La madrugada del 6 de noviembre, la región de Cáceres, en Extremadura, quedó teñida de color alrededor de las 22:00 de la noche debido a la aparición de unos destellos rojos sobre el cielo nocturno. Se trataba, nada más y nada menos, de auroras boreales. Sí, las mismas que aparecen en los cielos de las zonas más polares, pero esta vez mucho más desplazadas. De hecho, el fenómeno pudo verse también en otras zonas de Centroeuropa, como algunas regiones de Italia, Francia, Eslovaquia, Irlanda o Polonia.

Sin embargo, que este espectacular fenómeno aparezca en zonas tan alejadas de su “hábitat natural” llama mucho la atención. ¿A qué se debe que se hayan desplazado tanto de su ubicación habitual? ¿Es algo normal? ¿O debe preocuparnos? Para dar respuesta a estas incógnitas, es necesario entender primero cómo se producen las auroras boreales y por qué la tormenta solar que se ha producido este fin de semana tiene tanto que ver en este curioso suceso.

LAS TORMENTAS SOLARES

Y es que, son justamente las tormentas solares que se producen en nuestra estrella, también conocidas como tormentas geomagnéticas, la causa de la aparición de auroras boreales en la Tierra. Así, el Sol, situado a 150 millones de km del planeta, se encuentra emitiendo partículas de manera constante. Esto es debido a que la presión que hay en la superficie del Sol es mayor que la que hay en el espacio que la rodea, por lo que las partículas pueden escapar de forma sencilla, acelerándose gracias a la acción del campo magnético solar.

Se trata de partículas cargadas, conocidas como iones, las cuales se agrupan en el denominado viento solar, el cual se mueve por el espacio alcanzando los diferentes objetos que residen en él, incluida la Tierra. Estas partículas viajan a unas velocidades de entre 300 y 1.000 km/s, lo que significa que, desde que son emitidas y se suman al viento solar, únicamente pasan dos o tres días hasta que llegan a nuestro planeta.

LAS AURORAS BOREALES

Ahora bien, cuando esas partículas cargadas se acercan a la Tierra, gana protagonismo el campo magnético terrestre. Este actúa de forma parecida a un imán, atrapándolas en las capas externas de la atmósfera y atrayéndolas hacia los polos. En las zonas en las que se mueven, la atmósfera se encuentra llena de diferentes moléculas de oxígeno y nitrógeno, por lo que las partículas solares interaccionan con estos elementos, provocando que se exciten y que alcancen estados de alta energía.

Sin embargo, es un proceso que dura apenas unas millonésimas de segundo pues, tan solo ese tiempo después, por tratarse de estados de lo más inestables, las moléculas de oxígeno y nitrógeno vuelven a sus niveles fundamentales y se desexcitan, perdiendo de esa forma la energía ganada y expulsándola en forma de fotones, es decir, las partículas que producen la luz. Dependiendo de la longitud de onda y la intensidad con la que esos fotones abandonen las moléculas, la luz será de un color u otro, y el cielo aparecerá teñido de las diferentes tonalidades.

El hecho de que, usualmente, las auroras boreales aparezcan en las regiones polares de la Tierra es debido a que el campo magnético, cuando interactúa con el viento solar, tiende a atraerlo hacia los polos. Por lo tanto, es en esa zona donde las partículas entrarán en contacto con las moléculas, excitándolas y dando lugar a la aparición de colores sobre el cielo.

¿POR QUÉ EN ESPAÑA?

Pero entonces, ¿por qué han aparecido las auroras boreales tan lejos de los polos? Pues bien, todo se debe a una gran tormenta solar, conocida como tormenta geomagnética fuerte, que tuvo lugar este fin de semana. Durante este fenómeno, ocurren en el Sol fuertes procesos de reconexión magnética, que afectan a la organización del material solar y dan como resultado que muchas más partículas de las habituales puedan ser liberadas, además de una cierta cantidad de plasma.

Todos esos elementos crean un viento solar más denso que el normal, el cual, al llegar a la Tierra, es capaz de interactuar más fuerte con el campo magnético, llegando a alterarlo levemente y provocando que las partículas cargadas no sean redirigidas por completo a las zonas polares. Por lo tanto, estas pueden permanecer en otras zonas de la atmósfera, e interactuar allí mismo con las moléculas de oxígeno y nitrógeno, dando lugar también a auroras boreales en zonas alejadas de los polos.

¿Es, por tanto, algo preocupante? ¿Es peligrosa esa tormenta geomagnética fuerte? Puedes quedarte tranquilo. Es normal que la actividad del Sol se modifique con el paso del tiempo. De hecho, esta varía en función de unos ciclos solares que duran entre 10 y 12 años, por lo que es normal que al llegar al final de ellos la actividad solar se haga más fuerte. Y, justamente, el ciclo solar en el que nos encontramos ahora mismo tendrá su máximo en el año 2025, por lo cual, que estemos experimentando fuertes vientos solares es algo completamente normal. En efecto, lo más probable es que fenómenos como estos puedan volver a aparecer a lo largo de los próximos dos años, a medida que se acerque el final del ciclo solar.

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