En noviembre de 1922, el arqueólogo Howard Carter dio con el que sería el descubrimiento arqueológico del siglo: había encontrado la tumba de Tutankamón después de años de excavaciones infructuosas. Se topó fortuitamente con una escalera enterrada que conducía a los primeros escalones de una tumba que, por suerte, no había sido saqueada como sí había ocurrido con muchas otras durante cientos de años antes. Cuando accedió a la cámara funeraria, encendió una vela para ver lo que contenía. Su compañero Lord Carnarvon preguntó con impaciencia: «¿Ve algo?», y Carter respondió: «Sí. Es maravilloso». Un trono de oro, estatuas doradas, criaturas fantásticas… se encontraba delante de un tesoro inédito en la historia de la arqueología. Encontraron un sepulcro prácticamente intacto que contenía más de 5.000 objetos.

Facebook Comments