El okupa que Corey Arnold retrató en una casa abandonada a orillas de South Lake Tahoe, en California, se sale de lo normal. No todos los días puede uno fotografiar un oso negro americano que de pronto emerge por un ventanuco en el que cuesta entender cómo ha cabido. Pero este espectáculo está a la orden del día en la región.«Los osos prosperan en esta zona, y últimamente es fácil verlos entrando en viviendas vacías o abandonadas. La abundancia de comida que tienen a su disposición en los cubos de basura y la tolerancia de los vecinos, conscientes de que han de compartir el territorio con ellos, explica que humanos y osos convivan, en el sentido literal de la palabra», dice el fotógrafo. Con objeto de identificar un punto desde el que observar este fenómeno, Corey Arnold contactó con Toogee Sielsch, especialista local en úrsidos, quien le sugirió esta casa, donde se sabía que un oso se guarecía durante el día.

Su trabajo fotográfico explora la relación existente entre el ser humano y la naturaleza.

«Echamos un vistazo con una linterna y descubrimos al oso durmiendo en el semisótano. Me propuse captar el instante en que saliese a buscar comida por el barrio al anochecer. Instalé una cámara trampa con tres flashes y una cámara de caza. El oso estuvo sentado un rato frente al ventanuco iluminado por mis flashes, sin atreverse a salir. Cuando se decidió, me sorprendió que un animal tan enorme cupiese por un hueco tan pequeño. De todas las fotos que he tomado, esta es una de mis favoritas».

Este artículo pertenece al número de Julio de 2022 de la revista National Geographic.

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