El Tyrannosaurus rex, es, tal vez, uno de los dinosaurios más aterradores que poblaron el planeta hace unos 68 millones de años, en las últimas etapas del Cretácico. Este terópodo gigantesco ha sido el protagonista de numerosos documentales y películas, y su solo nombre despierta terror y fascinación entre los amantes de estos increíbles animales. Pero a pesar de su imponente presencia, el Tiranosaurio fue también uno de los dinosaurios con los brazos más diminutos en proporción a su cuerpo. ¿Cómo es eso posible? Se ha especulado mucho sobre el motivo por el cual aquel mastodonte evolucionó de aquella manera tan singular. Pero independientemente del tamaño de sus brazos, aquel terópodo de trece metros de altura desde la cabeza hasta la cola causaba el caos y la destrucción entre entre sus presas.

Pero el Tiranosaurio no fue el único dinosaurio gigante carnívoro que ha habitado en la tierra. Hubo otros como él mucho antes. Concretamente unos 20 millones de años antes. Ahora, un equipo de paleontólogos argentinos, estadounidenses y canadienses ha presentado una nueva especie de dinosaurio carnívoro que han bautizado con el nombre de Meraxes gigas, un ejemplar que fue descubierto en 2012 en la provincia de Neuquén, en la Patagonia argentina, y cuya descripción completa se acaba de publicar en la revista Current Biology. Según los investigadores, los hallazgos indican que tanto el Tyranosaurus rex como el Meraxes gigas evolucionaron con los brazos diminutos de forma independiente. Asimismo, los autores del estudio barajan la posibilidad de que uno de los motivos del porqué aquellos dinosaurios evolucionasen con los brazos tan cortos podría haber sido bastante prosaico: para aparearse.

Con los brazos sorprendentemente cortos

Meraxes gigas pertenece a la familia de los carcarondontosáuridos, los mayores depredadores que poblaron casi todos los continentes durante gran parte del Cretácico, hace entre 100 a 90 millones de años. Uno de los rasgos más distintivos de esta especie eran los dientes: curvos y con dentículos (dientes poco desarrollados) muy afilados de hasta unos 10 centímetros. Con más de cuatro toneladas de peso, «el gran devorador de dinosaurios», como califica a esta nueva especie un comunicado emitido por la Universidad Nacional de Río Negro, fue uno de los dinosaurios carnívoros más grandes de Sudamérica.

Uno de los rasgos más distintivos de esta especie eran los dientes: curvos y con dentículos (dientes poco desarrollados).

Gracias al descubrimiento de restos fósiles de brazos y patas de este animal, conservados casi por completo, los expertos han podido observar otra característica que distingue a esta especie: una poderosa garra en el dedo interno de las patas que supera con mucho a las otras dos, tanto en tamaño como en el filo. También son muy interesantes las espinas que presenta en la espalda, que recuerdan a la joroba del Concavenator, un terópodo carcarodontosáurido hallado en Cuenca en 2015. Además, el cráneo del Meraxes gigas, aparte de ser enorme, es el más completo hallado hasta el momento y muestra huesos con protuberancias, crestas y surcos. «El fósil de Meraxes gigas muestra regiones completas del esqueleto nunca antes vistas, como los brazos y las patas, que nos ayudaron a comprender algunas tendencias evolutivas y la anatomía de los carcarodontosáuridos, el grupo al que pertenece Meraxes gigas», explica Juan Canale, el líder del proyecto en el Museo Paleontológico Ernesto Bachmann en Neuquén.

La misteriosa extinción de Meraxes gigas

En cuanto al pequeño tamaño de los brazos, el paleontólogo piensa que tenerlos tan diminutos proporcionó a Meraxes gigas algún tipo de ventaja. «Estoy convencido de que esos brazos proporcionalmente diminutos tenían algún tipo de función. El esqueleto muestra grandes inserciones musculares y cinturas pectorales completamente desarrolladas, por lo que el brazo tenía músculos fuertes», explica. Esto significa que los brazos no se encogieron porque fueran inútiles, entonces ¿cuál era exactamente su función? A partir de investigaciones anteriores, el grupo estableció que para dinosaurios como Meraxes gigas y Tyranosaurus rex, cuanto más grandes eran sus cabezas, más pequeños se volvían sus brazos. Definitivamente no eran útiles para la caza, ya que «las acciones relacionadas con la depredación probablemente las realizaba con la cabeza», argumenta Canale. «Es posible que hayan usado los brazos para el comportamiento reproductivo, como sujetar a la hembra durante el apareamiento o sostenerse para ponerse de pie después de un descanso o una caída», sugiere el paleontólogo.

Para dinosaurios como Meraxes gigas y Tyranosaurus rex, cuanto más grandes eran sus cabezas, más pequeños se volvían sus brazos.

Así pues, para finalizar, el equipo imaginó como podrían haber sido los últimos instantes de vida de Meraxes gigas. Calculan que el animal exhumado podía tener unos 45 años, medía unos 11 metros de largo y pesaba más de cuatro toneladas. Formó parte de un gran grupo de dinosaurios carnívoros que “floreció y alcanzó un pico de diversidad poco antes de extinguirse. No sabemos por qué. Es una extinción sumamente misteriosa”, concluye Canale.

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