«Peor es ser Latifi», reza uno de los stickers del grupo de telegram de ‘Keep Pushing F1’, versionando aquella niña que dijo en plena pandemia que era mejor llevar mascarilla que morirse. Quizá sea tiempo de cambiarlo por «peor es ser fan de Ferrari».

Cada fin de semana es un dolor defender el escudo del Cavallino Rampante. Parece que giran la ruleta para ver de qué manera se puede abochornar a sus fans, algo que otros años dolía menos porque no peleaban por ganar.

Es que en este 2022 ya son muchas oportunidades perdidas para ellos, especialmente para un Charles Leclerc al que ya se le ha bautizado como ‘Burbujita’ Leclerc por la enorme cantidad de veces que se ha autodescartado de una victoria que bien podía ser suya. Al menos deja radios divertidas, eso sí.

Carlos Sainz es la única buena noticia que se puede sacar de Paul Ricard entre los tifosi, porque ha demostrado una colosal capacidad de resiliencia, empezando por un sábado en el que realizó una labor de equipo perfecta para ayudar a la pole de un Leclerc que no supo aprovecharla.

Como Pelayo cuando salió de Asturias (y el resto es tierra conquistada), el madrileño sacó lo mejor de sí para convertir un 19º de parrilla en un 5º en la meta. Que podría haber sido un podio si la ciclotimia de la Scuderia no le hubiera atacado a él: mala parada en boxes, salida insegura y un frenazo de la ‘Alboneta‘ que casi provoca un susto. Sainz tuvo que remontar contra su mala suerte, sus rivales y su propio equipo.

Lo dicho: son un auténtico ‘meme’.

Verstappen sale de Francia con 63 puntos (¡¡63 puntos, por la madre de Wout van Aert!!) de ventaja sobre Leclerc. El que era gran candidato a principio de temporada se ha deshecho.

Mientras, los fans de Ferrari (entre los que me incluyo: periodismo de camiseta), aquí seguimos, con dolores de cuello y espalda como si nos hubieran dado latigazos. Voy a comprobar si tengo moratones…

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