La capacidad de un animal para innovar o resolver problemas nuevos tiene probablemente importantes implicaciones para la rapidez con que puede adaptarse al cambio ambiental. Los elefantes asiáticos (Elephas maximus) que viven en cautividad han demostrado anteriormente estas habilidades, pero la resolución de problemas rara vez se estudia estudiado en una población en estado salvaje. Ahora, un equipo de científicos ha publicado una investigación en la que se detalla hasta qué punto son capaces de aprender por sí mismos el modo de resolver nuevos retos, por ejemplo. La investigación, publicada en la revista especializada Animal Behavior es la primera prueba documentada de la inteligencia individual de estos animales. 

«Este es el primer estudio de investigación que demuestra que los elefantes salvajes individuales tienen diferente disposición y capacidad para resolver problemas con el fin de conseguir comida», explica la autora principal del estudio Sarah Jacobson, doctoranda en psicología del Hunter College de la Universidad de Nueva York experta en el estudio de cognición animal. «Se trata de un conocimiento importante, pues la forma de pensar e innovar de los animales puede influir en su capacidad para sobrevivir en entornos que cambian rápidamente debido a la presencia humana».

A partir de cámaras trampa activadas con sensores de movimiento, los investigadores observaron el comportamiento de 77 elefantes asiáticos en el Santuario de Fauna Salvaje de Salakpra, en Kanchanaburi, en Thailandia. El reto consistía en abrir un rompecabezas consistente en tres compartimentos quedistintas combinaciones. La recompensa consistían en una variedad de yaca muy aromática. Así, las tres maniobras que debían llevar a cabo eran las siguientes: tirar de una cadena que abría la puerta hacia el elefante, empujar la puerta para que se abriera la caja o deslizando la puerta hacia la derecha. Los elefantes tenían que interactuar de forma independiente con estas cajas-rompecabezas para descubrir cómo se podían abrir los compartimentos.

Cuando compararon los resultados de las pruebas realizadas en estado salvaje con los de elefantes en cautividad, comprobaron patrones distintos.  “Descubrimos que había un mayor porcentaje de elefantes del zoológico que eran más innovadores (abrían más tipos de puertas) que los que se encontraban en libertad -explica Jacobson a National Geographic a través del correo electrónico.-algo que creemos responde a dos razones. En primer lugar, los elefantes del zoo tienen muchas menos distracciones cuando se les proporciona la caja, por lo que es probable que pasen más tiempo ocupados con el rompecabezas que los ejemplares salvajes, que deben estar atentos a posibles amenazas y buscar otros alimentos en su entorno natural. Además, los ejemplares en cautividad suelen disponer de dispositivos de enriquecimiento que les obligan a extraer comida, por lo que tienen más experiencia con este tipo de rompecabezas”.

Hasta 44 elefantes que se acercaron a las cajas interactuaron con ellas en algún momento, aunque se las ingeniaron de distinta manera. Sin embargo, los científicos encontraron una constante: aquellos individuos que lo hicieron con más frecuencia y persistencia tuvieron más éxito cuando debían extraer alimentos de los tres compartimentos dispuestos de forma diferente. Once ejemplares resolvieron un tipo de compartimento y 8 lo hicieron con dos puzles distintos. Cinco ejemplares, los más ingeniosos, resolvieron los tres tipos.

Lo que sorprendió a los científicos fue la facilidad con la que los elefantes aprendían nuevos comportamientos. «Para la mayoría de los ejemplares que observamos interactuando con el rompecabezas parecía que aprendían a abrir las puertas basándose en el aprendizaje por prueba y error a lo largo del tiempo», explica Jacobson, quien puntualiza que hubo un par de individuos que parecían haber aprendido muy rápidamente. «No sabemos si estaban demostrando su perspicacia, pero, en cualquier caso, creemos que estaban comprobando que eran capaces de hacer algo nuevo», apunta.

Elefante asiático: la especie más habituada al hombre

Elefantes y humanos han convivido desde hace miles de años en el continente asiático, lo que los convierte en una especie muy habituada al hombre, para bien y para mal. Durante muchos siglos, fueron ampliamente utilizados como animales de guerra y como medio de transporte: se usaban tanto para el transporte de mercancías como para la tala de árboles. Además, su comportamiento social es menos jerárquico que el de sus parientes africanos: sus estructuras son más flexibles, con lo que pueden asociarse con distintos clanes, o separarse de ellos momentáneamente, lo que les hace más propensos a adentrarse en nuevos territorios, con lo que no muestran temor a los asentamientos humanos, algo que aumenta considerablemente los encuentros no deseados.

«El aprendizaje en general, y especialmente el social, podría afectar a las interacciones con los humanos porque un elefante especialmente innovador puede transmitir lo que aprende -explica Jacobson-. Por ejemplo, si un individuo descubre cómo sortear una barrera que los humanos erigen para mantenerlos fuera de un campo de cultivo, como una valla eléctrica, otros con los que se asocian pueden aprender de la observación y entonces esa barrera será cada vez menos eficaz«.

«Los conflictos entre humanos y elefantes están aumentando debido a la pérdida de hábitat natural y a la invasión agrícola de su área de distribución», afirma el doctor Joshua Plotnik, investigador principal del estudio, profesor de psicología del Centro de Postgrado de la CUNY y del Hunter College, y asesor de tesis de Sarah Jacobson. «Investigar cómo estos animales son capaces de solucionar problemas por sí mismos puede aportar información para entender la flexibilidad cognitiva de estos animales en estado salvaje, y por ende, su posible impacto en la gestión de la conservación». Ellos nos conocen más de cerca. No está de más que nosotros también sepamos qué pueden llegar a hacer. Quizás así podamos protegerlos mejor.

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