Pocos personajes en la historia han demostrado poseer una curiosidad y un deseo por conocer el pasado tan grande como el de la paleontóloga, zoóloga y ornitóloga Dorothea Bate. Empeñada en desenterrar el pasado, esta pionera marcó la historia al convertirse en la primera mujer contratada como científica por el Museo de Historia Natural de Londres. Además, sus hallazgos y descubrimientos sembraron un legado que perdura a día de hoy, destacando el hallazgo del primer Myotragus Balearicus en la isla de Mallorca, fósiles de tortugas gigantes, hipopótamos, o los restos de los primeros elefantes fuera del territorio africano.

PIONERA EN PALEONTOLOGÍA

Dorothea Bate nació el 3 de noviembre de 1878 en la localidad de Carmathen, en Gales. Aunque desde pequeña mostró un gran interés por las ciencias naturales y la biología, jamás tuvo la oportunidad de acceder a una educación superior debido a su condición de mujer. Esta situación contrasta con la de su hermana, la cual sí pudo formarse en música ya que el ámbito de las artes, al contrario que el de la ciencia, sí era considerado “más adecuado” para una mujer.

Sin embargo, la mudanza familiar a la región de Gloucestershire, una zona con abundantes cuevas y formaciones de piedra caliza, cambió por completo la vida de Dorothea, pues le permitió formarse de manera autodidacta en paleontología, excavando con sus propias manos y material las zonas rocosas de la zona y descubriendo así ciertos fósiles no hallados hasta ese momento. De hecho, su talento era tan asombroso que, sin haber tenido una formación oficial, fue contratada con tan solo 19 años por el Museo de Historia Natural de Londres, convirtiéndose en la primera mujer en obtener un puesto así.

Aun así, este empleo no podía considerarse como “oficial”, sino un tanto enmascarado, pues en aquel momento el trabajo de mujeres estaba prohibido, por lo cual solamente le pagaban a destajo, es decir, por la cantidad y la calidad de las muestras que proporcionaba al museo. De todas formas, para Dorothea eso no era un problema: viajaba sola a todos los lugares que podía y no dudaba en lanzarse a cualquier barranco o zona rocosa si eso suponía poder desenterrar algún fósil nuevo.

Trabajó en el Departamento de Zoología del Museo de Historia Natural durante 50 años, en los cuales se formó en ornitología, paleontología, geología y anatomía. Sin embargo, con 22 años, cuando publicó su primer artículo en la revista científica Geological Magazine, Dorothea ya había descubierto un total de 15 especies de mamíferos y aves del periodo del Pleistoceno.

En el año 1937 y como un acto de lo más excepcional por la calidad de su carrera como paleontóloga y como reconocimiento de todas sus aportaciones, Dortohea fue nombrada como profesora en una cátedra en la Universidad de Cambridge. Sin embargo, siguió enfrentándose a las barreras de género, pues en la Royal Society de Londres no le era permitido exponer ni presentar sus trabajos, ni tampoco gozar de una voz autorizada como científica, al contrario que sus compañeros varones.

EXPLORACIÓN DEL MEDITERRÁNEO

Entre los años 1901 y 1911, Dorothea hizo una de las expediciones más grandes de toda su carrera en varias islas del Mediterráneo. Viajó por Creta, Chipre y las Islas Baleares, desenterrando diferentes fósiles y haciendo algunos de los mayores hallazgos del ámbito de la paleontología. En Chipre encontró múltiples fósiles de elefantes pigmeos e hipopótamos, mientras que en Mallorca descubrió una especie ya extinta de artiodáctilo (una mezcla entre cabra y rata) al que designó Myotragus Balearicus. En esta isla también desenterró restos de tortugas gigantes y del lirón gigante de Mallorca, el Hypnomys morpheus.

Por si fuera poco, a lo largo de este viaje, Dorothea consiguió evidenciar con sus descubrimientos los rápidos cambios evolutivos en las diferentes especies. Por ejemplo, observó que, debido a la escasez de alimentos, muchos animales de gran tamaño se volvían más pequeños y robustos con el paso del tiempo, mientras que otros más diminutos tendían a aumentar su tamaño cuando no había evidencia de depredadores en su entorno.

HALLAZGOS INSÓLITOS EN BELÉN

Otro de los episodios más fascinantes de la vida de Bate ocurrió durante el año 1929. En ese periodo, la arqueóloga Dorothy Garrod se encontraba trabajando en diferentes excavaciones en las cuevas del Monte Carmelo, una cordillera situada al norte de Israel. Al realizar diferentes hallazgos inesperados, comenzó a enviárselos a Dorothea Bate para que esta los examinara y catalogara. Sin embargo, la calidad de los fósiles la obligó a desplazarse hasta la zona y trabajar junto a Garrod de forma conjunta en los trabajos de campo.

Para el año 1934, habían desenterrado los restos fósiles de 52 especies juntas, incluyendo los artiodáctilos Dama mesopotámica y Gazella. Estos hallazgos permitieron a Bate desarrollar una carta de clasificación conocida como Dama-Gazella que, actualmente, es utilizada por los científicos para estudiar los diferentes cambios climáticos ocurridos en el periodo en que los seres humanos habitaban las cuevas de esa región.

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