Todo empezó cuando un equipo de científicos del prestigioso Instituto Fedorov de Geofísica Aplicada en Moscú informó que había detectado varias erupciones solares particularmente potentes con posibles erupciones de clase X, que son la variedad más potente, esperadas para el lunes o martes de esta semana.

El reporte causó inquietud debido a que esta clase de erupciones puede liberar energía con la equivalencia a miles de millones de bombas de hidrógeno, y pueden crear tormentas de radiación que duran un largo tiempo.

Una erupción de clase X puede tener impactos significativos, no solo en nuestros sistemas de comunicaciones y redes eléctricas, sino también en los astronautas en el espacio, que están expuestos a niveles más altos de radiación durante estos eventos.

¿QUÉ SON LAS LLAMARADAS CANÍBAL?

Las eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) son grandes nubes de rápido movimiento de plasma magnetizado y radiación solar que ocasionalmente son arrojadas al espacio junto con las erupciones solares.

Estos días se dice que la eyección que estamos presenciando es “caníbal”. No es un término común y resulta alarmista, pero lo cierto es que el adjetivo nada tiene que ver con la intensidad o la peligrosidad del evento, sino con su formación.

Se considera que una CME es “caníbal” cuando una CME inicial es seguida por una segunda más rápida. Cuando la segunda CME alcanza a la primera nube, la engulle, creando una sola ola masiva de plasma.

Concretamente, el 14 de julio, nuestro Sol desencadenó una CME, acompañada de una erupción oscura. Esta última es una peculiar forma de llamarada solar que emite plasma de temperatura excepcionalmente baja, lo que le confiere una apariencia oscura en contraste con el brillo incandescente del resto de la superficie solar. El origen de esta actividad fue la mancha solar AR3370, una pequeña área oscura que, hasta ese momento, había permanecido en su mayoría fuera de los focos de atención.

Posteriormente, el 15 de julio, se produjo una segunda eyección, esta vez de mayor velocidad y originada en la mancha solar AR3363, que es considerablemente más grande que la AR3370.

Los expertos del Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) llevaron a cabo una simulación para prever el comportamiento de estas CME. Según los resultados de este modelo, se esperaba que la segunda CME, de mayor velocidad, alcanzara a la primera, originando la llamarada «caníbal»

CONSECUENCIAS DE LAS LLAMARADAS SOLARES

Las CME caníbales se vuelven más probables durante el máximo solar, el pico caótico del ciclo solar de aproximadamente 11 años. Durante este periodo, el número de manchas solares y las erupciones solares aumentan considerablemente, en tanto que el campo magnético solar se torna cada vez más inestable.

Los expertos en la materia habían anticipado inicialmente que el próximo máximo solar se produciría en el año 2025, y que sería relativamente débil en comparación con los ciclos solares que hemos experimentado en el pasado. Sin embargo, información reciente proporcionada por WordsSideKick.com sugiere que este pico de actividad solar podría materializarse antes de lo previsto, y que su intensidad podría ser mayor de la esperada.

La ocurrencia de fenómenos solares inusuales, como las mencionadas CMEs caníbales, apunta a que la llegada del máximo solar podría estar más próxima de lo que se creía originalmente.

Con todo, calcular las consecuencias para la Tierra es difícil. En primer lugar porque, para afectar a nuestro planeta, las tormentas solares deben estar apuntando en la dirección correcta en el momento correcto. Los aumentos en la actividad solar hacen que esto sea más probable, pero no garantizan que el planeta se verá afectado por más tormentas.

Si finalmente ocurriera, entonces tendría la capacidad de ionizar la atmósfera superior de la Tierra, lo que podría generar interrupciones en las señales de radio y satélite. Las tormentas más intensas, capaces de interrumpir las conexiones terrestres con los satélites, podrían causar la desactivación temporal de los sistemas de radio y GPS a larga distancia, llegando a afectar hasta la mitad del planeta. Aunque esto, por sí solo, podría considerarse un inconveniente menor, si un apagón de tal magnitud coincide con un desastre de mayor envergadura, como un terremoto o un tsunami, las consecuencias podrían ser catastróficas.

Además, las tormentas solares de gran intensidad pueden generar corrientes eléctricas en la Tierra que tienen el potencial de dañar infraestructuras de metal, como las redes eléctricas y las vías de tren más antiguas.

Los pasajeros de aviones no están exentos de los efectos de estas tormentas, ya que pueden estar expuestos a niveles de radiación más altos durante estos eventos. Sin embargo, aún no queda claro si las dosis de radiación serían lo suficientemente elevadas como para tener un impacto significativo en la salud.

Sea como fuere, los seres humanos tienen un alcance limitado para protegerse de los efectos directos de una tormenta solar, sin embargo, existen medidas de preparación que podemos adoptar. Estas incluyen la modificación de las rutas de los satélites, el aterrizaje anticipado de aviones y la identificación de la infraestructura que pueda ser vulnerable a dichos eventos.

Por lo tanto, es crucial que contemos con pronósticos de clima espacial cada vez más precisos, ya que estos pueden jugar un papel esencial en nuestra preparación para enfrentar las consecuencias más adversas de estas tormentas solares.

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