Con unas dimensiones que alcanzan los 5 metros de largo -de morro a cola-, el hipopótamo es el tercer mamífero terrestre más grande del planeta, después del elefante y del rinoceronte blanco. Originario del África subsahariana, su nombre proviene del griego (hippos y potamos) y significa «caballo de río», aunque en lo único que se parece a un equino es en su alimentación herbívora, que en cualquier caso no lo libra de ser uno de los animales más peligrosos del mundo. 

Tal vez hayan sido todas estas particularidades las que llamaron la atención del líder del cártel de Medellín, Pablo Escobar, quien mandó a trasladar 4 ejemplares de Hippopotamus amphibius -la especie común de hipopótamo- hasta su inmensa finca para coronar el repertorio de animales exóticos que albergaría en su zoológico privado. 

Hace ya más de 40 años de eso, pero la Hacienda Nápoles -así se llama la mansión- continúa funcionando, ya no como símbolo de la ostentosidad del más famoso de los narcotraficantes, sino como un parque natural turístico que juega un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad del Magdalena Medio, en Antioquia. 

Sin embargo, la presencia del gigante semiacuático en la región, herencia de los extravagantes caprichos de Escobar, lleva décadas entorpeciendo las labores de conservación, y es que ya no se trata de 4 hipopótamos viviendo en un recinto controlado, sino de más de 160, en plena libertad. 

¿Cómo llegaron los hipopótamos a Colombia?

No venían directamente desde África, aunque ello no hubiese sorprendido a quien conozca la manera excéntrica en la que el capo actuaba. Los 4 ejemplares, un macho y tres hembras, en realidad fueron trasladados a Colombia desde un zoológico de Estados Unidos en la década de los 80. 

Tras la muerte de Escobar, la opción de trasladarlos a una reserva natural no era posible a nivel logístico, y es que cada uno de ellos puede pesar hasta 4.500 kilos. Por ello fueron abandonados, dejando que escaparan de la finca y se extendieran por la región media de uno de los ríos más importantes del país, el Magdalena, donde también habitan numerosas especies endémicas. 

¿Cuántos hipopótamos hay ahora en Colombia?

La cantidad actual es de 169 ejemplares. Sin embargo, el número no para de crecer, y la causa es que los hipopótamos han encontrado en Colombia un ecosistema paradisíaco e ideal para su reproducción. Tanto es así que, de acuerdo con los datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible del país, se estima que en 2035 la cifra ascienda a más de 1.000 si no se controla su población. 

Aunque el hábitat natural de los hipopótamos es la sabana, concretamente los ríos, pantanos y lagos con profundidades de aproximadamente 1,5 metros, la zona del Medio Magdalena tiene unas condiciones que hace que estos animales vivan cómodamente allí.

Mientras que en África las fluctuaciones climáticas por el calentamiento global afectan constantemente a la población de hipopótamos, en Colombia, incluso en épocas de sequía, hay suficiente agua para que los gigantes pasen sin obstáculos sus casi 20 horas al día sumergidos.

A juzgar por su tamaño, su demanda de alimento es abundante: pueden llegar a comer 35 kilos de pasto al día y, para su suerte, las orillas del río son excelentes proveedoras de este manjar. Además, la ausencia de depredadores juega un papel importantísimo en el éxito reproductivo de estos hipopótamos, cuyo crecimiento poblacional se sitúa, según un estudio de la Universidad de Florida en Gainesville, en un 9,6% por año. 

¿Por qué se quiere controlar la población de hipopótamos en Colombia?

Actualmente solo existen dos especies vivas de hipopótamo: el pigmeo (Choeropsis liberiensis), que habita en África Occidental, y el común (Hippopotamus amphibius), que es el que se encuentra en estado silvestre en el África subsahariana y en Colombia. Ambos figuran en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el primero está catalogado como «en peligro» y el segundo, como «vulnerable». 

En vista de estos datos, parece extraño que se quiera frenar el aumento de la población de hipopótamos en Colombia, un país donde este animal ha hallado las condiciones perfectas para dar rienda suelta a su reproducción. Sin embargo, introducir ilegal y forzosamente una especie a un ecosistema inadaptado tiene sus consecuencias. 

En los últimos 40 años, la masiva presencia de este mamífero ha impactado gravemente en el paisaje del país, considerado uno de los más biodiversos del mundo al atesorar prácticamente el 10% de la biodiversidad del planeta. La supervivencia de manatíes, nutrias, capibaras y peces endémicos que habitan en el Magdalena está en peligro porque los hipopótamos modifican su ecosistema. Y es que estos animales no solo son conocidos por curioso «sudor» de color rosa, sino también por ser «ingenieros»; es decir, alteran la estructura del terreno que habitan en función de sus necesidades. Además, la expulsión de sus heces en el agua pone en marcha un proceso de acumulación de residuos, conocido como eutrofización, que provoca la aparición de ciertas algas.

¿Cómo se ha actuado hasta ahora?

Tras la caza de un ejemplar de hipopótamo llamado Pepe en 2009, el debate en torno al «hipopótamo de la cocaína» o «narco-hipopótamo» -como algunos lo llaman- no ha dejado de crecer. Pero no fue hasta 2022 cuando las entidades estatales colombianas lo declararon como especie invasora

Ya en 2018 se trató de controlar la población mediante la esterilización con anticonceptivos para las hembras y castración química para los machos, pero el desconocimiento acerca de la agresividad de estos animales supuso un obstáculo. Ahora, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible ha trazado un plan que contempla dos estrategias más para acabar con la invasión.

En esta ocasión, no solo se llevará a cabo una esterilización -la cual ya ha recibido el respaldo del Insituto Humbold y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional-, sino que también se llevará a cabo el traslado y el sacrificio -bajo estándares humanitarios de bienestar animal- de algunos ejemplares. 

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