Los animales pueden defenderse de sus enemigos naturales de varias formas. De entre todas ellas, una bastante elegante y efectiva es el mimetismo. 

El mimetismo animal es una estrategia de defensa que ciertas especies utilizan para protegerse de los depredadores al imitar a otros organismos o elementos de su entorno, adoptando sus colores, formas o comportamientos. 

Un ejemplo clásico de mimetismo lo encontramos en las serpientes de coral y las falsas corales. Las serpientes de coral son conocidas por sus colores brillantes y patrones distintivos de bandas rojas, amarillas y negras. Estos colores vibrantes funcionan como una advertencia para los depredadores, indicando que la serpiente es venenosa y peligrosa.

Por su parte, las falsas corales pertenecen a una familia diferente de serpientes, sin embargo, han desarrollado una estrategia de mimetismo fascinante: aunque en un patrón con un orden diferente, imitan los colores de la corales verdaderas, lo cual les otorga protección ante aquellos depredadores que han aprendido a evitar a las serpientes venenosas, al mismo tiempo que se ahorran tener que producir su propio veneno, algo muy costoso desde el punto de vista energético y metabólico. 

De este modo, muchas especies a menudo comparten características con otras formando interacciones miméticas o, como es el caso que nos ocupa hoy, en que se ven involucrados escarabajos bombarderos y chinches asesinas, formando auténticas alianzas.

Los escarabajos bombarderosPheropsophus occipitalis jessoensis- son insectos muy peculiares que se caracterizan por expulsar de sus cuerpos sustancias químicas tóxicas a una temperatura de hasta 100°C para repeler a enemigos como las ranas. Muchos tienen colores de advertencia que, ya de antemano, funcionan de modo disuasorio. 

Las llamadas chinches asesinasSirthenea flavipes- por su parte, exhiben un llamativo color corporal similar al del escarabajo bombardero con el que comparten hábitat en Japón. Pero el mimetismo no es la única arma de la chinche asesina, ya que esta cuenta con una afilada probóscide en forma de puñal con la que puede dañar a sus potenciales depredadores, las ranas. De hecho, se sabe que la picadura de este pequeño insecto puede causar un intenso dolor en los seres humanos. 

Sin embargo, aunque ambos insectos están bien defendidos y comparten coloración, la interacción mimética entre el escarabajo bombardero y la chinche asesina nunca había sido claramente documentada, motivo por el que los entomólogos japoneses Shinji Sugiura, de la Universidad de Kobe, y Masakazu Hayashi, de la Hoshizaki Green Foundation, decidieron profundizar en cómo y cuán efectivo resultaba este mecanismo de defensa. 

Fue así que descubrieron que, aunque ante el depredador compartido con la chinche asesina, la rana de estanque Pelophylax nigromaculatusco, la defensa del escarabajo bombardero resultaba mucho más eficaz, ambas especies se beneficiaban este mimetismo.

En el centro de Japón, la rana de estanque, Pelophylax nigromaculatus, coexiste con el escarabajo bombardero y la chinche asesina en el mismo hábitat. Así, la rana de estanque, que es bien conocida como depredadora de varios insectos, podría atacar potencialmente tanto al escarabajo bombardero y al insecto asesino en condiciones de campo.

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores observaron la respuesta de comportamiento de las ranas de estanque a los escarabajos bombarderos y las chinches asesinas en condiciones de laboratorio. 

Lo que descubrieron fue que, entre las ranas, el 100% rechazó los escarabajos bombarderos y el 75 % rechazó las chinches asesinas, lo que sugiere que la defensa del primero resulta mucho más efectiva ante este depredador natural de ambas especies.

Sin embargo, posteriormente, los investigadores también proporcionaron un escarabajo bombardero o una chinche asesina como potenciales presas, a una rana que ya había tenido una interacción con el insecto opuesto. Así, el equipo de Sugiura y Hayashi puedo comprobar que aquellas ranas que se habían encontrado previamente con una de las dos especies de insecto tenían menos probabilidades de atacar a la otra especie.

Específicamente, un historial de encuentro con chinches asesinas redujo la tasa de ataque hacia los escarabajos bombarderos por parte de las ranas de un 75% a 22% aproximadamente. Por otro lado, un historial de encuentros con escarabajos bombarderos redujo la tasa de ataque de las ranas a los insectos asesinos del 91% al 40%. Por lo tanto, según los autores, la interacción mimética entre el escarabajo bombardero y la chiche asesina podría ser considerada mutualista; una auténtica alianza en la que, aunque con distintas armas, dos insectos se «visten con el mismo uniforme» para hacer frente común ante un enemigo más poderoso. 

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