El calentamiento global está derritiendo los casquetes polares, lo cual está provocando el desplazamiento de ciertas especies hacia zonas más aptas para ellas así como la adaptación a esta nueva situación climatológica. Precisamente, un equipo internacional de investigadores, que cuenta con financiación de la NASA y que lleva años estudiando a los osos polares, ha descubierto en el Ártico una población genéticamente distinta al resto (de hecho, es la población genéticamente más aislada de todo el planeta) y que vive en el sureste de Groenlandia. Lo más sorprendente es que estos animales sobreviven teniendo un acceso limitado al hielo marino y cazan focas en el agua dulce que va a parar al océano desde los glaciares, a diferencia de las demás especies de osos polares que viven en el Ártico. Pero a pesar de sus condiciones, a priori complicadas, los autores del estudio, que se ha publicado en la revista Science, son bastante optimistas respecto a su futuro.

«Para evaluar la situación de los osos polares en este territorio comenzamos pidiendo a los cazadores de la zona que nos mandasen un diente y la punta de la lengua de cada oso cazado. El diente, para calcular la edad y la lengua, para realizar análisis genéticos. Esas muestras las llevamos recibiendo desde 2011 y forman parte de los datos analizados en el estudio», explica Fernando Ugarte, biólogo del Greenland Institute of Natural Resources y uno de los autores del estudio. Así, aunque los cazadores ya sabían de la existencia de estos grupos de osos, ahora los científicos han podido confirmar que, en efecto, existen dos poblaciones separadas en el este de Groenlandia en lugar de solo una (de hecho, existen seis poblaciones y no cinco en el país y 20 en todo el mundo).

Una subpoblación más numerosa de lo que se esperaba

El segundo paso en la investigación consistió en preguntar a los cazadores sobre el clima, los animales y la cacería. «Ese estudio fue fundamental para confirmar que, en efecto, ha habido muchos cambios y para planear las fases siguientes de la evaluación. Los resultados de las entrevistas los publicamos en 2018», explica Ugarte. Tras ello, la siguiente fase del proyecto consistió en sedar a varios osos polares para tomarles muestras biológicas, marcarlos y colocarles collares radiotransmisores. Como explica el propio investigador, «la última parte de la investigación la haremos el próximo año. Consistirá en usar todos los datos de los collares y la información de los cazadores para hacer un censo aéreo y saber cuántos osos polares hay en la zona».

La tercera fase del proyecto consistió en sedar a varios osos polares para tomarles muestras biológicas, marcarlos y colocarles collares radiotransmisores.

Diferencias genéticas

Otra de las conclusiones del estudio es que la diferencia genética entre este grupo de osos polares y su vecino genético más cercano es mayor que la observada en cualquiera de las 19 poblaciones de osos polares conocidas en todo el mundo hasta la fecha. Así, su escasa diversidad genética indica que ha sido una población reducida durante todo el tiempo que ha estado aislada. Y es que, en realidad, a pesar de que los osos polares no tienen una diversidad genética muy amplia, esta tiende a aumentar cuando lo hace el tamaño de la población.

Los investigadores esperan en un futuro poder relacionar las diferencias genéticas características de este grupo, que lo distinguen de otros, con las adaptaciones funcionales a su entorno único. «A mi modo de ver, esta es la parte más importante del trabajo. Hay una población de osos polares no descrita anteriormente, que no se mezcla con otras poblaciones y que es genéticamente distinta, tiene una conducta diferente y algunos parámetros biológicos también distintos», concluye Ugarte.

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