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TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST

Las profundidades de los océanos esconden bosques, pero no tienen árboles, sino corales que son el hogar de un gran número de especies. Algunos de estos bosques se encuentran en las aguas del archipiélago canario, que han sido objeto de una campaña de investigación científica por parte de los expertos en submarinismo profundo Emmanuelle Périé-Bardout y Ghislain Bardout. Conozcamos más sobre la iniciativa de exploración Under the Pole.

Bienvenidos a Iniciativas para cambiar el mundo, un podcast original de National Geographic España producido con la colaboración de Rolex en el que conocemos proyectos que, a través de la ciencia, la exploración y la divulgación, arrojan luz sobre los retos que afrontan los cruciales sistemas que sustentan la vida en la Tierra.

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¿Sabían que bajo las aguas profundas que rodean el archipiélago canario se erigen unos valiosos bosques que, en lugar de árboles, están conformados por coral? Son grandes colonias de coral negro, un animal marino de brillantes colores denominado antipatario cuyo oscuro esqueleto está compuesto por una proteína llamada antipatharin, de ahí su nombre.

El coral negro se agrupa en estructuras parecidas a arbustos y, al igual que las arboledas, son el hogar de muchísimas especies. Uno de estos bosques submarinos está a tan solo 100 metros de la costa de Lanzarote, frente a Puerto del Carmen. Es realmente espectacular y su maravilloso estado de conservación se debe a que la Unión Europea prohibió en esa zona la pesca de arrastre hace casi dos décadas.

Pero no es el único bosque de coral negro canario, los hay también en otras islas, como Fuerteventura, Gran Canaria y El Hierro. Estos bosques de animales han sido objeto de una fructífera campaña de investigación científica liderada por Emmanuelle Périé-Bardout y Ghislain Bardout, expertos en submarinismo profundo y al frente del programa de exploración Under the Pole.

Emmanuelle y Ghislain pusieron en marcha esta iniciativa hace ya muchos años, en 2008, con una finalidad muy clara: estudiar los fondos marinos de la zona mesofótica de los océanos, esa franja de mar que se extiende entre los 30 y los 200 metros de profundidad y que constituye la frontera entre la superficie bañada por la luz del sol y las sombrías aguas profundas.

La zona mesofótica es muy desconocida porque llegar ahí abajo no es nada fácil: las técnicas de buceo tradicionales alcanzan sus límites más o menos a los 60 metros de profundidad. Sin embargo, la invención hace unos años de lo que se conoce como rebreather, un sistema de respiraciónque recicla el aire expulsado por la respiración, amplió las fronteras de la investigación submarina y ha permitido a esta pareja de exploradores franceses poner en marcha un proyecto que combina ciencia, innovación y concienciación medioambiental.

La zona mesofótica de los océanos se extiende entre los 30 y los 200 metros de profundidad

Bardout explica que los rebreathers reciclan las exhalaciones del submarinista y filtran el dióxido de carbono, lo que permite realizar inmersiones más largas y profundas y acceder al océano de una forma en la que antes no podíamos.

Estos experimentados submarinistas, que llevan ya muchos años sumergiéndose en los océanos de nuestro planeta azul, han explorado las aguas del archipiélago canario en el marco de una nueva fase de suprograma Under the Pole llamada DEEPLIFE, que con el apoyo de laIniciativa Perpetual Planet de Rolex busca descubrir la vida en las profundidades en distintos puntos del planeta, en concreto la de estos majestuosos bosques formados por especies animales.

Rolex puso en marcha Perpetual Planet en 2019 para apoyar iniciativas que contribuyen a la mejora del mundo y pone especial énfasis en los proyectos centrados en la salvaguarda de los océanos, como parte de una asociación establecida con Mission Blue, y en la comprensión del cambio climático a través de su larga asociación con National Geographic Society.

Tras una primera campaña en las islas Svalbard, en 2022 el equipo se centró en Canarias, donde el éxito ha sido rotundo porque, mediante buceo autónomo, han conseguido desvelar los secretos de una zona de penumbra que nunca antes había sido explorada. Ha sido una misión desafiante que ha requerido mucha especialización. Périé‑Bardout cuenta que hay muy pocas personas, y mucho menos científicos, que estén cualificados de verdad para sumergirse a esas profundidades.

Durante dos meses, Emmanuelle y Ghislan, junto con un equipo de científicos del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia —el CNRS— y de un consorcio internacional del que han formado parte investigadores de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, recorrieron las aguas del archipiélago canario a bordo de su velero WHY.

¿El objetivo? Averiguar la distribución, el estado y el funcionamiento de estos bosques submarinos de coral negro a unas profundidades que oscilan entre los 70 y 200 metros, una franja a la que nunca antes se había podido llegar, y extraer datos y muestras útiles del estos increíbles ecosistemas para estudiar otros similares en diferentes partes del mundo.

EL ORIGEN DE DEEPLIFE

Pues bien, la inspiración para DEEPLIFE surgió durante una expedición a la Polinesia Francesa denominada DEEPHOPE, que se llevó a cabo entre 2018 y 2021. En ella participó Laetitia Hédouin, codirectora científica de DEEPLIFE y experta en corales del centro CRIOBE del CNRS.

La científica recuerda que la biodiversidad de los arrecifes de coral estaba concentrada en la zona superficial. Pero allí descubrieron que entre 40 y 60 metros de profundidad había un mundo lleno de vida, algo que nadie habría imaginado.

En el transcurso de aquella campaña observaron también que los arrecifes de coral más cercanos a la superficie sufrían episodios de blanqueamiento, una decoloración que sufren los corales cuando se rompe la relación simbiótica que estos mantienen con unas algas microscópicas que viven en su interior, las zooxantelas.

Mientras que las microalgas, a través de la fotosíntesis, proporcionan al coral los carbohidratos esenciales para que construya su esqueleto de carbonato de calcio, el coral les proporciona alimento y las abastece de guarida.

Pero cuando la temperatura aumenta más allá de los niveles ecológicamente soportables, se dan episodios de estrés y esa relación simbiótica se rompe. Entonces las zooxantelas son expulsadas y el coral pierde sus llamativos colores, empieza a degradarse y puede llegar a morir.

Sin embargo, en las cotas más profundas el equipo científico de DEEPLIFE pudo constatar que los bosques de coral que allí habitaban estaban menos afectados por ese fenómeno tan asociado al cambio climático.

Laetitia Hédouin piensa que los arrecifes de coral mesofóticos tal vez sean un oasis esencial para muchas especies de las zonas más deterioradas, algo así como un refugio climático. Y no porque estos corales no sufran de eventos de estrés térmico, sino porque son más resilientes y soportan mejor esas circunstancias sin deteriorarse.

Estos descubrimientos transformaron la visión que los investigadores tenían de los arrecifes de coral y los llevaron a poner en marcha un estudio a nivel mundial para explorar estos extraordinarios bosques de animales marinos que habitan en la zona de transición entre la luz y la penumbra.

Hédouin reflexiona sobre lo emocionante que es descubrir este universo tan alucinante, un universo de bosques submarinos que pocas personas han visto anteriormente.

En ese marco de generación de conocimiento científico de primer nivel, el bosque de coral negro que habita bajo las aguas de Lanzarote en el municipio de Tías fue el detonante de que el lugar haya sido declarado Kilómetro Cero de los bosques de coral negro del Corredor Biológico Mundial.

Se trata de un proyecto internacional presente en los cinco continentes que busca la creación de una vía continua terrestre y oceánica de biodiversidad mundial que apoye la supervivencia del conjunto de especies y ecosistemas del planeta.

Eso sí, no es el único Kilómetro Cero de Canarias, una zona con tantísimos tesoros naturales. Aquí hay otros, como el de los océanos en el Santuario de Ballenas entre la Gomera y Tenerife; el de los zifios en la isla de El Hierro y su Reserva de la Biosfera, dentro del corredor biológico mundial, y el de la Flora Vascular en la Reserva de la Biosfera del Macizo de Anaga, en Tenerife.

Los estudios llevados a cabo por el equipo de DEEPLIFE son, según apuntan desde la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, un salto definitivo en la línea de investigación iniciada hacía varios años por esta universidad.

El buen estado de conservación de los bosques submarinos de coral negro en las cercanas aguas de Puerto del Carmen, añaden, es de gran importancia para la biodiversidad de la Macaronesia –un área geográfica que aúna Canarias con Azores, Cabo Verde, Madeira y las islas Salvajes–, pues sirven de refugio y criadero para numerosas especies de animales acuáticos.

Además de evaluar la situación ecológica de los distintos bosques submarinos, la expedición se ha centrado en comprender cómo están conectados entre ellos y su grado de resiliencia, lo que servirá para planificar acciones de conservación en esta zona.

Es importante saber, por ejemplo, si comparten cierta relación de parentesco o son entidades individuales, una información básica para plantear estrategias de conservación conjuntas o personalizadas.

En la isla de El Hierro, concretamente, los buceadores de Under the Pole y del Instituto Universitario Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos de la Universidad de Las Palmas observaron cómo las erupciones volcánicas submarinas del volcán Tagoro acaecidas en 2011 afectaron a los bosques de coral negro, y analizaron los mecanismos de recolonización de los especímenes y su capacidad de resistencia frente a estos eventos naturales. 

Sin duda, la campaña DEEPLIFE del programa Under the Pole ha dejado tras de sí enormes frutos científicos. Y una vez finalizada en Canarias, el equipo de investigadores puso rumbo al Caribe.

Este próximo año, en 2024, planean estudiar esos bosques de animales tan llenos de vida que atesora el Mediterráneo. ¿Qué averiguarán en sus periplos marítimos? Con toda seguridad, unos datos que nos permitirán progresar en la conservación de nuestro planeta, un paso esencial, como decía el ecólogo estadounidense Aldo Leopold, para conseguir un estado de armonía entre el ser humano y la Tierra.

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