Habitualmente no somos conscientes, pero algunas fotos nos llaman más la atención que otras. Y la pregunta básica es, ¿Por qué? En muchas ocasiones la simple colocación de los elementos dentro de la fotografía es de suma importancia para que, visualmente, una toma sea mucho más atractiva que otra.

¿Qué podemos hacer para que nuestras fotografías mejoren de forma significativa de una manera sencilla? Precisamente eso, atender a principios básicos de distribución de los elementos de la foto y atender a unas reglas de composición clásicas.

La composición, según evolucionemos fotográficamente, se irá enrevesado y haciéndose más compleja, al añadir elementos como el enfoque, la luz, etcétera. Sin embargo, como decíamos, empecemos por las normas básicas de la composición y el encuadre. Porque precisamente, en ocasiones incluso el mero hecho de meter en el encuadre el elemento que deseas (una cara, un animal, un edificio…) ya puede ser bastante laborioso. Parece básico, pero en los comienzos es más que un triunfo; y si el sujeto a fotografiar está en plena acción, más todavía.

En ocasiones incluso el simple hecho de que el elemento que deseas aparezca en el encuadre, ya puede ser bastante laborioso.

Evidentemente las normas están para romperlas y en ocasiones, por ejemplo, meter a un animal salvaje en la foto ya es suficiente, pero realmente es más interesante primero conocer las normas de composición básicas y, a partir de ahí, una vez experimentadas y controladas, romperlas si lo deseas. E incluso complicarlas más aún desde el conocimiento de qué quieres expresar.

Una mejor estética fotográfica

Como comentamos al principio, muchas veces ya es bastante laborioso conseguir que el sujeto aparezca completamente en el encuadre y es normal que en casi todas las imágenes el sujeto, de manera inconsciente, acabe en el centro de la imagen. Es algo habitual, pero la realidad es que hay mejores maneras de ganar estética en nuestras fotos con un poco de esfuerzo.

La «regla de los tercios” suele ser un buen punto de partida para mejorar las composiciones fotográficas. Según esa regla, la imagen debe dividirse en 9 partes con la ayuda de dos lineas imaginarias iguales en cada eje principal, esto hará que queden 9 partes y 4 puntos donde las lineas se cruzan. A esos 4 puntos los llamaremos «puntos de interés visual» y gracias a la proporción áurea veremos que colocando ahí el sujeto, y no en el centro como podría imaginarse en un principio, mejorará de manera general la estética a nuestras imágenes. Se trata de una cuestión de psicología del razonamiento humano y del funcionamiento del cerebro que hace que las imágenes nos resulten más “equilibradas” y «fáciles de leer».

Ya sabemos que colocando los sujetos en esos puntos imaginarios de la retícula del visor, las imágenes ganarán con respecto a aquellas en que el sujeto está en al centro. Sin embargo, según la situación y en función de dónde coloques el sujeto, se puede conseguir aún más poder visual con la ayuda de la dirección.

Lobo aullando en el Parque Nacional de Yellowstone. 1/800 f5.6 ISO 1600

Dirección en la fotografía

En un imagen fija, como es una fotografía, se puede aportar algo de dinamismo o dar sensación de movimiento, ayudando al espectador a mirar hacia dónde sucede la acción. En definitiva se trata de orientar la imagen hacia donde quieres que mire el espectador: la dirección de un río, el final de un camino, una presa en la lejanía… Por ejemplo, si un ave esta mirando hacia la derecha, la colocaremos al encuadrar a esta en uno de los “puntos de interés visual” imaginarios según la regla de los tercios situados a la izquierda, dejando espacio hacia donde mira el animal. Lo mismo ocurrirá si dicho animal mira hacia arriba. En ese caso el animal deberá situarse en alguno de los dos “puntos de interés visual” de abajo y dejar espacio en la parte superior.

Es decir si nuestro motivo está mirando hacia la derecha y hacia abajo abajo, claramente colocaremos la cabeza del ave en el tercio superior izquierdo de la imagen para dejar espacio y aportando dirección hacia donde el animal está mirando, el espacio inferior derecho.

El secreto está en orientar la imagen hacia dónde quieres que mire el espectador: la dirección de un río, el final de un camino, una presa lejana…

En ocasiones no es tan sencillo pensar dónde se debe dejar el espacio libre pues, por ejemplo, en animales en movimiento, quizá la mirada del sujeto, en muchas ocasiones, prevalezca sobre la dirección del cuerpo. Así pues, si por ejemplo quisiéramos fotografiar un mamífero caminando de derecha a izquierda, pero tiene la cabeza girada mirando hacia atrás, lo normal será dejar cabeza en los puntos de interés izquierdos, dejando espacio hacia la derecha, hacia donde mira, en vez de a la izquierda, hacia donde camina.

Huelga decir que no todas las buenas fotos siguen la “regla de los tercios”, ni tienen en cuenta la dirección de la mirada o el gesto de los sujetos. Sin embargo, sí es cierto que siguiendo estas normas, la composición fotográfica de manera general suele mejorar notablemente.

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