No va a ser el del domingo un Clásico más. Parecia que en el encuentro del Santiago Bernabéu entre Real Madrid y Barcelona no habría en juego más que el liderato de LaLiga en la jornada nueve, un premio importante pero lejos de ser nada decisivo, pero la debacle azulgrana en la Champions League ha convertido el choque en un partido casi a vida o muerte para los de Xavi Hernández, que necesitan un buen resultado para que la crisis no vaya a más.

Apenas hace dos meses que empezó la competición, y el proyecto blaugrana ya está herido de muerte. Una eliminación en la máxima competición continental a las primeras de cambio era algo que casi nadie se imaginaba, por mucho que el Barça quedara encuadrado en el ‘grupo de la muerte’ tras un sorteo con escasa fortuna.

El poderío del Bayern y la condición de bestia negra delBarça en los últimos años podían hacer pensar que lograr el liderato era muy complicado, pero no parecía el Inter de Milán un rival de suficiente entidad para eliminar a un Barça que había gastado más de 200 millones de euros en fichajes en el verano.

Joan Laporta quemó todas las naves presentes y futuras, hipotecando ingresos de los años venideros para hacer un equipo competitivo que volivera a codearse con la élite europea. Así, llegaron Raphinha (55 millones más 10 en variables), Robert Lewandowski (50), Jules Koundé (50+5), Franck Kessie, Andreas Christensen, Marcos Alonso y Héctor Bellerín (los últimos cuatro, con la carta de libertad). Sin embargo, el esfuerzo económico no ha sido suficiente en un equipo que parece bloqueado cada vez que sale a jugar en el Viejo Continente.

Jugar la Europa League es una debacle en toda regla, y solo un milagro lo evitaría. Una victoria del Inter de Milán en el Guiseppe Meazza ante el débil Viktoria Plzen checo el miércoles 26 o que el Barça no ganara al Bayern en el Camp Nou mandaría a los culés a la segunda competición continental por segundo año consecutivo. Una catástrofe no solo a nivel deportivo, sino también en lo económico.

El Madrid, confiado y tranquilo

Mientras, reina la tranquilidad en el Real Madrid, pero también son conscientes en el club de que están ante la oportunidad de asestar un durísimo golpe anímico. No sería para nada decisiva una victoria blanca, solamente dejaría tres puntos entre ambos, pero sería otro derechazo más en el frágil mentón azulgrana.

Con el billete para los octavos de la Champions ya en el bolsillo, los blancos se pueden centrar en la Liga en el mes que queda antes del parón por el Mundial de Qatar. Distanciar al Barça, el líder con los mismos puntos y a priori el gran rival, es el objetivo.

Carlo Ancelotti tiene una gran preocupación con la portería. Thibaut Courtois sigue ejercitándose al margen de sus compañeros, la anhelada mejora de su lesión no llega y su presencia en el Clásico del domingo es más que dudosa. Sin duda, un problema, pues Andriy Lunin no está dando la misma seguridad, ni de lejos, bajo palos que el belga en los cuatro partidos en los que ha defendido la meta blanca.

Todo ello con el recuerdo del 0-4 del año pasado. Un aviso para un Real Madrid y otro motivo más para ganar al Barcelona el domingo.

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