Posiblemente, alguna vez en tu vida te has montado sobre un monopatín. Ahora bien, puede ser que consiguieras dominarlo a la perfección y que hoy seas todo un experto desplazándote sobre él o, por otro lado, también es posible que renunciaras a montarlo por considerarlo algo completamente enrevesado y difícil. Sin embargo, si tu caso es el segundo, debes saber que conquistar el monopatín es algo que no solo depende del talento innato.

Y es que, el arte de andar en monopatín es una disciplina que está intrínsecamente ligada a los principios fundamentales de la física, los cuales dan forma completa a la experiencia, desde el momento que te subes al monopatín y lo impulsas, hasta la manera en la que se realizan ciertos trucos. Así, te desciframos cuáles son los puntos indispensables para entender el mecanismo de “andar en monopatín” y como esos conceptos físicos fundamentales son cruciales para el correcto funcionamiento de los monopatines.

LEYES DEL MOVIMIENTO

Así, como cualquier otro objeto en desplazamiento, el monopatín se rige por las tres leyes fundamentales del movimiento –aquellas pronunciadas por el famoso Newton- las cuales definen perfectamente la actividad. Por ejemplo, la primera ley afirma que un monopatín en reposo estará quieto siempre y cuando que una fuerza no actúe sobre él, mientras que, si se encuentra en movimiento, este continuará sin alteraciones en su trayectoria a menos que una fuerza lo altere. En otras palabras: el monopatín solo se moverá si aplico una fuerza o impulso sobre él y, en el caso de hacerlo, la fuerza de rozamiento con el suelo irá reduciendo poco a poco su velocidad. Ahora bien, si esta no existiera, el monopatín continuaría desplazándose eternamente.

Por su parte, la segunda ley establece una relación determinada entre la aceleración que lleve y la fuerza aplicada. Es decir: cuanto mayor sea mi impulso o a la fuerza que le aplico, mayor será la distancia que recorra en los primeros momentos. Finalmente, una tercera ley afirma que toda acción tiene una reacción de igual magnitud, pero opuesta, es decir que, por ejemplo, la fuerza que haces al apoyarte sobre el monopatín se ejerce de igual forma por parte del monopatín sobre ti.

LA FRICCIÓN

Consecuentemente, siguiendo esa primera ley, la fricción con el suelo, es decir, la resistencia que este impone ante el avance del monopatín se convierte en uno de los puntos clave para el desplazamiento: determina por completo la velocidad y la capacidad de giro. Así, para primerizos en este tipo de disciplinas, lo más recomendable es elegir suelos sin rugosidades y lo más pulidos posibles. De esta forma, la fricción con el suelo será mínima y será posible avanzar más distancia con un impulso pequeño que permita mantenerse centrado en otros aspectos más importantes.

Por otro lado, la aplicación estratégica de cera juega también un papel muy importante, pues aumenta la capacidad deslizante de las ruedas, provocando que la resistencia que ofrece el suelo sea menor y, de esa forma, aumente la facilidad a la hora de deslizarse o, incluso, realizar ciertos tipos de trucos.

EL CENTRO DE MASAS

Ahora bien, dejando a un lado la forma en la que el monopatín avanza, uno de los factores clave a la hora de desplazarse será dominar por completo la ubicación de tu centro de masas. Esto es, el punto en el cual estaría concentrada toda la masa de un objeto. Es otras palabras, el punto en el cual, si te empujasen, se produciría un desplazamiento únicamente lineal, sin ningún tipo de desviación hacia los lados.

Pues bien, para mantenerte en equilibrio sobre él, este concepto es esencial: para evitar caídas, el centro de masa del monopatín y el del patinador deben estar perfectamente alineados a lo largo del eje longitudinal del monopatín. De esta forma, ante los giros y cambios de inclinación, el patinador deberá ir buscando la posición exacta en la que su centro de masas quede en sintonía con el monopatín, cambiando de forma hábil y rápida la postura de su cuerpo.

RESISTENCIA DEL AIRE

Finalmente, aunque puede parecer un factor completamente olvidado, la resistencia del aire juega un papel casi tan importante como el de la rugosidad del suelo. Y es que, el patinador debe tratar en todo momento, mediante cambios en la posición de su cuerpo y en la inclinación del monopatín, minimizar o maximizar esta resistencia, en función de cual sea su objetivo.

Si por ejemplo quiere frenar, conviene que busque que la mayor parte de su cuerpo se oponga al desplazamiento, chocando contra el aire y disminuyendo su velocidad. Por otro lado, si su objetivo es ganar velocidad o, incluso, realizar algún tipo de truco aéreo, lo ideal será que adopte posturas que minimicen esa resistencia lo máximo posible.

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