La ciencia y la tecnología suelen conquistar sus mayores progresos en tiempos de guerra. Sucedió así con los aviones y con los antibióticos, que pasaron por su fase de máximo desarrollo durante la Primera Guerra Mundial. Pero mucho antes, en el contexto de la Guerra de la Independencia estadounidense, el inventor David Bushnell construyó un medio de transporte estratégico hecho de madera, latón, bronce y brea que prometía proporcionar ventajas en las contiendas marinas, y que hoy -con la suma de alguna que otra innovación- conocemos como submarino.

Desde entonces, el buque al que hasta los Beatles dedicaron una canción ha ido evolucionando al mismo tiempo que el resto de aparatos. Como era de esperar, el Turtle -así se llamaba el submarino- de David Bushnell no tuvo mucho éxito en su momento, pero fue un paso clave que dio lugar a posteriores sofisticaciones. A día de hoy, el submarino no solo es un transporte de guerra, sino que también es utilizado para explorar las profundidades del océano

Cuando empezamos a comprender el comportamiento de los objetos en el agua, no podemos evitar fijarnos en que hay algunos que flotan y otras que se sumergen inmediatamente. En este sentido, lo que más curiosidad causa de los submarinos, los sumergibles y los minisubmarinos es que, además de realizar inmersiones a gran distancia de la superficie del mar, son capaces de ascender y descender a voluntad del piloto sin alterar su forma y su volumen. 

¿Cómo funcionan los submarinos?

La explicación al sistema de flotabilidad y hundimiento del submarino tiene su base en el principio de Arquímedes, el cual afirma que un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido -en este caso, el agua- será empujado hacia arriba con una fuerza igual al peso del volumen de líquido desplazado por dicho objeto. Entonces, ¿qué hace un submarino para conseguir no flotar? 

Los submarinos ascienden y descienden en el agua gracias a un sistema de tanques denominados «lastres«. Cuando necesitan aumentar su densidad para lograr hundirse, estos depósitos se llenan de agua. Y, por lo contrario, para emerger expulsan el líquido e inyectan aire a presión, consiguiendo así su flotabilidad. 

Antes de los años 50 del siglo pasado, estos vehículos subacuáticos requerían de propulsores diésel-eléctricos para hacer funcionar sus hélices y turbinas. Sin embargo, el uso de este sistema no era posible sin la absorción de oxígeno y la expulsión de dióxido de carbono, lo que obligaba a los pilotos a subir frecuentemente a la superficie para realizar esta maniobra. Ahora, en cambio, los submarinos usan combustible y reactores nucleares para generar vapor de agua y mover sus generadores de energía, y esto permite que puedan permanecer bajo el agua mucho más tiempo. 

¿Qué diferencia hay entre un submarino, un sumergible y un minisubmarino?

A medida que se fueron perfeccionando las técnicas de inmersión, empezaron a surgir vehículos similares al submarino pero con objetivos distintos. La idea de poder explorar el océano, observar restos de naufragios y realizar operaciones de rescate llevó a la creación de sumergibles y minisubmarinos que, al contrario de lo que se pueda pensar, presentan algunas diferencias respecto al clásico submarino. 

Como pudo verse en el reciente caso del Titan, un sumergible necesita de una nave nodriza para llegar al punto donde desea sumergirse. Es decir, no tiene la capacidad de desplazarse desde un puerto hacia el lugar de inmersión porque su energía es limitada. Además, es utilizado normalmente para la investigación científica o para expediciones turísticas al fondo marino y cuenta con una tripulación muy reducida.

Por otro lado, el minisubmarino, tal y como indica su nombre, se diferencia de los tradicionales por su tamaño y su peso. Para hacernos una idea, mientras que los submarinos Isaac Peral de la Armada Española (también llamados Clase S-80) pesan unas 2.960 toneladas, los minisubmarinos suelen rondar las 150 toneladas. 

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