Marte es hoy un planeta inhóspito con una atmósfera más de cien veces más fina que la de la Tierra, unas condiciones difícilmente compatibles con la existencia de vida. Sin embargo, en otro tiempo el planeta rojo tuvo una atmósfera cálida y húmeda y contaba con una capa gaseosa que lo protegía de los vientos solares y que propiciaba la temperatura necesaria para mantener el agua líquida. ¿Cómo acabó convirtiéndose en el desierto yermo y frío que es hoy? Según la NASA, la culpa es del viento solar, que “desgarró” gradualmente la atmósfera marciana hasta acabar con ella.

Gracias a las mediciones realizadas por la sonda orbital MAVEN, los científicos de la NASA concluyeron que la atmósfera del planeta rojo perdió gas al espacio debido a la interacción con el viento solar, una «erosión» que precisamente se incrementa significativamente durante las tormentas solares.

El culpable es el viento solar

Los datos de MAVEN indican que el viento solar “desgarra” este gas a una velocidad de unos 100 gramos por segundo. “Igual que las monedas sobrantes de una caja registradora, en un día puede parecer poca cosa, pero a lo largo del tiempo resulta una pérdida significativa”, afirma Bruce Jakosky, investigador principal de la sonda orbital en la Universidad de Colorado en Boulder.

El viento solar está formado por ráfagas de partículas, principalmente protones y electrones, expulsadas por el Sol a una velocidad de más de 1,5 millones de kilómetros por hora. Al chocar contra Marte, acelera los átomos de gas eléctricamente cargados y los expulsa al espacio.

Además, los datos obtenidos por la sonda orbital indican que la pérdida es más acusada en los polos del planeta y en la “cola” que deja el viento solar tras su paso por Marte.

Las mediciones de MAVEN están ayudando a la comunidad científica a entender mejor la geomorfología del planeta rojo y a descubrir las condiciones que hicieron posible la existencia de lagos, ríos y mares que dejaron huella en la superficie marciana hace miles de millones de años.

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