados eran machos, refuerzan la conclusión de que ambos sexos colaboraban para el cuidado de las crías.

Empollando el nido

Respecto a cómo, en el descubrimiento de LDNHMF2008, la posición del fósil sobre el nido puede recordar a la que adoptan los paleognatos, las actuales aves gigantes como los avestruces y emús. En estas especies, los machos tienen un papel fundamental en el cuidado de las crías. Durante el día, las hembras, de un color pardo, empollan los huevos, ya que sus colores se confunden con los marrones de la sabana. En las noches, en cambio, es el macho, de color negro, el que queda más camuflado, por lo que se convierte en el encargado de aportar el calor necesario para el desarrollo de los huevos. Lamentablemente desconocemos los colores del plumaje de estos dinosaurios, por lo que no podemos saber qué rol cumplía cada uno.

Ahora bien, que algunos dinosaurios cuidaran a sus crías tampoco quiere decir que todas lo hicieran. Es imposible hacer generalizaciones en especies y familias tan distintas. El hallazgo de otros nidos, como los de titanosaurio encontrados en India, parece indicar que algunas especies sí que abandonaban sus huevos antes de que eclosionaran. En aquel caso en particular, el yacimiento con más de 250 huevos cuenta con 92 nidos repartidos en un espacio muy pequeño. Debido al gran tamaño de los titanosaurios, les habría sido muy complejo maniobrar sin pisar accidentalmente los huevos, por lo que lo más probable es que no los empollasen y que, o los protegiesen desde la distancia o, directamente, los abandonasen a su suerte.

El comportamiento de los dinosauros es una fuente inagotable de sorpresas ya que, probablemente, las relaciones entre las especies animales serían tan complejas como las actuales. Sin embargo, gracias al trabajo de las personas expertas en paleontología y etología, existe evidencia que nos permite afirmar que sí, algunos dinosaurios eran buenos padres.

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