¿Te suena esa sensación de frío punzante y agudo que invade tu cabeza cuando te tomas una bebida muy fría? Se trata de un fenómeno conocido como “brain freeze” o “helada cerebral” en español que comúnmente se identifica como un efecto secundario de disfrutar de algo congelado. Sin embargo, fuera de ser un efecto únicamente relacionado con el cerebro, este inmiscuye también a los nervios del paladar, quienes dan el punto de partida a esta curiosa experiencia.

¿QUÉ ES EL BRAIN FREEZE Y CÓMO SE DESENCADENA?

Así, el “brain freeze” se identifica con un dolor de cabeza originado tras la ingesta de algún alimento frío, como una respuesta fisiológica rápida del cuerpo al consumo de algo a una temperatura extrema. Y, aunque el nombre nos sugiere en un primer momento que el cerebro está directamente involucrado, esto no es realmente cierto pues, en realidad, es un dolor que se localiza en una región muy concreta: los nervios de la parte superior del paladar. De hecho, el punto específico de origen son los receptores de temperatura de la boca, los cuales detectan ese frío y envían una señal urgente al sistema nervioso para que actúe de forma inmediata.

De esta forma, cuando la parte del paladar encargada de detectar la temperatura entra en contacto con el alimento frío, los vasos sanguíneos de la parte posterior del paladar se estrechan abruptamente, en forma de defensa del cuerpo para minimizar la pérdida de calor. No obstante, esta constricción es seguida de una expansión inmediata y muy rápida de los mismos vasos, dando lugar a que el flujo sanguíneo aumente en el área que se ha visto afectada.

LOS NERVIOS Y EL PALADAR

Justamente, ese cambio en los vasos sanguíneos es detectado por los nervios con los que están en contacto, los del paladar. Estos elementos se conocen como nervios trigéminos, representan el quinto par de nervios craneales y son los responsables de transmitir información sensorial desde la cara hasta el cerebro. Ahora bien, en la zona facial se ramifican para intentar abarcar toda la superficie, destacando entre esas zonas la del paladar.

De esa forma, las señales generadas por la activación de estos nervios trigéminos se dirigen directamente al tronco cerebral, que es una parte del cerebro que regula las funciones automáticas y autónomas del cuerpo. En este caso, el cerebro interpreta esa señal de frío intenso como una amenaza para la salud del cuerpo, por lo que genera una serie de respuestas para conseguir contrarrestarla. Y, ¿cómo es exactamente esa respuesta? Pues bien, en forma de dolor agudo y punzante, es decir, la famosa sensación de “brain freeze”.

DURACIÓN Y REMEDIOS

A pesar de todo, el “brain freeze” no es un efecto que llame la atención por su duración ni por su gravedad. De hecho, todo lo contrario, el tiempo que permanece latente es muy pequeño y, por lo general, es una sensación incómoda, pero inofensiva.

Existen, sin embargo, algunos remedios que pueden aliviar el dolor cuando aparece y hagan que la duración de la molestia sea mucho menos.  Por ejemplo, presionar la lengua contra el paladar puede permitir que la zona afectada entre en calor y se normalice la temperatura de los receptores, deteniendo el envío de señales al cerebro. Otro remedio recurrente será consumir pequeños sorbos de agua tibia, los cuales podrían ayudar a aliviar la sensación de frío y restablecer la temperatura normal de la boca.

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