Incluso quien no vivió el año 1996 reconoce fácilmente el nombre de Dolly: la oveja clonada en el Instituto Roslin, en el Reino Unido, que consiguió vivir 6 años, aproximadamente la mitad de la esperanza de vida de las ovejas de su raza. Este hito de la biología es uno de los más destacados del último siglo, no solo por su extravagancia, sino también porque abrió un debate en torno a la posibilidad de clonar otras especies.

Desde entonces, el interés científico con respecto a esta polémica técnica no dejó de crecer, con ejemplos exitosos en vacas (1998), cerdos (2000) o conejos (2002), entre otros. Pero, ¿qué pasa con las personas? Por el momento, la idea de clonar humanos no se ha trasladado a los laboratorios, debido a que la técnica usada con Dolly parecía imposible de aplicar en primates.

Sin embargo, en 2018, unos investigadores chinos liderados Qiang Sun, de la Academia de Ciencias China en Shanghai, describió en la revista Cell la aplicación del procedimiento en macacos cangrejeros (Macaca fascicularis), de la cual nacieron dos ejemplares bautizados como Zhong y Hua Hua

Ahora, seis años más tarde, el mismo equipo de científicos ha dado un paso más en la investigación: tras varios intentos fracasados, una mejora en la técnica que consistió en añadir células precursoras de la placenta ha resultado en la clonación exitosa de otra especie de primate, el macaco Rhesus, con el que compartimos el 97,5% del genoma. El hito se ha publicado en la revista Nature Communications y pone sobre la mesa las dificultades para alcanzar el éxito en estos experimentos.

¿Cómo han logrado clonarlo?

En esta ocasión, los científicos celebran la supervivencia por más de dos años del ejemplar de Rhesus clonado, al que han bautizado como ‘Retro‘.

La clonación reproductiva se denomina científicamente transferencia nuclear de células somáticas (SCNT, por sus siglas en inglés), una nomenclatura que da pistas sobre cómo se realiza exactamente este procedimiento. Así, siguiendo el ejemplo técnico de Dolly y de otros animales clonados, el equipo de Sun obtuvo una copia genética del macaco Rhesus sustituyendo el núcleo de un óvulo no fecundado por el núcleo de una célula de su cuerpo (somática) -que contiene una copia de su código genético particular- para formar un embrión en la «presa sustitutiva», en cuyo útero se desarrolló hasta el nacimiento. 

Con esto, si bien se ha logrado la clonación de este ejemplar, los resultados en su eficiencia son, igual que en el caso de los macacos cangrejeros, muy bajos. En 2018, crearon 109 embriones, transfirieron 79 de ellos a 21 hembras y apenas lograron seis gestaciones, de las cuales solo nacieron dos ejemplares. Y ahora, crearon 113 embriones, transfirieron 11 a siete hembras y consiguieron dos gestaciones, aunque un único nacimiento: el de ‘Retro‘.

En este sentido, el hecho de que los datos no se hayan alejado de los obtenidos en la clonación de Dolly saca a relucir no solo la falta de justificación ética de aplicar el procedimiento en humanos, sino también la multitud de dificultades técnicas que presenta este proceso.

Justo así lo ha expresado Lluís Montoliu, investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y en el CIBERER-ISCIII, quien ha explicado: «Tanto la clonación del macaco cangrejero como la del mono Rhesus demuestran dos cosas. En primer lugar, que es posible clonar primates. Y, en segundo lugar, y no menos importante, que es sumamente difícil tener éxito con estos experimentos, con eficiencias tan bajas, nuevamente descartando la clonación de seres humanos«.

¿Para qué serviría la clonación?

Teniendo en cuenta el sentido más amplio del término clonación -que alberga la reproductiva, la terapéutica y la génica, según la clasificación del National Human Genome Research Institute-, se podría decir que se trata de una técnica prometedora, aunque con pocos resultados exitosos hasta la fecha, y con infinitos debates a resolver antes de poder ser aplicada de forma regular. 

Los posibles usos de la clonación reproductiva, de la cual Dolly y los macacos de 2018 y 2024 son ejemplos, se relacionan con beneficios para los campos de la medicina y la agricultura: por ejemplo, para evaluar nuevos medicamentos y estrategias de tratamiento, o para crear copias de animales con características agrícolas ideales, tales como una alta producción de leche o carne magra.

Por otro lado, otro controvertido uso de este procedimiento tiene que ver con la desextinción: es decir, con la devolución a la vida de especies extintas para salvar la biodiversidad. Y sí, aunque parece una idea sacada de un libro de ciencia ficción, se trata de un proceso que ya se llevó a cabo con parcial éxito en el año 2000: Celia, el último ejemplar de bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica) en España, nació (o, más bien, renació) viva, pero lamentablemente una malformación pulmonar provocó que se ahogara antes de llegar a los 10 minutos de vida.

Con todo esto, el macaco Rhesus clonado de Sun y su equipo es solo un ejemplo más del vertiginoso avance de una técnica que, por las dificultades y debates que presenta, todavía no se emplea de forma generalizada, pero cuyo estudio podría continuar ofreciendo nuevos hallazgos en materia de genética. 

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