Investigaciones recientes han puesto en evidencia que incluso pacientes con síntomas leves de COVID-19 podrían enfrentarse a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Este riesgo se incrementa especialmente en personas mayores que ya presentan acumulación de materia grasa en sus vasos sanguíneos. 

 

Ahora, un estudio pionero ha descubierto que el virus puede infectar directamente las arterias del corazón, una revelación que no solo sorprende sino que también enciende alarmas sobre las complicaciones cardiovasculares a largo plazo en pacientes recuperados.

La investigación, liderada por la cardióloga Chiara Giannarelli, de NYU Langone Health, encontró material genético viral en las arterias coronarias meses después de la recuperación del COVID-19, sugiriendo que el virus no solo es capaz de infectar, sino también de persistir en el sistema cardiovascular. Esta persistencia podría inflamar las placas de ateroma, aumentando la probabilidad de que se desprendan y provoquen un infarto o un derrame cerebral.

El SARS-CoV-2 y la inflamación arterial

Los macrofagos, células inmunes que normalmente protegen al cuerpo de infecciones, pueden convertirse en un caballo de Troya cuando están cargados de colesterol, transformándose en células espumosas que favorecen la formación de placas ateroscleróticas

El SARS-CoV-2 ha demostrado su habilidad para infectar y crecer dentro de estas células en cultivos de laboratorio, lo que sugiere que las células espumosas podrían actuar como reservorios del virus. Esta interacción entre el virus y las células del sistema inmunitario no solo aumenta la persistencia del virus sino que también agrava la severidad de la enfermedad.

Además, cuando los macrofagos y las células espumosas son infectadas por el virus, liberan citoquinas, pequeñas proteínas que pueden aumentar la inflamación y la formación de nuevas placas en las arterias. 

Este fenómeno podría explicar la presencia de complicaciones cardiovasculares a largo plazo en pacientes recuperados de COVID-19, estableciendo un nexo directo entre la inflamación de las placas ateroscleróticas y el virus.

Hacia un nuevo entendimiento de las enfermedades cardíacas post-COVID

Aunque este estudio abre nuevas vías de comprensión sobre cómo el COVID-19 puede alterar la salud cardíaca, es necesario realizar más investigaciones para comprender completamente las diversas maneras en que la enfermedad puede modificar el funcionamiento del corazón. 

Este estudio sólo analizó 27 muestras de ocho pacientes ancianos fallecidos, todos los cuales ya tenían enfermedad de las arterias coronarias y estaban infectados con las cepas originales del virus. Por lo tanto, los resultados de este estudio no se aplican necesariamente a personas más jóvenes sin enfermedad de las arterias coronarias; o a nuevas variantes del virus, que provocan una enfermedad algo más leve.

Con todo, es crucial que las personas que han padecido COVID-19 permanezcan vigilantes ante la aparición de nuevos síntomas como falta de aliento al realizar esfuerzos, molestias en el pecho, especialmente durante la actividad física, ritmos cardíacos irregulares y desmayos. Ante estos signos, es esencial consultar al médico para evaluar la posibilidad de una afección cardíaca subyacente.

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