En esta edición número 122 del Premio Nobel de la Paz, la distinción ha recaído sobre Narges Mohammadi, periodista y activista iraní, reconocida por su lucha incansable contra la opresión femenina en Irán, y su dedicación a promover la libertad y los derechos humanos.

 

Este reconocimiento resalta una vez más la lucha tenaz y los desafíos a los que se enfrentan las mujeres en Irán. Además, se da la circunstancia de que casualmente se cumplen dos décadas de que Shirin Ebadi fuera honrada con el mismo premio, lo que plantea interrogantes sobre la evolución de los derechos de las mujeres en la nación persa. 

El hecho de que, en un intervalo de veinte años, dos mujeres iraníes hayan sido reconocidas por su labor en pro de los derechos humanos y la paz, proyecta una sombra de estancamiento sobre los avances en materia de igualdad de género en Irán.

La periodista rebelde

Nacida en 1972 en la ciudad de Zanjan, ubicada en el noroeste de Irán, Narges Mohammadi se formó en el campo de la física y luego se consolidó como ingeniera. Paralelamente, inició una carrera en el periodismo, centrando sus esfuerzos en medios con una fuerte inclinación reformista. A sus 51 años, Mohammadi ha sido condenada a un total de 31 años de prisión en Irán por su incansable defensa de los derechos de las mujeres en un entorno de notoria opresión.

Su historial incluye trece detenciones y cinco sentencias, acumulando una condena que cumple actualmente en una cárcel de Teherán desde hace un año. Además, ha sido castigada con 154 latigazos, lo que la presidenta del Comité del Premio Nobel de la Paz, Berit Reiss-Andersen, ha calificado como un «elevado coste personal».

Sin embargo, el alcance de su activismo va más allá de la defensa de los derechos de las mujeres en Irán, un país donde las normas obligan a las mujeres a cubrirse con un velo. Mohammadi también ha extendido su activismo para abogar por los derechos humanos en general, oponiéndose a prácticas como la pena de muerte que siguen vigentes en su país natal.

En cuanto a su vida personal, su esposo señala que de los 24 años que han estado casados, solo han compartido de 5 a 6 años de vida en común debido a sus repetidas estancias en prisión. El premio, dotado con un millón de dólares, ha sido celebrado por su familia y destinado a todos los activistas iraníes. Hay una esperanza latente de que el régimen iraní permita a Mohammadi viajar a Oslo en diciembre para recibir el galardón en persona.

La situación de las mujeres iraníes

La situación de las mujeres en Irán es compleja y está profundamente arraigada en una mezcla de tradiciones culturales y leyes restrictivas. A pesar de que existen mujeres que ocupan posiciones de relevancia en el ámbito académico y profesional, la realidad es que el sistema legal y social aún subyuga y limita muchos aspectos de su autonomía. El código de vestimenta obligatorio y la discriminación sistemática son solo dos de las manifestaciones más visibles de una problemática más profunda.

Narges Mohammadi, al igual que Shirin Ebadi antes que ella, se ha destacado por su valentía y dedicación inquebrantable a la causa de los derechos humanos en un ambiente que es, en muchos aspectos, hostil hacia las voces disidentes. Mohammadi se ha enfrentado así al encarcelamiento y la persecución, pero su espíritu indomable continúa siendo una fuente de inspiración para muchas personas dentro y fuera de Irán.

Shirin Ebadi, por otro lado, ha sido una defensora infatigable de los derechos de las mujeres y los niños en Irán. Su galardón en 2003 fue un hito que trajo esperanza y visibilidad a la lucha por la igualdad de género en Irán. Sin embargo, el hecho de que dos décadas después otra mujer sea reconocida por una lucha similar, sugiere que los cambios sustanciales son lentos en materializarse.

No obstante, es importante advertir que estos reconocimientos internacionales son un reflejo del impacto y la relevancia de la labor de estas valientes mujeres, y resaltan la importancia de seguir trabajando por un Irán más inclusivo y justo.

Además, se pone de manifiesto la necesidad de una atención internacional continua hacia la situación de los derechos humanos en Irán, donde las voces de las mujeres, a pesar de las adversidades, siguen resonando con fuerza en la escena global.

Otros premios Nobel de la Paz

El Premio Nobel de la Paz es un prestigioso galardón que se otorga anualmente a individuos, organizaciones o movimientos que han hecho contribuciones significativas hacia la promoción de la paz y la resolución de conflictos. 

Según la voluntad de Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, este premio se debe otorgar a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y la celebración y promoción de congresos de paz. Estos han sido los últimos galardonados:

2022: El activista bielorruso de los Derechos Humanos Ales Bialiatski, la organización rusa Memorial y el Centro por las Libertades Civiles de Ucrania, por su notable esfuerzo para documentar crímenes de guerra, violaciones de derechos humanos y abusos de poder.

2021: Los periodistas Maria Ressa (Filipinas) y Dmitri Muratov (Rusia), por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión, una condición previa para la democracia y la paz duradera.

2020: Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, por sus esfuerzos en la lucha contra el hambre y mejorar las condiciones de paz en zonas de conflicto.

2019: Abiy Ahmed, Primer Ministro de Etiopía, por la reconciliación entre Etiopía y Eritrea.

2018: El ginecólogo Denis Mukwege (República Democrática del Congo) y la yazidí Nadia Murad, por sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra.

2017: Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), por su lucha para abolir este armamento.

2016: Juan Manuel Santos, por contribuir a poner fin a medio siglo de guerra interna en Colombia.

2015: Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez, que permitió salvar la transición democrática tunecina.

2014: Malala Yousafzai (Pakistán) y Kailash Satyarthi (India), por su combate contra la explotación de niños y jóvenes y por el derecho a la educación.

2013: Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), por sus esfuerzos para erradicar ese tipo de armamento de destrucción masiva.

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