¿Tienen nombres propios los animales? No los que les podamos poner los humanos, sino llamadas distintivas que ellos usan para comunicarse entre sí. La respuesta es que sí: varias especies utilizan el equivalente a los nombres propios en su lenguaje; y ahora, una investigación realizada en Kenia ha demostrado que los elefantes tienen “nombres”, aunque nosotros no podemos oírlos.

En una conferencia online del Simons Institute, un instituto de investigación ligado a la Universidad de California en Berkeley (EEUU), el ecólogo Michael Pardo ha explicado los resultados del estudio que él y sus compañeros realizaron sobre los elefantes africanos de sabana (Loxodonta africana) del Parque Nacional de Amboseli, en Kenia. La conferencia completa se puede ver (en inglés) en el siguiente vídeo:

Los nombres de los elefantes

Los elefantes se comunican entre sí usando diversos tipos de sonidos, entre ellos retumbos de baja frecuencia, inaudibles para los humanos, que se pueden transmitir a distancias de hasta seis kilómetros. Los investigadores grabaron 625 de estos sonidos y los clasificaron según el contexto en el que se producían. Al analizarlos mediante una inteligencia artificial, descubrieron que algunos de los retumbos (aproximadamente una quinta parte de los grabados) eran usados específicamente para dirigirse a individuos en particular.

Después, los investigadores reprodujeron algunos de estos retumbos a 17 de los elefantes y descubrieron que los individuos se movían más rápidamente hacia el sonido que identificaban como propio y también vocalizaban más rápido en respuesta: es decir, sabían que los estaban llamando por su nombre. También observaron que diferentes elefantes a menudo usaban el mismo tipo de retumbos para comunicarse con un receptor en concreto, por lo que estos nombres vocales no se identificaban con roles sociales, como “madre”.

A efectos de la comunicación entre elefantes, estos sonidos serían equivalentes a nombres propios, según los investigadores. Al fin y al cabo, los nombres humanos son fundamentalmente “etiquetas vocales”, es decir, conjuntos de sonidos que usamos para identificarnos entre nosotros; por lo tanto, las etiquetas vocales propias de otros lenguajes deberían ser consideradas también como nombres. Michael Pardo sostiene que la investigación de su equipo “difumina la línea entre lo que creemos que es único en el lenguaje humano y lo que se encuentra en otros sistemas de comunicación animal”.

Comunicación entre la manada

La comunicación tiene un peso especialmente importante en el caso de los animales que viven en manada, como los elefantes. Usan los sonidos para compartir información, para advertir de un peligro o para interactuar entre ellos. Por lo tanto, no es de extrañar que estos animales desarrollen etiquetas vocales para interpelarse mutuamente.

Una diferencia respecto a nuestra comunicación es que estos “nombres” pocas veces aparecen de forma aislada, como hacemos los humanos cuando, al dirigirnos a alguien, primero le llamamos por su nombre para tener su atención y luego transmitimos el mensaje propiamente dicho. Los elefantes lo hacen de forma distinta: “En lugar de constituir una llamada independiente, los nombres vocales de los elefantes pueden estar incrustados dentro de una llamada que al mismo tiempo transmite múltiples mensajes adicionales”, explican los investigadores.

Pardo, quien se especializa en ecología del comportamiento, subraya la importancia de este descubrimiento a la hora de entender que el lenguaje de otras especies tiene características que hasta ahora creíamos exclusivas del ser humano, y sostiene la importancia de seguir investigando en los patrones de comunicación animal.

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