«La selección de estas regiones significa que hemos dado un paso gigantesco en nuestro objetivo de volver a llevar seres a seres humanos a la Luna por primera vez desde el programa Apolo», cuenta Mark Kirasich, administrador adjunto de la División de Desarrollo de la Campaña Artemis en la sede de la NASA, en Washington. «Cuando lo hagamos, será diferente a cualquier misión anterior, ya que los astronautas se aventurarán en zonas oscuras previamente inexploradas y sentarán las bases para futuras estancias de larga duración«, añade.

Entre las 13 regiones identificadas para el futuro alunizaje, cada una de las cuales se encuentra a menos de 6 grados del polo Sur lunar, cuenta con una superficie aproximada de 15 kilómetros cuadrados y contienen diversas características geológicas, se encuentran el Borde Faustini A, el Pico cerca de Shackleton, la Cresta de Conexión la llamada Extensión de la Cresta de Conexión, los Bordes de Gerlache 1 y 2, los macizos de Gerlache-Kocher y de Malapert, una zona conocida como Haworth, la meseta Leibnitz Beta, los bordes Nobile 1 y 2; y el Borde de Amundsen.

En conjunto, estas regiones ofrecen opciones de aterrizaje para todas las potenciales ventanas de lanzamiento de la misión Artemis III, lo que garantiza garantiza flexibilidad a la NASA para que el lanzamiento pueda realizarse durante el transcurso de todo el año 2025, que es formalmente el momento hasta el cual se ha retrasado la misión, ya que en un principio estaba prevista para finales de año 2024.

¿Qué características ha de tener un puerto lunar?

Para seleccionar las regiones, un equipo de científicos e ingenieros de la agencia evaluó la zona cercana al polo sur de la Luna utilizando datos del Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA, así como de décadas de publicaciones y hallazgos científicos lunares.

Además de tener en cuenta la disponibilidad de ventanas de lanzamiento, el equipo evaluó las regiones en función de su capacidad para permitir un aterrizaje seguro, utilizando criterios como la pendiente del terreno, la facilidad de comunicación con la Tierra y las condiciones de iluminación. Para determinar accesibilidad, el equipo también tuvo en cuenta las capacidades combinadas del cohete de lanzamiento, la nave espacial Orion y el sistema de aterrizaje Starship proporcionado por Space-X.

«Los astronautas se aventurarán en zonas oscuras previamente inexploradas y sentarán las bases para futuras estancias de larga duración».

Además, todas las regiones consideradas son científicamente significativas por su proximidad al polo Sur lunar, que es una zona que contiene regiones situadas en sombra permanente, son ricas en recursos y están en un terreno inexplorado por el ser humano. «Varios de los lugares propuestos en estas regiones se encuentran ubicados en algunas de las partes más antiguas de la Luna y, junto con las regiones permanentemente a la sombra, ofrecen la oportunidad de aprender sobre la historia de la Luna mediante materiales lunares no estudiados previamente», explica Sarah Noble, jefa de ciencia lunar de Artemis para la División de Ciencia Planetaria de la NASA.

Otro gran paso para la Humanidad

Para determinar los potenciales puntos de alunizaje, el equipo de análisis también sopesó otros criterios, entre los que se encuentra el objetivo de aterrizar lo suficientemente cerca de una región situada a la sombra para permitir a la tripulación llevar a cabo una caminata lunar, al mismo tiempo que se limitan las perturbaciones durante el aterrizaje. Esto permitirá recoger muestras y realizar análisis científicos en una zona sin obstáculos, lo que facilitará obtener información importante sobre la profundidad, distribución y composición del hielo presente en el polo Sur de la Luna.

Por otro lado, las 13 regiones contienen lugares que proporcionan un acceso continuo a la luz solar durante un periodo de seis días y medio, la duración prevista de la misión de superficie de Artemis III. El acceso a la luz solar es fundamental para una estancia prolongada en la Luna, ya que proporciona una fuente de energía y minimiza las variaciones de temperatura.

«Desarrollar un modelo para explorar el sistema solar implica aprender a utilizar los recursos que están a nuestra disposición y, al mismo tiempo, preservar su integridad científica», cuenta Jacob Bleacher, científico jefe de exploración de la NASA. «El hielo de agua lunar es valioso desde el punto de vista científico y también como recurso, porque de él podemos extraer oxígeno e hidrógeno para los sistemas de soporte vital y para combustible».

En un siguiente paso, la NASA analizará las 13 regiones con la comunidad científica a través de conferencias y talleres para solicitar opiniones sobre los méritos de cada región. Esta información servirá para cercar los futuros posibles emplazamientos de aterrizaje. Por otro lado, la agencia también seguirá trabajando con SpaceX para confirmar las capacidades de aterrizaje de la nave espacial y evaluar sus opciones en consecuencia.

Mediante Artemis, la NASA también llevará a la primera mujer y a la primera persona de color a la Luna, allanando el camino para una presencia sostenible y a largo plazo en la Luna, lo que se pretende que sirva de trampolín para futuras misiones tripuladas a Marte.

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