Con la poderosa imagen de Francisco posando sus manos sobre el féretro de su predecesor, Benedicto XVI, tras el funeral concluye la «época de los dos papas», en la que después de un primer momento de sorpresa se consiguió un importante equilibrio entre las dos áreas de la Iglesia, una más progresista y la otra conservadora. Ahora, tras la muerte del emérito, se abre una nueva fase del pontificado.

Francisco siempre apreció la presencia de Benedicto XVI, que «en silencio todos estos años sostuvo la Iglesia», que era como «un abuelo en casa» y que cuando los miembros del ala más conservadora intentaron «utilizar» al papa emérito contra Jorge Bergoglio, fue el mismo Joseph Raztinger quien los frenó.

«La contingencia histórica que ha visto coexistir a dos sucesores de Pedro al mismo tiempo ha configurado una situación institucional inédita para la Iglesia, que también puede ser delicada. Tal vez alguien pensó en aprovecharse de ello, y tal vez incluso trató de sembrar la confusión. Pero no tuvo éxito en su intento…», resume el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, en una entrevista publicada hoy por el diario «Corriere della Sera».

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