Puede que la idea de los espejismos como la ilusión óptica que te hace ver grandes oasis y zonas verdes en el desierto, cuando estas realmente no existen, te parezca algo lejano más propio de las películas y de oriente que de la región en la que vives. Sin embargo, seguro que, en alguna ocasión, en los días de verano, te ha parecido ver agua sobre el asfalto en medio de las carreteras iluminadas por el abrasante Sol. Pues bien, esa experiencia tan común es también un espejismo.

Se conoce así como espejismo, no solo a esas experiencias que se viven en el desierto, sino que a cualquier ilusión óptica causada por la desviación de los rayos de luz debido a las extremas temperaturas, los cuales producirán una imagen desplazada de un objeto real. De hecho, es una ilusión óptica que ocurre de verdad y no solamente como una alucinación en la mente del individuo: es posible capturarlo en una fotografía a través de una cámara.

¿CÓMO SE PRODUCE UN ESPEJISMO?

Tal y como sientes los rayos del Sol calentándote la piel en los días de verano, este también es capaz de aumentar la temperatura del resto de objetos que ilumina, incluso el del aire que va atravesando. De hecho, este aire caliente, tiene la característica de que pesa más que el frío, por lo que, en los días de calor, tiende a quedarse más pegado a la superficie terrestre, mientras que el de menor temperatura asciende y se coloca por encima. Esto crea un gradiente de temperaturas en el propio aire, donde el más pegado al suelo es el más caliente y el más alejado el más frío.

Esa diferencia de temperatura implica también otros cambios en las características de cada de aire, de forma que, por ejemplo, el aire a diferente temperatura tendrá también diferente densidad y, por consiguiente, distinto índice de refracción. Pero, ¿qué es el índice de refracción? Pues bien, se puede definir como una medida de la velocidad a la que se puede mover el aire en su interior: a mayor índice de refracción, la velocidad en la que la luz se mueve en él será menor. De esa forma, cuando la luz se mueve por ese aire dividido en capas, su velocidad cambiará según la temperatura a la que este se encuentre, lo que derivará también un cambio en el ángulo de movimiento al pasar de una capa a otra. Esto se conoce como refracción parcial.

Sin embargo, cuando se produce un espejismo, este efecto ocurre con gran violencia. Se trata de ocasiones en las que, por unas u otras razones – por ejemplo, un calentamiento muy grande de las primeras capas de aire debido a la gran temperatura que alcanza el asfalto-  las capas de aire se encuentran a temperaturas muy diferentes y la variación en la densidad es muy pronunciada. En estos casos, el cambio de ángulo es tan grande, que la luz se acaba doblando por completo, desviando la imagen de los objetos y ofreciendo su visión en puntos desplazados a donde realmente se encuentran.

TIPOS DE ESPEJISMOS

No obstante, en función de cómo sea la curvatura de esos rayos de luz, podremos percibir diferentes tipos de espejismos. Si nos encontramos ante el caso más común, que es el de los días soleados, donde el aire cercano al suelo se calienta mucho más que el resto debido a la luz que se refleja y al calor que irradia la propia superficie, estaremos hablando de espejismos inferiores. Son casos donde la imagen de los objetos suele proceder del cielo despejado y se curva en dirección ascendente hacia el observador. El ejemplo más común es en el que la luz del cielo aparece como si fuese agua sobre el suelo caliente, como ocurre sobre el asfalto o la arena ardiendo.

Sin embargo, existe también el caso contrario, en el cual la superficie se encuentra a temperaturas muy bajas o, incluso, congelada, de forma que la temperatura del aire situado justo sobre ella es muchísimo menor a la de las capas que se encuentran por encima. Se conoce como espejismo superior y en él la luz de los objetos se desvía hacia abajo, de forma que los objetos alejados parecen encontrarse mucho más altos de lo que realmente están.

Finalmente, existe un tipo de espejismo superior algo más complejo al que se conoce como Fata Morgana. Ocurre normalmente en las costas nórdicas y sobre mares con temperaturas muy bajas, donde la diferencia de densidad entre las capas de aire es muy abrupta. Se trata de un fenómeno donde la distorsión es horizontal y vertical, por lo que aparecen patrones en los que los objetos se ven invertidos y elevados. Un ejemplo muy común de este fenómeno son barcos que parecen navegar por las nubes.

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