Un grupo internacional de investigadores, liderado por figuras como Eske Willerslev de las Universidades de Cambridge y Copenhague, y con la participación de Thomas Werge (Universidad de Copenhague) y Rasmus Nielsen (Universidad de California en Berkeley), ha arrojado luz sobre un aspecto crucial de nuestra historia médica

Mediante el análisis de ADN antiguo extraído de huesos y dientes de casi 5.000 individuos, algunos datando de hace 34.000 años, los científicos han trazado la evolución y la diseminación de enfermedades como la esclerosis múltiple (EM) y el alzhéimer. 

Estas investigaciones, publicadas en Nature, revelan que las variantes genéticas asociadas a estas enfermedades han viajado a través del tiempo y el espacio, acompañando a las migraciones humanas.

Orígenes milenarios de enfermedades modernas

Este estudio, que incluye ADN de poblaciones euroasiáticas desde el Mesolítico hasta la Edad Media, muestra cómo variantes genéticas particulares, introducidas en Europa hace unos 5.000 años por pastores de ganado que migraban desde el este, han influido en la prevalencia de enfermedades en regiones específicas

Los Yamnaya, pastores de la estepa póntica, llevaron consigo variantes genéticas que proporcionaban ventajas en términos de inmunidad contra infecciones de sus animales, pero que paradójicamente incrementaban el riesgo de EM.

Este descubrimiento no sólo cambia nuestra comprensión de la esclerosis múltiple sino que también explica por qué la prevalencia de esta enfermedad es significativamente más alta en el norte de Europa. Además, se cree que el pueblo Yamnaya es antepasado de los actuales habitantes del noroeste de Europa, lo que establece una conexión directa entre las prácticas y migraciones antiguas y los perfiles de enfermedad actuales.

Un legado genético que modela la salud europea actual

Otro estudio relevante, dirigido por Evan Irving-Pease del Globe Institute de la Universidad de Copenhague, compara el ADN de 1.664 esqueletos arqueológicos con perfiles genéticos de más de 400.000 europeos actuales. Los resultados indican que los estilos de vida y migraciones durante los últimos 10.000 años han dejado un legado genético significativo, impactando no solo en características físicas sino también en la predisposición a ciertas enfermedades.

Por ejemplo, los europeos del sur, con mayor ADN de antiguos agricultores, muestran predisposición al trastorno bipolar. Por otro lado, los del noroeste tienen más probabilidad de desarrollar esclerosis múltiple, y los del este, un mayor riesgo genético de alzhéimer y diabetes. Estos hallazgos sugieren que la variación regional en ciertos rasgos y enfermedades se debe más a los patrones de dispersión de los migrantes que a la adaptación a condiciones específicas en Europa.

Esta investigación, que es un verdadero tour de force en el campo de la genética poblacional, ilustra de manera ejemplar cómo el estudio de cuestiones antropológicas y genómicas fundamentales puede informar y transformar la medicina moderna. 

El banco genético de ADN antiguo creado por estos investigadores no solo aporta conocimientos sobre migraciones humanas y perfiles de riesgo genético, sino que también abre nuevas avenidas para entender y tratar enfermedades como la EM.

En resumen, estos estudios no solo profundizan nuestra comprensión de las enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y el alzhéimer, sino que también nos ofrecen una perspectiva única sobre cómo el legado genético de nuestros ancestros sigue influyendo en nuestra salud y susceptibilidad a enfermedades en el mundo moderno.

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