Calentar, esterilizar, descongelar, ablandar… No cabe duda de que el microondas es uno de esos electrodomésticos multiusos que te sacan de diferentes apuros en el día a día en cuestión de minutos. Podría decirse que, a día de hoy, se ha convertido en uno de los objetos eléctricos indispensables en la mayoría de hogares.

Sin embargo, el microondas representa un ejemplo de uno de esos descubrimientos que suceden de forma accidental, conocidos en la ciencia bajo el término de serendipia. Además, desde su lanzamiento al mercado, se convirtió en todo un éxito, solo oscurecido por una serie de falsas creencias que lo tacharon, en múltiples ocasiones, de un elemento peligroso. 

UN DESCUBRIMIENTO FORTUITO

El 8 de octubre de 1945, el científico estadounidense Percy LeBaron Spencer presumía de poseer la patente de un nuevo invento: el microondas. Dos años más tarde, en 1947, lo sacaba al mercado como un armatoste de 2 metros de altura y que costaba, nada más y nada menos, que alrededor de 3.000 dólares. Sin embargo, debido a ese precio tan elevado, las primeras unidades se vendieron únicamente para suministro de comidas, en hospitales o campamentos militares.

Spencer era un hombre autodidacta que trabajaba en Raytheon Manufacturing Company, una pequeña empresa que se dedicaba a la electrónica militar. Así, tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, cuando los británicos inventaron el magnetrón, dispositivo base de los radares, la compañía se especializó en él, tratando de simplificar su fabricación y mejorar su funcionamiento.

Un día de 1945, Percy Spencer se encontraba caminando por un laboratorio de la compañía cuando pasó por delante de un magnetrón encendido y se dio cuenta de que la chocolatina de cacahuete que tenían en el bolsillo se había ablandando, convirtiéndose en una pasta pegajosa. Como no hacía calor y el suceso había ocurrido de forma muy repentina, el científico rápidamente comprendió que todo había sido efecto del magnetrón.

Interesado por el suceso, Spencer pidió que le llevasen diversos alimentos con los que experimentar y poder especular lo que estaba ocurriendo. De esta forma, colocó una bolsa de palomitas junto al magnetrón, las cuales comenzaron a estallar por todo el laboratorio, un huevo crudo que explotó al cocerse cerca del aparato, así como una tetera cuyo agua comenzó a hervir. El científico estadounidense acababa de descubrir el elemento en base al cual crearía el primer microondas meses después.

EL MAGNETRÓN: EL CORAZÓN DEL MICROONDAS

Ese aparato con el que trabaja Spencer, el magnetrón, es realmente la base de trabajo del microondas. Se trata de un dispositivo que consigue transformar la energía eléctrica en energía electromagnética en forma de ondas de pequeña longitud: las microondas. Su origen fue, principalmente, militar, pues pretendía alimentar a los radares mediante una fuente radioeléctrica de varios cientos de watios.

Al encender el microondas, se crea un circuito eléctrico que proporciona corriente al magnetrón, el cual, transforma esa electricidad en ondas muy pequeñas de alta potencia. Estas ondas son las que se emiten y penetran en los alimentos, interactuando con sus moléculas de agua y agitándolas, lo que genera calor y aumenta la temperatura del alimento.

Sin embargo, hay otros elementos que garantizan el correcto funcionamiento del microondas y uno de ellos es el ventilador.  Y es que, sin él, las ondas se dirigirían hacia una única dirección, produciendo el calentamiento en una pequeña parte de la comida. Gracias a él, es posible que se distribuyan de manera más uniforme, alcanzando el completo del alimento. Sin embargo, como es posible que las ondas reboten en las paredes del electrodoméstico, reduciendo la zona de impacto, es habitual que se dote de un plato giratorio que garantice un calentamiento homogéneo.

LOS MITOS MÁS COMUNES

A pesar de ser un electrodoméstico con un largo recorrido, sigue siendo uno de los que más sospechas presentan en cuanto a seguridad debido, en parte, a la gran cantidad de mitos que lo envuelven. El más antiguo de ellos, y quizás menos consistente a día de hoy, es que la composición de los alimentos se altera con su uso, lo cual es falso, pues las microondas únicamente hacen vibrar con más fuerza las moléculas para aumentar su energía y su temperatura pero en ningún caso las modifican o alteran.

Además, es muy común pensar que mirar de cerca el aparato puede ser dañino para la salud, debido a que las ondas pueden impactar bien en nosotros. Bien, este pensamiento es falso, siempre y cuando el aparato esté en buen estado. Si el microondas cumple todas las medidas de seguridad, será imposible que las ondas atraviesen las paredes y la rejilla de la puerta, por lo que será importante asegurarse de que el estado de nuestro dispositivo se analice con frecuencia.

Existe incluso el rumor de que el teléfono móvil es un aliado perfecto para comprobar si existen fugas o no en el microondas. Las voces populares aseguran que si introduces un teléfono móvil en su interior, cierras la puerta, haces una llamada y el teléfono suena, significa que el microondas no aísla por completo y que no es seguro. Sin embargo, esto es falso: los teléfonos móviles no utilizan la misma frecuencia que los microondas, por lo que los aislantes de uno no funcionan para el otro. Si que puede ser que, en algunos casos, la protección del microondas también impida que las emisiones telefónicas atraviesen su pantalla, pero no tiene nada que ver con la seguridad del dispositivo.

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