0023-U81614847815IxK-620x349@abc.jpgAvanza España en esta infinita fase de grupos de la Nations League casi sin descanso, hoy ya instalada en Málaga tras volar directamente desde Ginebra y afrontando la víspera del último escollo, de nuevo frente a la República Checa. Ante Suiza llegó la ansiada primera victoria, un bálsamo necesario tras los dos empates anteriores y un refuerzo para seguir peleando por la competición, por más que las sensaciones que dejó el equipo nacional no provoquen un ataque de euforia. Se aplaude, y mucho, la mejora en el aspecto defensivo, talón de Aquiles ante los checos. Diego Llorente y Pau Torres sujetaron mejor los contragolpes rivales de lo que lo hicieron Eric García e Íñigo Martínez en el duelo anterior, pero más allá de eso gustó la presión colectiva, la organización del equipo y el atosigamiento ejercido a un equipo, el suizo, que por otra parte dejó claro que no pasa por su mejor momento. La aparición de Marcos Llorente en el once, sus piernas y sus pulmones, jugaron también un papel esencial para dar mayor rocosidad al centro del campo, así como el regreso de Morata a la posición de nueve. Pese a no marcar, el delantero se vació una vez más y facilitó el trabajo de sus compañeros. Hasta ahí lo bueno, porque España cayó también en errores que empiezan a ser recurrentes en la etapa de Luis Enrique. Después de una primera mitad de gran nivel, con dominio absoluto del juego, la selección se vino abajo durante un buen tramo del segundo acto, a merced de Suiza y arriesgando el empate. No era un partido para sufrir, y por momentos se pasó francamente mal. Empieza a ser un síntoma de esta selección, a la que poco se le puede reprochar en cuanto a resultados, el tener a los aficionados en un grito. Por más que se tiranice la pelota, incuestionable la superioridad de España en ese aspecto, no se acaba de rubricar ni de redondear. De aspirar al sobresaliente. Ocurre con más frecuencia desde que el seleccionador inició su segunda etapa, en septiembre de 2020. A partir de entonces ha dirigido 30 partidos, de los cuales ha ganado poco más de la mitad, 16. El resto se dividen en 10 empates y 4 derrotas. De esos 16 triunfos, siete se han conseguido por la mínima. Es decir, en 21 de los 30 encuentros el resultado pendió de un hilo hasta el pitido final. España vive en el alambre, y bien que se lo recuerdan a Luis Enrique en cuanto se tiene oportunidad: «Creo que es un partido para sentirnos orgullosos. Me voy contento por la personalidad de los jugadores, por la actitud, por querer hacer el segundo gol aunque no se haya conseguido». A España empieza a costarle un mundo sacar adelante los partidos oficiales. No consigue una victoria por más de un gol desde septiembre del año pasado, cuando ganó a Kosovo en Pristina (0-2), e incluso ahí el segundo gol, obra de Ferran, solo pudo celebrarse en el minuto 88. Desde entonces no ha dejado de sufrir para lograr sus objetivos. En la Final Four de la pasada Nations League ganó a Italia (1-2) y perdió por idéntico marcador ante Francia en la final. También se sintió angustia en la búsqueda de la clasificación directa para el Mundial, resuelta de forma satisfactoria con sendos 1-0 sobre Grecia y Suecia en los partidos decisivos. Incluso viajando más atrás, se recuerdan los problemas de España para salir victorioso. En la primera fase ganó solo un partido de tres, y las eliminatorias las solventó una en la prórroga y otra por penaltis antes de caer en la semifinal, de nuevo por penaltis, ante Italia. En total, solo una victoria clara en los 90 minutos reglamentarios que dura un encuentro. El inicio de la nueva edición de la Nations League no ha sido diferente, en espera de ver lo que sucede mañana en La Rosaleda. Los riesgos de Unai Simón Del partido de Ginebra resuena también la actuación de Unai Simón, al que sus riesgos con el balón en los pies estuvieron a punto de jugarle una maña pasada. No es la primera vez, pero el cancerbero del Athletic sabe que tiene en Luis Enrique a su defensor más vehemente: «A mí no me pone nervioso. En la toma de decisiones es un jugador experto y estoy encantado. Es que soy yo quien le dice que tiene que salir jugando el balón. No sé otra manera de hacer llegar el balón en condiciones a los delanteros ni quiero saberla. ¿Que comete un error? Pues como Pepe, Lucas o Manolo… Todos los cometen. Entiendo que al que no le guste esto se ponga nervioso, pero es así como vamos a jugar siempre».

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