Los microplásticos están en todas partes: los bebemos, los comemos y los respiramos. Los hemos encontrado en nuestra orina, en la placenta… ¡Y hasta en la nieve de la Antártida! Estas pequeñas piezas de plástico, de menos de 5 milímetros de longitud, provienen de diversas fuentes. Puede ser un vertido, como ocurrió en Galicia, pero lo habitual es que los microplásticos se produzcan por desgaste de objetos plásticos más grandes (botellas de agua, neumáticos, ropa de fibra sintética, etc.).

Los microplásticos, a lo largo de su vida, son dispersados en la tierra, el aire y el agua; entran en la cadena trófica y, en última instancia, regresan a nosotros, representando un peligro no sólo para los ecosistemas, sino también para la salud pública.

Las concentraciones de microplásticos tienden a ser más altas en entornos urbanos (debido a que aquí la actividad humana es más intensiva) y, en consecuencia, tanto las aguas pluviales como las residuales urbanas pueden convertirse en un potente vehículo capaz de transportar los microplásticos hasta el medio natural.

Pero, ¿podría un cambio en nuestros sistemas de gestión hidrológica en las ciudades reducir la cantidad de microplásticos que llegan al medio natural? La respuesta es afirmativa, según un estudio realizado por investigadores del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València en colaboración con la Universidade da Coruña y la Universidad de Cantabria.

Esta investigación ha demostrado, en concreto, que los pavimentos permeables pueden disminuir la presencia de microplásticos en las aguas de escorrentía que fluyen hacia el medio natural sin tratamiento previo.

Lo explica para National Geographic España Ignacio Andrés Doménech, profesor e investigador en la Universitat Politècnica de València que lidera el proyecto en la UPV financiado por la Agencia Estatal de Investigación.

¿Qué son los pavimentos permeables?

Los pavimentos permeables son pavimentos que dejan pasar el agua a través de sus diferentes capas. Se caracterizan por ser más porosos que los pavimentos impermeables (los convencionales) y por su estructura a capas, que permite que el agua no sólo los atraviese, sino que además filtre a través de ellos.

En realidad, y tal y como presenta Ignacio Andrés, los pavimentos permeables son una tecnología determinada dentro de un conjunto muy amplio de soluciones: los llamados Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS).

Los SUDS son un conjunto de soluciones de drenaje que tienen por objetivo mejorar nuestra gestión urbana del agua de lluvia. Permiten captar el agua pluvial en origen (lo más cerca posible de donde precipita), reducir la formación de escorrentía urbana (que es el agua de lluvia que no puede ser absorbida por el terreno) y, en última instancia, mejorar la calidad del agua al reducir su contaminación.

Además de los pavimentos permeables, hablamos de cubiertas vegetadas, zanjas filtrantes, jardines de lluvia, cunetas vegetadas, balsas de retención o infiltración o humedales artificiales, entre otros.

Ignacio Andrés explica que tradicionalmente, la escorrentía que se produce cuando llueve, la gestionamos a través de los sistemas de alcantarillado, pero que esto nos puede presentar varios problemas.

El más inmediato es un problema de cantidad: el investigador argumenta que nuestras ciudades son cada vez más impermeables y que, en consecuencia, ante grandes descargas pluviales, nuestros sistemas de alcantarillado tienen cada vez más agua para gestionar, lo que puede dificultar su buen funcionamiento.

«El agua de lluvia en las ciudades es agua muy contaminada y verterla directamente al medio natural puede tener impactos muy graves»

En este sentido, los SUDS son capaces de retener temporalmente el agua, retardando la respuesta del sistema, de forma que es más difícil congestionar los sistemas de alcantarillado que con una respuesta en superficies impermeables, que permiten el flujo directo y rápido del agua. Esta función se denomina de control hídrico o hidrológico.

El segundo problema, y probablemente el mayor, es la calidad del agua; porque a pesar de lo que habitualmente pensamos, «el agua de lluvia en las ciudades es agua muy contaminada y verterla directamente al medio natural puede tener impactos muy graves», según Andrés.

La contaminación del agua de lluvia en las ciudades

Hace unos dos años, un estudio de investigadores de la Universidad de Estocolmo y de la ETH Zúrich demostró que el agua de lluvia había dejado de ser potable en todos los lugares de la Tierra -incluso en aquellos más remotos- a causa de contaminantes atmosféricos.

En las ciudades, sin embargo, además de contaminantes atmosféricos, tenemos también otros en el suelo. «En la ciudad se producen múltiples actividades (la inmensa mayoría de ellas ligadas al ser humano) que generan contaminación en la superficie de la ciudad; por ejemplo, el tráfico rodado supone que los neumáticos se desgastan y dejan pequeñas partículas contaminantes en el suelo”, explica Andrés.

El investigador señala que, cuando se produce un suceso de lluvia, se lava la ciudad; pero en ese lavado, el agua arrastra toda la contaminación urbana que se ha acumulado entre ese episodio de lluvia y el anterior y así, la contaminación pasa a formar parte del agua pluvial.

Por eso, cuando Andrés se refiere a la contaminación del agua de lluvia urbana, lo hace en un sentido amplio: están los hidrocarburos, los metales pesados, los nutrientes, los sedimentos, los patógenos… Y por supuesto, los microplásticos, que han sido «los últimos en sumarse a la lista».

El experto argumenta que, aunque los microplásticos son un contaminante al que conocemos desde hace relativamente poco, está generando una atención creciente, porque cada vez es más patente el impacto que este contaminante puede llegar a tener sobre el medio ambiente y nuestra salud.

«En la medida de lo posible, tenemos que controlar mucho la calidad del agua antes de devolverla al medio natural porque lo que queremos es hacerlo en las mejores condiciones posibles para reducir el impacto de la contaminación”, sintetiza Andrés.

Así ayudan los pavimentos permeables a reducir la contaminación por microplásticos

Aunque la función principal de los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS) es reducir la cantidad de escorrentía cuando llueve -en lo que se denomina control hídrico o hidrológico-, se ha constatado que su uso es primordial para mejorar la calidad del agua al reducir su contaminación.

Si el estudio se centra sobre la contaminación de microplásticos, las investigaciones realizadas por el equipo de la Universitat Politècnica de València han comprobado que los pavimentos permeables posibilitan reducciones cercanas al 100% de la cantidad de microplásticos que llega al medio natural a través de las escorrentías urbanas.

El investigador explica así los resultados: «Se estima que los pavimentos permeables producen en su mayoría retenciones entre el 60-70% de los microplásticos; y en algunos casos, las cifras no alcanzan el 100% pero se estiman cerca, por encima del 90%«. Las mayores retenciones se producen con pavimentos como asfaltos u hormigones porosos, mientras que los pavimentos permeables de adoquines presentan retenciones algo menores.

«No solo estamos reteniendo los microplásticos, sino que además, sabemos dónde los tenemos retenidos»

Ignacio Andrés valora que esto es positivo y alentador; y lo más importante: demuestra que «no solo estamos reteniendo los microplásticos, sino que además, sabemos dónde los tenemos retenidos». Y añade que, como buena parte de esos plásticos podrían degradarse en el medio natural, lo que estamos haciendo es una retención controlada de esa posible contaminación.

“En síntesis, lo que hacemos es dotar de una piel filtrante a la ciudad, mejorando la calidad del agua y controlando su generación en tiempo de lluvia”, concluye el investigador.

Entonces… ¿Lo llenamos todo de pavimentos permeables?

Los pavimentos permeables son una técnica relativamente sencilla de implantar en las ciudades y, al fin y al cabo, la ciudad necesita de superficies pavimentadas. Pero, ¿Es conveniente en todos los casos sustituir una pavimentación convencional por una permeable?

Andrés advierte que en muchos casos los pavimentos convencionales continúan siendo necesarios porque estamos hablando de una infraestructura que debe tener cierta resistencia para soportar el tráfico diario. Pero esta no es la única excepción.

La implementación de pavimentos permeables implica considerar el entorno en el que se introducen porque sus poros pueden acabar colmatándose. ¿Y recuerdas lo que te contábamos al principio del artículo de que es justamente esta estructura porosa la que permite el paso del agua y la que diferencia estos pavimentos de los convencionales?

Pues bien, si los poros se colmatan, el pavimento permeable pierde su funcionalidad. Por eso se considera que no es útil colocar este tipo de pavimentos en lugares donde fácilmente se obstruirán sus poros; y Andrés es claro al respecto: debemos ser muy conscientes de donde instalamos estos tipos de pavimentos para protegerlos de la colmatación.

Por ejemplo, en algunas pruebas realizadas recientemente por el equipo en la ciudad de València, han identificado que las zonas arboladas con hojas y/o flores pequeñas y caducas (las que caen en otoño) podrían obstruir esta estructura con cierta facilidad. En esos casos, hay que primar otras soluciones, como los jardines de lluvia o las áreas de biorretención.

Al final, la ventaja que ofrecen los pavimentos permeables es que permiten mantener superficies duras (son pavimentos al fin y al cabo) para zonas donde hay tránsito peatonal o de baja intensidad o zonas de estacionamiento. Pero igualmente, Ignacio Andrés avisa que es importante que no nos olvidemos del amplio paraguas de opciones que engloban los Sistemas de Drenaje Sostenible (SUDS).

Por eso, el científico argumenta que es esencial que se realicen estudios concretos de los lugares donde queremos actuar y considerar cuáles son nuestras opciones dentro de los SUDS, ya que si queremos que la mejora en el drenaje sea real, podría ser mejor optar, por ejemplo, por un jardín de lluvia en lugar de por un pavimento permeable. Y en este camino, crear ciudades más sostenibles.

 

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