Hace algunos años tuve la suerte de pasar con unos amigos unos meses en la isla francesa de la Martinica, una de las llamadas Antillas Menores, en el mar Caribe. Allí, las agradables temperaturas del agua del mar, tirando a cálidas, llaman a pasar mucho tiempo en remojo y, como no podría ser de otra manera, la oportunidad de realizar snorkel y submarinismo en un entorno como aquel era algo que no podíamos dejar pasar.

Tratándose del Caribe, sobre todo tratándose de nuestra primera vez allí, nuestras expectativas eran altas. Fantaseábamos con una gran cantidad de especies de peces y corales, y tratábamos de imaginar la mezcla de colores vibrantes que nos encontraríamos en cada uno de los lugares en que nos sumergiéramos; con un entorno parecido al retratado en las fotografías de David Doubilet, o a la psicodelia coralina de las imágenes de la fotógrafa Georgette Douwma.

Sin embargo, una vez allí, la situación nos decepcionó. Parecía que las imágenes que teníamos en nuestra mente, como las fotografías que se dejan al sol durante un largo periodo de tiempo, habían perdido su color. En algunos casos se habían desvanecido. El coral lucía de un blanco apagado y en algunas partes había incluso desaparecido. Y con ellos, toda la fauna que depende de su función.

Un francés llamado Jeff, cuyo apellido no recuerdo, afincado en la isla desde hacía más de dos décadas, nos explicaba que esto no siempre había sido así. Que antaño, el lugar ahora ocupado por el sargazo (una macroalga parda nociva para muchas especies y que en algunos ecosistemas caribeños funciona como especie invasora) y por los esqueletos blancos de los corales, hace años lucían de decenas de colores atrayendo por igual oleadas de buceadores y peces, quienes paulatinamente habían dejado de frecuentar la isla.

El blanqueamiento de los corales, un problema global

¿Qué es lo que está sucediendo en la isla de la Martinica y otros tantos puntos del océano? Los arrecifes de coral se están degradando rápidamente en respuesta a numerosos factores, librando su batalla submarina particular frente a los impactos combinados del calentamiento global, la acidificación de los océanos, la sobrepesca y la contaminación. Entre algunas de las consecuencias de este conjunto de amenazas, encontramos que muchos de los corales del mundo están perdiendo su color, pero ¿por qué?

Los corales son seres simbiontes, es decir, son organismos que requieren de una asociación íntima con otros para poder sobrevivir. Por ejemplo, una colonia coralina relativamente grande que forma arrecifes contiene miles de millones de algas dinoflageladas, bacterias, hongos y virus que se conocen colectivamente como el holobionte coralino.

Un cambio en la temperatura del agua de tan solo 0,6ºC puede hacer que el coral expulse sus algas

De entre las asociaciones simbióticas más importantes que realizan los corales, se encuentra la que tiene lugar con unas pequeñas algas microscópicas llamadas zooxantelas. Sin embargo, producto del estrés, producido generalmente por una variación de la temperatura del océano, los corales expulsan las zooxantelas, las cuales le ceden a los corales algunos de los nutrientes esenciales para su supervivencia a cambio de soporte.

En la actualidad, la causa más común del blanqueamiento del coral, es el aumento de la temperatura del agua del mar, aunque se sabe que factores como la contaminación, el exceso de radiación o el efecto de algunas cremas de protección solar también pueden llegar a provocar este fenómeno, conocido como el blanqueamiento del coral. De este modo, según la amenaza percibida, el coral puede paulatinamente expulsar las zooxantelas, blanqueándose hasta un punto en el que le será imposible volver recuperarlas y por tanto muriendo. Algunos estudios indican que los arrecifes del futuro serán radicalmente diferentes a los de hace 30 años e incluso a los de hoy, y seriamente se preguntan si, de seguir a este ritmo, podremos salvarlos.

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