El martes pasado, en Pamplona, se disputó quizá el partido más extraño de la historia del fútbol femenino español. La campeona del mundo, Estados Unidos , se había desayunado esa misma mañana con un estremecedor informe sobre el abuso «sistemático» de jugadoras en su liga nacional, la NWSL, durante la última década. España, por su parte, se presentaba sin 15 de sus mejores jugadoras por un grave conflicto interno, derivado en escándalo público, que no tiene visos de resolverse pronto. En un año de profesionalización, crecimiento económico y récords de asistencia para el fútbol femenino, uno de los partidos más atractivos del mundo generaba atención mediática por motivos penosos y el seleccionador español, Jorge Vilda, era silbado por un sector de la afición. El motín de Las Rozas , que así se ha llamado, podía ser visto como la última sublevación de una serie que marca una diferencia tajante entre el fútbol jugado por hombres y por mujeres. «Cuando nosotros queríamos cargarnos a un entrenador», cuenta a este periódico un conocidísimo exfutbolista con experiencia en banquillos y despachos, «lo teníamos muy fácil: perdíamos tres partidos seguidos y le daban una patada en el culo. No termino de entender esta costumbre del sincericidio». El ‘sincericidio’, por el momento, no ha salido bien. Las estrellas del equipo nacional femenino no querían repetir la experiencia de 2015, cuando las jugadoras forzaron la destitución del entonces seleccionador, Ignacio Quereda, con una carta explosiva tras el Mundial de Canadá (después de aquel levantamiento exitoso, sus líderes prometieron al entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, que no lo repetirían jamás. Vero Boquete, en su nivel máximo, no volvió sin embargo a jugar un gran torneo con España). Hoy buscaban –y buscan– la renovación y profesionalización de una estructura que consideran «estancada» a través de conversaciones «privadas» y «constructivas», encabezadas por las jugadoras del FC Barcelona que conquistaron la Champions League en 2021. Pensaban –y piensan– que podrían llevar a España a la cumbre mundial el año próximo. Pero se encontraron con Luis Rubiales y su nueva Federación, que decidieron sacar todo a la luz pública y acabar con el diálogo. España, sin las amotinadas, tras derrotar a Estados Unidos Fuentes muy cercanas a este selecto grupo de 15 jugadoras reconocen a ABC que se han «equivocado» en las formas y en la táctica, habiendo permitido a Rubiales contraatacar con la divulgación de emails privados y una enérgica ratificación de su autoridad que consiguió vestir la maniobra de rabieta caprichosa para una parte de la opinión pública: lo que querrían esas jugadoras es destituir a Vilda, una revolución inaceptable; y hasta que depongan su actitud subversiva no volverán a vestir la camiseta roja. Una amenaza particularmente eficaz si se tiene en cuenta que el próximo Mundial comienza el próximo mes de julio, e indudablemente afilada por la victoria de la España ‘B’ contra Estados Unidos en Pamplona y el empate contra otra potencia, Suecia, unos días antes. Las rebeliones en los vestuarios del fútbol femenino no son extrañas, como ha podido comprobarse recientemente en el Barcelona, el Real Madrid o el Deportivo de la Coruña, entre otros. El caldo de cultivo de los casos de abuso y acoso a jugadoras registrados en muchos otros países justifican en ocasiones (y alientan en otras) insurrecciones imposibles de resistir. Y esa disparidad en la resolución de conflictos con el fútbol masculino, como coinciden todas las fuentes consultadas por este periódico (siempre bajo condición de anonimato, por el alto riesgo de incendio), no sería sino un símbolo más de las enormes diferencias entre ambos mundos, camuflada a veces por el constante discurso sobre la igualdad y la visibilización. Noticias Relacionadas estandar No Fútbol femenino – selección española España sacude a Estados Unidos sin las 15 amotinadas Sergi Font estandar No Fútbol femenino – Selección española Vilda: «Que todo el mundo recuerde el nombre de estas jugadoras» Sergi Font El patrocinio del fútbol femenino se ha multiplicado por tres desde 2019, y LaLiga ha garantizado una aportación de 7 millones de euros anuales en concepto de derechos de televisión que no existían antes. La RFEF, por su parte, firmó en junio un acuerdo por el que las y los internacionales recibirán el mismo porcentaje de los premios que reparten la UEFA y la FIFA, de las primas y de los derechos de imagen (aunque las diferencias de ingresos sigan siendo gigantescas, como sucede con los salarios de los clubes: la jugadora española mejor pagada, Alexia Putellas , gana 40 o 50 veces menos que las grandes estrellas masculinas). El contraste se extiende a todas las áreas: no hay críticas a las jugadoras en la prensa, ni análisis sobre los entrenadores (cuyo trabajo rara vez salta a la prensa si no es por conflictos internos). Basta repasar las reacciones cada vez que Luis Enriqu e deja en Vigo a Iago Aspas para comprobar la particularidad de un universo paralelo en expansión que tiene mucho menos desarrollo, presupuesto y repercusión. Medios de comunicación y empresas patrocinadoras se vuelcan crecientemente con las futbolistas, en un ambiente de benevolencia y apoyo generalizado que busca empoderar y dar visibilidad a las jugadoras. Pero a la hora de la verdad, ni siquiera las mejores jugadoras de España (y del mundo: hubo cuatro españolas entre las cinco jugadoras más votadas en el último Balón de Oro ) se han sentido suficientemente fuertes como para expresarse sin tapujos sobre Vilda o la Federación, y esperan en silencio, temerosas de sufrir consecuencias legales, alguna salida a este embrollo absurdo. «En este postureo de tratar igual a lo que no es igual, acaban siendo perjudicadas y cometen errores», en palabras de un dirigente con amplia experiencia en la materia. Vestuarios Hay otro asunto sobre el que nadie se pronuncia en público (‘el elefante en el cuarto de estar’, según la conocida expresión inglesa): las frecuentes relaciones de pareja dentro de los equipos, que contrasta con el tabú existente entre los hombres futbolistas, como en otros deportes colectivos de pelota (no existen cifras oficiales). Esta característica diferencial, además de permitir a muchas deportistas lesbianas dejar atrás las discriminaciones homofóbicas del pasado, escapar de la cultura de la represión y vivir su sexualidad con absoluta libertad, genera problemas específicos de convivencia y gobernabilidad del vestuario que rara vez salen a la luz pública, entre otras cosas porque chocarían frontalmente con criterios imperantes de corrección política (no hay más que recordar el caso reciente de la broma de Carles Puyol sobre el tuit falso de Iker Casillas y su presunto romance). Ningún especialista contactado por este periódico acepta referirse con nombre y apellidos a la peculiaridad de que una mediocentro esté liada con la lateral derecho, por ejemplo, cambiando quizá de pareja unos meses después dentro de la misma plantilla, y a las inevitables fricciones que ello desata en un entorno profesional (hay empresas que prohíben este tipo de relaciones en un mismo equipo de trabajo). «Estamos todo el día hablando de igualdad y empoderamiento, pero las chicas están a años luz en todo», remarca una fuente muy cercana a las 15 jugadoras que han pedido a la RFEF una apuesta más «profesional» y «ambiciosa» por este deporte. «Hay mucha hipocresía en los clubes, la federación y los medios; a la hora de la verdad, están muy solas. Tienen miedo a represalias. Además, suelen estar mal asesoradas…». En el mal asesoramiento a las jugadoras rebeldes coincide todo el mundo. Pero lo más curioso es que no hubo asesor, según fuentes de insuperable solvencia. Fueron, en todo caso, ingenuas: querían evitar conflictos pasados y tratar de encontrar una solución interna, consensuada, que ni siquiera pasaba por la desaparición de Vilda (que, sumando sus diferentes cargos, gana cerca de medio millón de euros anuales). Se organizaron entre ellas, y es ahora, después del escándalo, cuando han decidido contratar ayuda especializada. Sin entrar en los méritos o deméritos actuales de Vilda, su llegada a la Federación en su día sí habla de que la selección (y el fútbol femenino en general) no busca o puede permitirse buscar a los mejores especialistas, sino que alcanza con ser el hijo de Ángel Vilda, un histórico preparador físico que llegó a ser el técnico titular de la Sub 19 femenina. No hay grandes currículums. Tampoco abundan las entrenadoras y casi ninguna está realmente cotizada. MÁS INFORMACIÓN noticia No Prueba de fuego para Vilda noticia Si La lista envenenada de Jorge Vilda noticia No Las 15 jugadoras de España que no han sido convocadas por Jorge Vilda tras renunciar a la selección noticia No Jenni Hermoso: «Estamos viviendo los peores momentos de la historia del fútbol femenino en España» noticia Si La selección femenina, un permanente foco de conflictos noticia No Apoyo a las jugadoras y gritos de «Vilda, dimisión» en Las Rozas «El contenido de su queja puede ser correcto», responde a este periódico un importante exdirigente que vivió la crisis de 2015, «pero no debes expresarlo públicamente. Las jugadoras son actores fundamentales, las más importantes, pero no son ni técnicas ni dirigentes. Algunas ya participaron en lo de 2015 y han participado nuevamente en esto», continúa esta fuente bajo condición de anonimato. «Han tenido también actitudes similares en sus clubes. Pero más allá de eso, lo han hecho mal: ¡esos emails privados te los puede sacar y tergiversar cualquiera! Te pueden malinterpretar todo lo que quieran… […] Ni el fútbol femenino estaba abandonado antes (había selección cuando no existían competiciones oficiales) ni ahora tenemos la panacea. Hace falta menos pose y más conciliación». Techo de cristal Hace quince años, España no figuraba en la élite del fútbol femenino; de hecho, nadie prestaba atención a esta modalidad deportiva. La inversión en el fútbol base y la apuesta de federaciones e instituciones ha logrado que su nivel aumente mucho en poco tiempo. También el seguimiento: 91.648 aficionados acudieron al Camp Nou la primavera pasada para contemplar las semifinales de la Champions League entre el Barcelona y el Wolfsburgo. La nueva Liga F, compuesta por 16 equipos, se ha profesionalizado por fin esta temporada y busca el amparo de LaLiga como agente comercializador después de haber salido del paraguas de la RFEF. España es una potencia dominante en todas las categorías juveniles (que sí gestiona la Federación): campeona del mundo sub-17 y sub-20 , campeona de Europa sub-19, entre otros muchos logros. Se la considera también una amenaza en la categoría absoluta. Sin embargo, no logra pasar de cuartos de final en ninguna gran cita. La mejor generación de futbolistas de nuestra historia habla de «ambición», de «ganar torneos», y urge cambios en la estructura federativa desde el fin de la pasada Eurocopa, pero la postura del presidente Rubiales y del seleccionador ha sido inflexible. La capitana de Estados Unidos y antigua Balón de Oro Megan Rapinoe apoyó públicamente a las 15 jugadores no convocadas, pero su derrota posterior ante la España ‘B’ en Pamplona ha significado un enorme respaldo para la RFEF. Es evidente que hay menos diferencia entre las jugadoras de élite y las muy buenas que en el fútbol masculino. Pero las futbolistas rebeldes son muchas más de 15, aunque a algunas les hayan coaccionado para no sumarse al movimiento (con el consiguiente dolor de las que sí dieron el paso). El avispero de la selección está muy lejos de disolverse a nueve meses del próximo Mundial.

Facebook Comments