La historia de Pitágoras, el célebre matemático y filósofo griego que vivió en el siglo VI a.C. , está plagada de curiosidades y sucesos de lo más interesantes y fascinantes. Aunque a menudo es recordado por su teorema, el cual lleva su nombre y es fundamental en la geometría matemática, Pitágoras también es autor de otras anécdotas que buscan revelar la genialidad de este personaje. Una de ellas es la conocida popularmente como Los Martillos de Pitágoras, y cuenta cómo, tan solo escuchando el sonido de unos martillos en una herrería, el filósofo fue capaz de descubrir los fundamentos de la música y la existencia de los intervalos musicales, dejando al descubierto su gran perspicacia.

LOS MARTILLOS DE PITÁGORAS

La anécdota plantea a un Pitágoras deseoso de encontrar la manera de adquirir un criterio y detallado acerca de las consonancias, es decir, una norma que dictaminase cómo algunos intervalos musicales podían ser menos tensos que otros. En otras palabras, podríamos decir que dos notas consonantes son aquellas que suenan bien en el oído cuando se tocan al mismo tiempo, mientras que las disonantes serán aquellas que no sean agradables de oír.

En ese contexto, se dice que se encontraba Pitágoras caminando por el exterior de una herrería, cuando casualmente escuchó como el golpear de unos martillos emitía una única consonancia a partir de sonidos diferentes: a pesar de que cada martillo sonaba de una forma distinta, el ruido que emitían en conjunto estaba perfectamente sintonizado. Ante este hallazgo que parecía responder a las preguntas que el filósofo llevaba meses haciéndose, se acercó a la herrería para estudiar los martillos.

En un primer momento, Pitágoras pensó que el hecho de que cada martillo sonara de forma diferente era causa de la fuerza con que cada hombre lo golpeaba, por lo que la única diferencia entre ellos residía en la musculatura y potencia de cada uno de los portadores. Para comprobar esta idea, el filósofo les pidió que intercambiaran los martillos entre ellos y los hiciesen sonar pero, para su sorpresa, estaba equivocado: la diferencia en el sonido que emitían los martillos estaba en la propia herramienta y no tenía que ver con la fuerza con la que el hombre lo golpeara.

Así, al examinar los martillos, se dio cuenta de que cada uno tenía un peso diferente. De los cinco que había, dos de ellos, de los cuales uno pesaba exactamente el doble que el otro, producía la consonancia de la octava. Por su parte, el martillo que pesaba el doble, producía con un tercer martillo una cuarta, pues se encontraba en proporción 12:9, y con un cuarto, con el que estaba en relación 12:8, una quinta. Con estos conocimientos, Platón pudo determinar la relación que existía entre cada uno de los intervalos de consonancias musicales, desconocidos hasta ese momento.

UNA LEYENDA FALSA

Aunque se trata de una anécdota de lo más interesante, que además plantea a Pitágoras como un gran sabio que, solo con su oído, fue capaz de descubrir intervalos musicales, la verdad es que todo apunta a que se trata de una historia falsa creada por la propia escuela pitagórica para realzar la figura del filósofo. Es cierto que a través del uso de los intervalos es posible desarrollar la escala diatónica, que es la usada posteriormente en las composiciones de música clásica y hoy en día, y puede ser que Pitágoras hubiera influido en ese descubrimiento con sus enseñanzas, pero no es posible que los hechos hayan ocurrido como se cuentan en la historia de los martillos.

Los expertos apuntan a que, para determinar esas relaciones entre los martillos de forma correcta, habrían sido necesarias también unas cuerdas y que, además, las proporciones mencionadas en la anécdota no guardan la misma relación con el peso de los martillos y los tonos producidos. Sin embargo, sí está demostrado que los matemáticos de la escuela pitagórica utilizaron los cuatro valores utilizados en el mito de los martillos para demostrar que el sonido era cuantitativo y que, en realidad, los intervalos matemáticos pueden ser calculados, sin ningún problema, científicamente valiéndose de ciertas proporciones.

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