Cuando hablamos de animales domésticos, especialmente de mascotas, es habitual usar el concepto de raza; término que a menudo resulta confuso y da lugar a equívocos y debates. ¿Qué define que un animal sea “de raza”, un cruce o un mestizo? ¿Cuándo es correcto usar estos términos? ¿Existen realmente las razas o son una clasificación artificial?

¿Qué es una raza?

Para empezar habría que definir, en primer lugar, qué entendemos por raza. Este término se usa para subdividir algunas especies en base a sus rasgos fenotípicos, es decir, aquellas expresiones del código genético que dan como resultado un aspecto visible distinto entre individuos de la misma especie. Generalmente se limita su uso a los animales domesticados por el ser humano y no suele aplicarse a especies silvestres.

La definición de una raza implica establecer una serie de características fenotípicas características de dicha raza. En líneas generales esto se refiere al tamaño, la silueta, y el color y textura del pelaje; y en lo particular, a determinados rasgos propios de la especie como pueden ser los cuernos o las ubres en bovinos y caprinos.

En el caso de los animales de granja estas características vienen definidas por las diversas variantes geográficas: un ejemplo claro son las vacas de las Highlands, cuyo pelaje largo y lanudo es un resultado de su adaptación a las Tierras Altas de Escocia. Sin embargo, cuando hablamos de mascotas la cosa se complica ya que no existe una distribución geográfica uniforme de las razas y estas no son un resultado de la adaptación, sino de la selección artificial de determinados rasgos.

Cómo se definen las razas de mascotas

Al hablar de razas de mascotas nos referiremos a las dos especies más comunes: el perro (Canis lupus familiaris) y el gato (Felis silvestris catus); ya que otros animales, aunque se hayan convertido en mascotas, no fueron criados originalmente con este propósito.

La clasificación de estas especies en razas es relativamente reciente: hasta principios de la Edad Moderna los perros se subdividían en grupos muy generales según su complexión física y los gatos no se clasificaban más que por su procedencia geográfica o la densidad de su pelo. Fue el inicio de la cría selectiva de mascotas lo que fue creando grupos con características concretas y con ello la etiqueta de raza.

Al contrario de lo que sucede en los animales de granja, cuyas variantes suelen ser resultado de una adaptación geográfica, los factores que definen una raza canina o felina son definidos artificialmente: es decir, cada una tiene un determinado aspecto solo porque alguien ha decidido que debe tenerlo; los parámetros que la definen, como el pelaje o el tamaño, no responden a otro criterio que los estándares definidos por las federaciones internacionales y asociaciones de criadores.

Muchas razas, sin embargo, permiten una cierta flexibilidad en algunos aspectos fenotípicos como el color del pelaje, que conforman una subcategoría llamada “variantes” o “tipos”. Esto se refiere a grupos que, aun manteniendo las características definitorias de la raza, presentan linajes separados, a menudo fruto de la introducción de razas distintas en el proceso de cría.

Las variantes se definen por unos pocos rasgos (a veces, solo uno) que distinguen ligeramente el aspecto de los individuos pertenecientes a una misma raza. En el caso de los gatos esta subdivisión es relativamente simple y se suele referir al color y densidad del pelaje; y, en algunas razas, a la longitud de la cola. El caso de los perros es más complejo y hay múltiples criterios para definir estas variantes, siendo los más habituales:

El lugar en el que se originaron (tipo británico, americano, etc).Su función (algunas razas se subdividen en los linajes de trabajo y los de exhibición o compañía).El color del pelaje (crema, chocolate, negro…).La longitud del pelaje (pelo corto o largo).La complexión del cuerpo.La forma de la cabeza.Tamaño del animal en algunas razas como el schnauzer (miniatura, estándar y gigante).

Al hablar de razas es inevitable hablar de otros dos conceptos, el de mestizo y el de cruce. Aunque ambos se refieren a animales que no pertenecen a una raza concreta, hay una diferencia: los animales cruzados son mezclas intencionales de razas concretas con el objetivo de obtener determinadas características de ambos progenitores. Si son lo bastante populares, pueden llegar a ser reconocidos como razas híbridas: un ejemplo es el labradoodle, un cruce entre caniche y labrador retriever que se crió porque su pelaje no provoca reacciones alérgicas.

De hecho, las razas oficiales a menudo se han originado a partir de estos cruces hasta que son reconocidos como raza propia: es el caso del popular golden retriever, que originalmente era considerado una variante del retriever de pelo liso; o del icónico San Bernardo, que nació cruzando el extinto mastín de los Alpes con otros perros. A fin de cuentas, el concepto de raza es subjetivo y, por lo tanto, termina siendo una cuestión de consenso.

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