Las zoonosis, enfermedades transmitidas de animales vertebrados a seres humanos, no son un concepto nuevo. La Organización Mundial de la Salud identifica más de 200 tipos de estas enfermedades, y sorprendentemente, nuestros animales de compañía suelen estar en el centro de esta dinámica, ya sea como actores principales o secundarios.

Por ejemplo, los gatos son un claro ejemplo de cómo se pueden propagar patógenos zoonóticos. Aunque muchos gatos son mascotas en hogares (especialmente en Estados Unidos, donde se estima que hay 60 millones), hay una creciente cantidad de gatos salvajes sin propietario en entornos urbanos. Además, hay gatos que viven tanto en interiores como en exteriores, y muchos que residen en refugios o instalaciones de rescate. 

De forma parecida, otros animales domésticos como perros y caballos presentan situaciones similares en relación con los humanos. Por ejemplo, la fiebre por arañazo de gato, causada por la infección por Bartonella henselae , es una forma zoonótica de bartonelosis en humanos transmitida por gatos. Otros patógenos zoonóticos comúnmente mencionados en la literatura veterinaria incluyen C. psittaci de loros domésticos y el coronavirus canino (CCoV) en perros domésticos.

Por consiguiente, las aves también presentan riesgos de zoonosis. Esto abarca desde aves domésticas hasta aves de corral y aves silvestres. Las zoonosis relacionadas con aves, como la transmitida por Chlamydia psittaci de los loros a las personas, son conocidas, pero hay un crecimiento en la preocupación sobre el papel de las aves, especialmente con enfermedades como la influenza aviar. 

Las aves actúan como el principal almacén de diversos virus zoonóticos que son transmitidos por mosquitos, entre ellos los virus de la encefalitis equina, tanto occidental como oriental, y el virus del Nilo Occidental. Estos patógenos pueden ser transferidos a humanos y caballos, principalmente por medio de la picadura de mosquitos, y en algunos casos, causar una encefalitis letal.

La seguridad de los cuidados sanitarios

No cabe duda de que el animal doméstico que recibe los cuidados sanitarios adecuados raramente puede convertirse en un vehículo de enfermedades hacia nosotros. Las vacunas, los medicamentos y los cuidados responsables son herramientas vitales en la prevención de riesgos. No obstante, es fundamental ser conscientes de ciertas situaciones en las que, bajo circunstancias específicas, pueden transmitir patógenos.

Un nuevo estudio publicado en la revista Science Translational Medicine subraya la importancia de comprender el principio de «Una sola salud» o «One Health». Esta perspectiva nos permite entender las interacciones entre factores físicos y biológicos en la dinámica de las zoonosis. Aspectos como la globalización, el cambio climático o la urbanización de ecosistemas naturales alteran drásticamente la relación entre animales y seres humanos, propiciando la aparición y propagación de estas enfermedades.

La resistencia a los antibióticos, la explotación intensiva de ganado o la posesión irresponsable de animales de compañía son consecuencias directas de nuestra sociedad moderna que inciden de manera directa en el ciclo biológico de los animales y, por ende, en la dinámica de las zoonosis.

Así pues, en conclusión, resulta esencial ampliar nuestra perspectiva sobre los animales domésticos y silvestres y su relación con las enfermedades infecciosas. Estas amenazas, aunque a menudo subestimadas, están presentes y requieren de un enfoque multidisciplinario y una comprensión profunda para anticipar y mitigar futuros brotes. La ciencia, la responsabilidad y la educación son nuestras principales herramientas para enfrentarnos a este desafío.

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