Entre el fútbol masculino y el femenino hay una tercera categoría y es el fútbol masturbatorio, inventado por Xavi. Mucha fantasía, mucha cremita para el contorno de los ojos, mucha posturita ante el espejo; pero tras tanta teoría, y tanta ideación, acabamos jugando a otra cosa totalmente distinta de lo que imaginan el técnico y su hermano en sus alivios solitarios. El primer onanismo es Busquets, que fantaseamos que es el mejor mediocentro para el Barça en un contexto de equipo dominador, posicional, instalado en el campo rival. Pero no es lo que somos, aunque lo fuimos, ni mucho menos en Europa, como aprendimos en Milán, cuando Sergio llegó tarde a tapar el disparo de Çalhanoglu, autor del único gol del partido. Busquets es tan consciente de su realidad que no quiere renovar y la próxima temporada se marchará a jugar a Miami. La otra gran fantasía solitaria de Xavi es Dembélé, que cree que es un jugador que no es. Llevamos así desde el último tramo de la pasada temporada, con todo el fútbol pasando por él. Mucho más por él que por Pedri, la única luz. Xavi pone a Dembélé para que juegue como él querría que jugara y no por cómo juega en realidad, como tantos matrimonios que no van a ninguna parte. Con cargo a esta idea, claramente masturbatoria, en tanto que Dembélé no marca, sacrificamos a Raphinha a la izquierda, donde no sirve para nada. Hay algo revelador del Barça que vimos en San Siro: un solo pase entre Gavi y Pedri. El llamado ‘estilo Barça’ o el ‘Barça de Xavi’, con un centro del campo omnipotente, es otra de las fantasía que satisface el onanismo de los hermanos, pero luego ni jugamos ni competimos con esto, sino con Sergi Roberto entregando todos los balones a Dembélé para que sistemáticamente los pierda. Dos jugadores, por cierto, que permanecen en el equipo porque al precio que les pagamos nadie los quiso. Como también vimos en Milán, el único argumento ofensivo del Barça es el uno contra uno. Y Lewandowski solo no basta en la Champions. Si no nos alcanzaba ni con Messi, mucho menos con el polaco. El fútbol masturbatorio sólo sirve cuando todo sale perfecto, como en las películas en que los amantes parecen atletas; o con rivales menos exigentes, como en La Liga. El fútbol masturbatorio sólo vale para España y viaja mal cuando los contrincantes son duros de pelar y no te dejan jugar a lo que te da la gana. La principal característica del fútbol masturbatorio es su dañada relación con la realidad. La quejadera por los supuestos errores arbitrales es el signo inequívoco de los equipos y las personas que pierden porque creen que la culpa es de los demás. También estábamos encantados con que no teníamos lesionados y ahora medio equipo está de baja.

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