A más grasa corporal, mayor probabilidad de depresión. Es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores daneses después de analizar un banco de datos genéticos de casi medio millón de personas. El estudio sugiere que son los efectos psicológicos, y no las consecuencias biológicas derivadas de la acumulación de grasa, los que conducen a una mayor probabilidad de caer en depresión.

La obesidad, definida como una acumulación anormal o un exceso de grasa corporal, un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo II, ciertos tipos de cáncer, responsable de altas tasas de mortalidad y morbilidad entre la población. Hasta ahora, los científicos se basaban en el método del Índice de Masa Corporal (IMC) para calcular la masa corporal, una técnica que resulta poco precisa, pues no discrimina entre la masa corporal derivada de la acumulación de grasa y la que responde a la masa muscular. Ello explicaría, por ejemplo, que numerosos deportistas con un elevado índice de masa muscular tengan un IMC por encima de 25.

El estudio, basado en uno de los bancos biológicos más grandes del mundo, desveló que la relación causa-efecto entre obesidad y depresión se debía a factores psicológicos, no biológicos

El Índice de Masa Corporal

En lugar del IMC, los investigadores recurrieron a la aleatorización mendeliana (denominado así en honor a Gregor Mendel, el padre de la genética), una técnica que emplea variantes genéticas para determinar si una asociación observada entre un factor de riesgo y un resultado es consistente y está relacionada con una causa-efecto. La aleatorización mendeliana aprovecha el hecho de que esa distribución aleatoria se produce de forma natural durante la formación de las células sexuales (óvulos y espermatozoides). En este proceso, las variantes genéticas de los progenitores, incluidas las que dan lugar a un aumento de la grasa corporal, se distribuyen al azar, por lo que algunas personas habrán recibido muchas de estas variantes y otras menos. En el estudio en cuestión, los investigadores han utilizado esta fuente de variación natural y aleatoria para determinar si las personas que han recibido muchas variantes genéticas para aumentar la grasa corporal tienen un mayor riesgo de sufrir depresión.

El estudio epidemiológico se basó en los datos de uno de los bancos biológico más grande del mundo, el UK Biobank, del que extrajo información sobre la asociación entre variantes genéticas y grasa corporal de 330.000 personas, así como del Consorcio de Genómica Psiquiátrica, del que se extrajeron datos sobre la asociación entre variantes genéticas y depresión basada en un estudio de 135.000 personas aquejadas de esta enfermedad y 345.000 sujetos de control. Los resultados mostraban que las personas con más sobrepeso tenían cerca de un 15% más de probabilidades de contraer una depresión.

El estudio comprobó que las personas con más sobrepeso tenían alrededor de un 15% más de probabilidades de caer en una depresión

La estatura, un factor para sufrir depresión

La conclusión principal a la que llegaron los investigadores es que la grasa corporal es un factor de riesgo a la hora de padecer depresión, mientras que la masa muscular (también contemplada en el IMC) no parecía incidir en esta enfermedad. Para llegar a esta conclusión, los científicos analizaron las fuentes psicológicas y biológicas de la depresión. Entre las primeras se encuentran factores como la discriminación por razón de peso, la estigmatización de la sociedad o la insatisfacción por la imagen corporal.

Las causas biológicas incluyen la presencia de glucocorticoides, adipocinas, niveles de insulina alterados, aumento de la hormona leptina, así como la aparición de algunas inflamaciones. Los investigadores analizaron la localización de las grasas para determinar si la grasa de un determinado punto tenía mayor incidencia en la correlación con la aparición de depresiones, pero no encontraron datos concluyentes. La grasa localizada en el abdomen no parecía aumentar las probabilidades de contraer esta enfermedad más que la encontrada en otra parte del cuerpo, más bien al contrario, con lo que dedujeron que las fuentes de esta enfermedad eran psicológicas, derivadas de la estigmatización por la obesidad.

Según los científicos, las personas bajas y obesas serían mucho más propensas a contraer depresión, aunque esa predisposición se debería a factores psicológicos, no biológicos

Los investigadores cruzaron datos de la estatura de los sujetos de estudio y descubrieron que, al igual que la grasa, este también era un factor de riesgo. Las personas obesas y de baja estatura, según los autores del estudio, serían mucho más propensas a contraer depresión, aunque esa predisposición se debería a factores psicológicos, no biológicos. Según reza la investigación, estas conclusiones desvelan nuevos conocimientos importantes sobre el papel de las medidas antropométricas en la etiología de la depresión y sugieren que la reducción de la grasa corporal podría servir de gran ayuda a las autoridades sanitarias par reducir la incidencia de esta enfermedad.

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