En 1978 el presidente de la República Popular de China, Deng Xiaoping, regaló a los reyes de España dos pandas gigantes con motivo de la primera visita oficial de los monarcas al país asiático después del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, formalizadas 5 años antes. Tras fallidas tentativas de reproducción entre la pareja de plantígrados, en 1982 la hembra fue inseminada con el semen de otro macho que residía en el zoo de Londres. La buena noticia no tardó en llegar. A los cinco meses nacieron dos crías: un macho y una hembra, de los que solo sobrevivió el primero. Aquel cachorro se convirtió en una celebridad, como recogen las crónicas de la época. “El suceso ha causado gran sensación en todo el mundo, tanto por la dificultad que supone la reproducción de esta especie en cautividad como por el hecho insólito del parto gemelar”, publicaba el diario ABC en la edición del día 5 de septiembre de aquel año. No era para menos. Del millar de pandas que entonces había en todo el mundo, menos de 11 se encontraban fuera de China, y solo España y México habían conseguido reproducir ejemplares en cautividad, lo que convertía al panda neonato en el primer ejemplar nacido por este procedimiento fuera de China. 

Superado el momento de euforia, tocaba bautizar al cachorro. Recibió el encargo Tatiana Fisac, una de las contadas sinólogas españolas que había en aquella época, quien le puso el nombre de Chu-Lin, que, en mandarín, significa, “Tesoro entre los bambúes”, un término al mismo tiempo con reminiscencias castizas a los habitantes de la capital de España. El nacimiento del panda fue un auténtico hito, no solo del zoo de Madrid, sino del mundo de la conservación de esta especie amenazada. Llegó a figurar en el libro Guinness de los récords, al ser considerado el animal más caro del mundo, con un precio estimado de más de un millón de libras esterlinas. 

 

La fama de Chu-Lin trascendió más allá de las puertas del zoo. Cada cumpleaños era una auténtica fiesta y se multiplicaban las cartas y telegramas de felicitaciones al pequeño panda, que se convirtió en un fenómeno social de la época y un referente para los más pequeños. Fue objeto de numerosas crónicas en los medios de comunicación e incluso le dedicaron un tema musical llamado “La canción del panda”, del grupo infantil Enrique y Ana. La popularidad creció hasta tal punto que la revista Cambio 16 lo nombró personaje del año junto a otras personalidades de la época, como Montserrat Caballé. 

El fatal desenlace de Chu-Lin dejó a España sin pandas

Pero la alegría del primer panda nacido en España duraría muy poco. ‘Es el panda, un osito que no anda’, rezaba el chirriante estribillo de la canción de Enrique y Ana. Chu-Lin andaba, aunque a veces con dificultades. Sufría una extrema debilidad que hizo temer por su salud en numerosas ocasiones. Incluso llegó a ser transportado en ambulancia a la clínica Ruber de Madrid, uno de los centros médicos favoritos de la Casa Real por aquella época, para que se le realizaran unos análisis. Según una crónica del diario El País de aquellos tiempos, los directivos de la conocida clínica se negaban a tratar a un animal en sus instalaciones, aunque cedieron después de que el alcalde de Madrid pidiera los permisos al Ministerio de Sanidad. 

Aunque el panda logró recuperarse, el 30 de abril de 1996 falleció de forma súbita e inesperada como consecuencia de una prostatitis no diagnosticada. Su muerte fue un doble golpe para el Zoo de Madrid, pues dejó a la instalación sin pandas por unos años. El padre adoptivo de Chu-Lin, Chang-Chang, había fallecido un año antes y su madre lo había hecho el 1983. Antes de que el joven panda expirase, el Zoo trabajaba desde hacía tiempo para que Pekín cediera una hembra que le hiciera compañía, pero las autoridades chinas habían endurecido las condiciones para la cesión de pandas gigantes a otros parques. La ‘diplomacia del panda’ llegó a precisar de la medicación de los reyes de España con motivo de un viaje oficial realizado en marzo de 1995, pero Chu-Lin pereció antes de que le encontraran una compañera. 

Los nuevos pandas llegaron en septiembre de 2007 procedentes de Chengdu: se trataba de la hembra Hui Zui Ba, de cuatro años de edad, y el macho Bingxing, de seis. Se adaptaron sin problemas, pero, igual que ocurrió a sus predecesores, no parecían estar interesados el uno por el otro. Los veterinarios acabaron inseminando artificialmente a la hembra, que en 2010 dio a luz a los gemelos DeDe y Po. Desde entonces, si hay una capital europea del panda gigante, sin duda sería la ciudad de Madrid. Desde el nacimiento de Chu-Lin en 1982, ya son siete las crías de oso panda que han visto la luz en la capital de España: los citados Po Dede, nacidos en 2010, Xing Biao, en 2013, Chulina, en 2016 y Jiu Jiu y You You, estos últimos en 2021.

Un panda para la posteridad 

De todos modos, la súbita muerte no acabó con su popularidad, sino más bien todo lo contrario. Su recuerdo se perpetuó gracias a los numerosos homenajes y recordatorios que se le han hecho desde entonces. En el recinto de los pandas del Zoo Aquarium de Madrid luce una escultura de bronce inaugurada en 1997 por la reina Sofía con una placa en la que se lee la inscripción ‘Los niños a Chu-Lin”, sufragada parcialmente por aportaciones particulares de ciudadanos que querían perpetuar su recuerdo. No es el único reconocimiento. Los responsables del zoo decidieron disecar al pequeño panda, y sus progenitores para recordar su legado. En 2012, los restos fueron donados al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN-CSIC), donde el panda más famoso de España se exhibe desde 2016 dentro del área de conservación del área de biodiversidad de la instalación. Tuvieron que pasar casi 15 años hasta que volviera a nacer un panda en Madrid. También fueron gemelos: Po y Dede, así como Jiu Jiu y You You. Todos sobrevivieron, como lo hizo el recuerdo del célebre Chu-Lin. 

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