Un estudio publicado en la revista Evolutionary Biology ha descrito una nueva criatura prehistórica desconocida hasta ahora. Se trata de un reptil marino acorazado llamado Prosaurosphargis yingzishanensis, que vivió en las aguas de lo que hoy es el sur de China a principios del periodo Triásico, concretamente hace unos 250 millones de años.

Su particularidad, además de su antigüedad – 5 millones de años más antiguo que otras especies de su familia – radica en el hecho de que, al examinarlo, los investigadores han notado varias coincidencias anatómicas con otros reptiles prehistóricos que hasta ahora se consideraban más alejados entre sí evolutivamente.

Esto podría sugerir, según los autores, que los reptiles marinos prehistóricos podrían estar más estrechamente emparentados entre sí de lo que se creía hasta ahora. Proponen incluso que la distancia evolutiva que separa a estos antiguos reptiles marinos de los actuales podría ser más pequeña de lo que se creía, lo que podría reescribir el árbol genealógico de los reptiles en su conjunto.

Un reptil marino acorazado

El reptil descrito lleva el nombre de Prosaurosphargis yingzishanensis. Prosaurosphargis significaría “antiguo lagarto tortuga” mientras que yingzishanensis se refiere a la cantera de Yingzishan, en la provincia china de Hubei, donde fue descubierto el fósil en 2019. Pertenece a la familia Saurosphargidae, un grupo de reptiles marinos acorazados con costillas dorsales ensanchadas que les daban una silueta parecida a las tortugas.

Según los investigadores, esta criatura podía alcanzar una longitud de 1,5 metros y estaba cubierta de osteodermos. Los osteodermos son escamas y placas óseas que se encuentran en muchos reptiles vivos y dinosaurios con armadura. Probablemente era uno de los reptiles marinos más grandes que vivía en su ecosistema en ese momento, según el autor principal del estudio, Andrzej Wolniewicz, paleobiólogo de la Universidad Tecnológica de Hefei en China y la Academia de Ciencias de Polonia.

Wolniewicz señala que, al igual que otros reptiles acorazados, su revestimiento óseo era clave para vivir en hábitats de aguas poco profundas. Además de brindar protección contra los depredadores, este revestimiento pesado podría tener otra función: permitía a los reptiles marinos superar los problemas de flotabilidad al apelmazarlos, de modo que podían sumergirse más fácilmente para buscar alimento en el fondo marino, donde se encontrarían la mayoría de las presas.

Redibujando el árbol genealógico de los reptiles

Los saurosfárgidos (el grupo al que pertenece la especie descrita) son una familia de reptiles marinos del Triásico Temprano y Medio, que se caracterizan por poseer una «armadura dorsal» formada por costillas ensanchadas que forman una canasta cerrada en el pecho, rasgos aparentemente de transición entre las tortugas y otros reptiles. Estos animales han sido considerados durante mucho tiempo como una “familia hermana” de los sauropterigios, un superorden de reptiles marinos extintos que incluye criaturas con forma de tortugas acorazadas llamadas placodontos y depredadores de cuello largo como los plesiosaurios.

Sin embargo, al describir al Prosaurosphargis yingzishanensis, los autores de este estudio notaron una gran cantidad de similitudes entre esta especie y algunos sauropterigios parecidos a plesiosaurios, lo que sugiere que los dos grupos pueden estar más estrechamente relacionados de lo que se pensaba anteriormente. Como resultado, los autores del estudio propusieron que los saurosfárgidos deberían reclasificarse como un subgrupo de sauropterigios.

Pero no solo esto: los investigadores también creen que los sauropterigios y otros grupos de reptiles marinos, como los ictiosauromorfos, pueden estar más estrechamente relacionados de lo que se creía con el clado Archelosauria, un grupo que incluye tortugas y arcosaurios vivos y extintos, como los cocodrilos y las aves.

Todo esto podría redibujar notablemente el árbol evolutivo de los reptiles: lo que hasta ahora se consideraban grupos muy distantes de los reptiles prehistóricos, como los cocodrilos y las tortugas, podrían estar más estrechamente emparentados con ellos de lo que se pensaba.

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