En 1946 ningún avión de Iberia había aterrizado aún en el continente americano, así que no existían vuelos a Las Vegas ni a Miami, ciudades estadounidenses donde en el último lustro Real Madrid y Barcelona se han enfrentado en partidos de pretemporada veraniega . El 30 de junio de ese año 1946 se celebró en La Coruña la primera edición del Trofeo Teresa Herrera . El Sevilla, campeón de Liga, venció 3-2 al Athletic de Bilbao después de que el legendario Telmo Zarra abriera el marcador . Nacía así el torneo amistoso anual ininterrumpido más antiguo de la historia del fútbol. Hoy, los grandes clubes de fútbol mundiales planifican sus veranos pasaporte en mano, recorriendo miles de kilómetros para jugar partidos amistosos en los países más ricos y emergentes del planeta. Antes de esta dictadura de la mercadotecnia, España era el destino habitual de los mejores equipos y sus figuras durante los meses de julio y agosto. Cuando aún no había empacho de partidos y la temporada comenzaba bien entrado septiembre, a los aficionados se les hacía muy largo el verano. A finales de julio comenzaba a picarles el gusanillo del fútbol, y prestigiosos trofeos organizados por toda la geografía española saciaban su hambre. Los mejores clubes del mundo A la caída del sol, veraneantes cansados de playa y ciudadanos sin vacaciones llenaban los estadios o se sentaban delante de la televisión para ver jugar a sus equipos con los grandes clubes nacionales y extranjeros. Entre otros, Manchester United, Liverpool, Bayern, Juventus, Milan, Roma, Benfica, Oporto, Ajax, PSV, Dínamo de Kiev, Estrella Roja, Santos, Vasco de Gama, Flamengo , Palmeiras, Boca Juniors, River Plate, Nacional o Peñarol. Y, por supuesto, Real Madrid, Barcelona, y Atlético. El citado Zarra, Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Beckenbauer, Kubala, Luis Suárez, Zidane, Cristiano Ronaldo, Eusebio, Garrincha… La nómina de estrellas que han pisado el césped de Riazor en las 76 ediciones del Teresa Herrera es interminable. También son numerosas las anécdotas sucedidas durante tantas décadas. En ‘Auge y caída del trofeo Teresa Herrera’, libro escrito en 2013 por Héctor José Pena, se narran unas cuantas. Por ejemplo, lo sucedido en 1977 debido a una huelga de hostelería. Los jugadores de uno de los equipos participantes, el Dukla de Praga checo, se pusieron a servir a los huéspedes del hotel en el que se alojaban. Noticia Relacionada fútbol estandar Si Un jeque kuwaití, un árbitro ucraniano y un misterioso maletín: lío mundial en España 82 ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ De vuelta al episodio más sorprendente de la Copa del Mundo que se organizó en el país hace 40 años «La edad de oro del Teresa Herrera empieza en el año 73, con la llegada de nuevos gestores. Llega a ser considerado un Mundialito de clubes. Venían las sensaciones de cada momento –rememora Pena-. A partir de 1993 el torneo empieza a resentirse por muchos factores: la televisión, el auge del Deportivo y el hecho de que hubiese partidos de fútbol casi todos los días.» En el Teresa Herrera de 1977, con motivo de una huelga de hostelería, los jugadores del Dukla de Praga se pusieron a servir a los huéspedes de su hotel A falta de confirmar los detalles, es probable que el Teresa Herrera 2022 se celebre el 13 de agosto con un rival aún sin determinar. Escaparate de jugadores En la otra punta del país, a más de 1.000 kilómetros de La Coruña, se juega el Trofeo Ramón de Carranza , otra cita veraniega clásica nacida en 1955 y organizada por el Cadiz CF. En sus 68 ediciones también han participado equipos y futbolistas de renombre internacional. El último, este mismo año, el Atlético de Madrid. Precisamente una de las peculiaridades más interesante de estos torneos era la oportunidad que brindaba a los jugadores extranjeros de exhibirse ante los responsables técnicos de los clubes españoles y de las grandes ligas europeas. El fichaje de una tacada de dos mitos del Atlético, Pereira y Leivinha , ilustra esta circunstancia. «Estaba seguro de que cuando fuese el Palmeiras a Cádiz a jugar el Trofeo Carranza mi club me traspasaría a un equipo español» Leivinha Exjugador del Atlético de Madrid Ocurrió en 1975. El 31 de agostó el Palmeiras ganó al Real Madrid (3-1) en la final del Trofeo Carranza. El 4 de septiembre, el Atlético contrata a las dos estrellas del club brasileño tras pagar un millón de dólares (un millón de euros). En cuatro días, tras una operación relámpago, Leivinha y Pereira volaron más de 16.000 kilómetros de ida y vuelta entre Madrid y Sao Paulo. Joyas escultóricas Los grandes torneos veraniegos compiten, además, en la belleza del trofeo que se lleva el ganador. Véase, por ejemplo, la espectacular carabela de plata que adorna las vitrinas de los campeones del Colombino, competición nacida en Huelva en 1965 . Aquel año fue muy especial. Por el nacimiento de una cita clásica y porque lo jugaron los clubes decanos del fútbol español, francés e italiano: Recreativo de Huelva, Racing de París y Génova, respectivamente. Lamentablemente, la carabela lleva varada casi un lustro. Excepto en 2019, el Colombino no se celebra desde 2018, cuando el Recreativo, asfixiado económicamente, cedió a BlackSwan Media S.L. varios derechos, entre ellos la organización del Trofeo Colombino durante 10 años. Según informó entonces el club onubense, «por discrepancias interpretativas, dicha empresa interpuso querella criminal contra los suscribientes del contrato y el propio Recreativo. El club se halla imposibilitado para organizar el Trofeo Colombino hasta que se sea firme el archivo de la causa». José Fernández, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Huelva, declaró recientemente: «Ojalá me equivoque, pero este verano tampoco habrá Colombino.» Los problemas y la desidia en la organización de estos torneos comenzaron hace tiempo. Crecen al ritmo que marca el fútbol moderno y su mercado global. Y se escenifican esperpentos como el del Ciudad de Vigo de 2011, cuando el Sporting de Gijón, campeón tras ganar al Celta en la final, se llevó un trofeo de segunda mano . El trofeo del torneo Teresa Herrera ABC Por falta de previsión o de fondos, nadie del Ayuntamiento –organizador junto al Celta- encargó en la joyería la fabricación de la copa que se entregaba al vencedor desde su primera edición, en 1971. Abel Caballero, rumboso alcalde socialista, tuvo que entregar a De las Cuevas, capitán del Sporting, uno de los 21 usados trofeos del torneo que el club vigués había ganado y exhibía en sus vitrinas, previa sustitución urgente de la placa. En 2012, un año después de semejante chapuza, se celebró por última vez. Citas tradicionales El Trofeo Naranja cumple medio siglo este 6 de agosto. Lo organiza el Valencia desde 1959, pero ha habido varios veranos en los que no se celebró. En 2022 el rival es el Atalanta, equipo italiano de moda en las últimas temporadas. Dos años después, en 1961, nació el Trofeo Costa del Sol , una iniciativa conjunta del desaparecido CD Málaga, el Ayuntamiento de la ciudad andaluza y la Federación Española. Solo suma 33 ediciones porque ha habido varios paréntesis temporales, algunos muy largos, en los que no se ha celebrado. De hecho, la última edición data de 2017. Desde 1966 el FC Barcelona no ha fallado ni un año en la organización del Trofeo Joan Gamper en homenaje a su fundador y expresidente. En la 57 edición, el 7 de agosto de 2022, el rival del Barça es el Pumas mexicano de Dani Alves. Entre las muchas historias vividas en el torneo veraniego catalán destaca el debut de Diego Armando Maradona como jugador azulgrana ante los 100.000 espectadores que abarrotaban el Camp Nou el 24 de agosto de 1982. Más tarde, concretamente en 1979, el Real Madrid creó el Trofeo Santiago Bernabéu en memoria de su exjugador y expresidente. El primer campeón fue el Bayern de Múnich. El trofeo medía metro y medio y pesaba unos 100 kilos, así que tuvieron que levantarlo entre varios jugadores alemanes. Se han celebrado 39 ediciones porque no se disputó en 2014 ni lo hace desde 2018 debido a las obras del estadio. El vecino y rival madrileño, Atlético, lleva la friolera de 19 años sin organizar el Trofeo Villa de Madrid. Creado en 1973, se disputaron 29 ediciones. La última, en 2003, con motivo del centenario del club. Desde entonces, nada. En realidad, en 2004 se celebró un trofeo cuyo nombre describe la deriva del fútbol: ‘Hellboy’ (niño del infierno). Era el título de una película de Columbia Pictures, estudios de cine americanos con los que la entidad rojiblanca tenía un acuerdo de patrocinio. Desde luego, el torneo fue infernal: apenas 4.000 espectadores acudieron al Vicente Calderón y la final acabó a la 1.30 de la madrugada. No se ha vuelto a celebrar. Fue la enésima pista de lo que vendría. Ahora priman la venta de camisetas –una distinta y más estrambótica cada año- y las giras por lejanos países donde el fútbol es show antes que deporte, pero hubo una época en la que el «sueño americano» de la pretemporada futbolística se vivía en los veranos de España. Fiambrera, barbacoa… y marisco Los trofeos de verano eran una fiesta, un motivo ideal para reunirse con familiares y amigos. Ante el televisor, en el estadio o en la playa se ahuyentaban los calores nocturnos compartiendo fútbol, viandas y bebidas. En la época dorada del Teresa Herrera, Riazor se llenaba de espectadores y de fiambreras. Las gradas olían a empanada, a bocadillos e incluso a marisco, todo ello regado con el vino fresco y de buen pulso saliente de las tradicionales botas. Antes, durante y después de los partidos del Ramón de Carranza, la alegría gaditana y las barbacoas invadían las playas de Cádiz . Bajo el humo de la carne a la parrilla, cientos de miles de personas celebraban los goles y la vida. Tan multitudinaria afluencia de gente llevó al Ayuntamiento andaluz a prohibir esta celebración a partir del año 2017.

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