Tradicionalmente, se conoce como eugenesia a la disciplina que busca modificar las características genéticas de los humanos, con el fin de que nazcan personas más sanas, más inteligentes o sin ciertas dolencias relacionadas con la salud hereditaria. Se trata de una filosofía muy antigua que se ha mantenido constante a lo largo de los años y que, incluso, ha llegado a definir ciertos periodos históricos como, por ejemplo, el nazismo. Y, aunque a menudo es un término usado bajo el título de “ciencia”, en realidad se sitúa en un punto intermedio entre la pseudociencia y la filosofía.

Pero no te pienses que es algo que murió con el fin de la Segunda Guerra Mundial: es un pensamiento persistente. Se ha mantenido vivo en diferentes ámbitos de la vida cotidiana y, actualmente, está volviendo a resurgir tras el apodo de “eugenesia positiva”. Bajo este concepto se incluirían dos vertientes: por un lado la mentalidad que busca potenciar la salud a través de la higiene, el ejercicio, la nutrición y la sanidad sexual, y la que se centra en la edición genética, pensada para mejorar la salud de las personas de una forma más ética.

CON MUCHA HISTORIA

Sin embargo, la eugenesia no es, para nada, algo reciente. Y es que, ya en el 378 a.C., el propio Platón establecía un pensamiento que tenía mucho que ver con esa filosofía. En su obra La República, hacía referencia directa a la necesidad de que existiesen ciertos mecanismos de selección natural en los niños recién nacidos, con el objetivo de mejorar la raza humana y evolucionar como sociedad.

Este pensamiento se mantuvo presente a lo largo de los años y muchos otros pensadores y filósofos la tuvieron muy en cuenta a la hora de desarrollar sus trabajos. Por ejemplo, el filósofo y poeta italiano Tommaso Campanella publicó una obra en el año 1632, conocida como Ciudad del Sol, en la que presenta una ciudad utópica, donde es el Gobierno el encargado de planificar y gestionar cualquier aspecto o característica de la vida de la población. Ahora bien, esta dominación de la vida privada incluía también la elección de la pareja de cada individuo, la cual se elegiría atendiendo a conseguir los mejores descendientes posibles.

De todas formas, aunque el pensamiento no desaparecía, no fue hasta el año 1883 que se acuñó bajo el término de eugenesia. El autor de ello fue el intelectual británico Francis Galton, quien la mencionó por primera vez en su obra Investigaciones sobre las facultades humanas y su desarrollo. De hecho, él mismo fundó en el año 1904 el Laboratorio Eugenésico de Londres, a través del cual defendía unas ideas algo extremistas: aplicar a la raza humana el mismo tipo de mecanismos de selección que se utilizaban con los animales domésticos.

HITLER Y LA EUGENESIA

Quizás, el mayor caso de eugenesia del siglo XX y, por lo tanto, de los más recientes, es el que se dio en Europa por parte de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Para los nazis, la eugenesia se convirtió en la base de todo su pensamiento y dedicación, pues la ansiada raza aria significaba la purificación y perfección de la especie humana. Bajo ese término englobaban todo aquel individuo de estatura alta, cara alargada, barbilla prominente, nariz estrecha y recta con un puente bajo, constitución delgada, cráneo doliocefálico, cabello lacio claro, ojos claros y piel clara. Todo aquel que no cumpliese esas características quedaba excluído de lo que ellos consideraban como “puro”.

Es así que, desde el principio, el gobierno nazi consideró la herencia humana como un recurso científico que podía modificar y alterar bajo ciertas políticas raciales. De hecho, ya el 14 de julio de 1933, solo unos meses después de la llegada de Adolf Hitler al poder, el régimen impuesto promulgó la ley para la prevención de la descendencia con enfermedades hereditarias. Bajo esta nueva ley, el gobierno quedaba completamente libre para esterilizar a todas aquellas personas que padecieran trastornos mentales, ceguera, sordera, amputaciones, malformaciones o, incluso, alcoholismo o drogadicción. Como consecuencia a este hecho, cerca de 400.000 personas perdieron de forma forzada su derecho a la descendencia.

 La eugenesia estuvo presente durante todo el régimen. El gobierno apoyó de forma financiera a todas aquellas instituciones que secundaran la causa y, de esa forma, nacieron sedes como la del Instituto de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia Kaiser Wilhelm. En estos centros, los científicos investigaban en diferentes causas movidos por el miedo ante el deterioro o el declive de la raza y, al cabo de poco tiempo, acabaron determinando que la esterilización no era suficiente y que, realmente, esos “impuros” no deberían haber nacido: para el año 1940, hasta 70 mil pacientes psiquiátricos habían sido eliminados en la cámara de gas.

La obsesión con la pureza llegó a todos los ámbitos. Heinrich Himmler lideraba numerosas iniciativas que impulsaban a los miembros de la S.S. a procrear de forma continuada con mujeres “racialmente adecuadas”, con el objetivo de gestar numerosos niños que se adecuaran a las características que exigía la raza aria. De hecho, ya desde el año 1936 los doctores y las matronas se habían convertido en una especie de guardianes de la salud con el objetivo de asegurar una eugenesia para la raza.

LA EUGENESIA EN LA ACTUALIDAD

Al concluir el periodo de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se percató de todas las atrocidades que se habían producido y, de alguna forma, la eugenesia se volvió un tabú. Sin embargo, esa situación apenas duró unos 20 años pues, para mediados de los 60, el término volvió a ser protagonista en los debates acerca de la autonomía reproductiva y el control natal. En los 70 se había encaminado hacia las discusiones en torno al aborto y a las nuevas tecnologías de fecundación in vitro. Así fue como se volvió a colar en la sociedad, con la gran diferencia de que esta nueva eugenesia no era obligada, sino que abría a los individuos la ventana al poder de decisión.

Actualmente, la eugenesia cuenta con una forma mucho más ética de aplicación. Desde que comenzó la descodificación del genoma humano a principios del siglo XXI, las áreas de la medicina que englobarían la eugenesia han evolucionado con la ciencia hasta puntos mucho más sanos y respetuosos con las decisiones de cada uno. Por ejemplo, ahora es una filosofía que se usa para prevenir los nacimientos de bebés con enfermedades hereditarias o con baja-nula esperanza de vida a través de programas de detección temprana. También se usa en la selección de cigotos sanos o carentes de enfermedades o trastornos antes de su implantación en el útero.

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