No es un partido de grato recuerdo en Can Barça el del Girona en Montjuïc. Si bien el cuadro azulgrana tuvo buenas fases de juego, fue incapaz de cortar una hemorragia que fue agrandándose durante el encuentro y que terminó con ese 2-4 doloroso para los de Xavi e histórico para el equipo dirigido por Míchel.
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Fue un 10 de noviembre. El Barça venía de remontar el vuelo tras sembrar algunas dudas con sendas victorias de valor ante el Porto y el Atlético. Sin desplegar buen juego, pero mostrándose sólido. Y sumando, vaya, que era lo que se le demandaba al equipo.
GOLPE ENCIMA DE LA MESA DE LOS DE MÍCHEL
El cuadro gerundense aterrizaba en Montjuïc como el equipo revelación. Aunque todavía con esa ‘cantinela’ de que acabaría cayéndose el castillo de naipes más pronto que tarde.
Pero Barcelona, Montjuïc, acabó siendo la plaza donde los de Míchel dieron el golpe encima de la mesa y confirmaron a ojos de todo el mundo que iban muy en serio. Y que no se trataba de un proyecto ni de una racha pasajeros.
El Barça empezó bien. E incluso, como comentábamos, tuvo buenas fases de juego. Pero no fue capaz en ningún momento la hemorragia que se abrió por el canal interior izquierdo con un Miguel Gutiérrez que fue una pesadilla.
El jugador formado en la cantera del Real Madrid hizo un descosido y en ningún momento se encontró la fórmula desde el bando azulgrana para frenarlo. Junto a Savinho, convirtieron ese costado izquierdo en una autopista. Suyo fue el 1-2, por ahí llegó también el 2-4.
SIN ENCONTRAR LA FÓRMULA PARA CORTAR LA SANGRÍA
El Barça estuvo muy blando y los De Jong, Cancelo y compañía se mostraron impotentes. Miguel por dentro creo confusión. Lógicamente, es algo que el staff detectó y trabaja para que no se repita en Montilivi.
El Barça había recuperado solvencia defensiva estas últimas semanas tras unos primeros meses de competición con demasiadas fugas y errores individuales. Ante el Valencia volvieron a salir a relucir algunas carencias y Xavi es consciente de que en Montilivi habrá que estar al 100% de concentración porque cualquier error mínimo puede ser letal. Con mucho en juego.
