David Rocaberti viajó por primera vez por encima del Círculo Polar Ártico en 2015. Una aventura más dentro de su trayectoria como fotógrafo profesional de publicidad de viajes. Lo que él no sabía en ese momento era que el Ártico le iba a cautivar. Era verano y la luz y los paisajes de Islandia le dejaron absorto. Pensó que si en esas condiciones benévolas las regiones árticas eran subyugantes, en pleno invierno deberían de ser un nirvana para un creador de instantáneas. Desde entonces ha vuelto cinco veces a Islandia, Noruega y Suecia, siempre por encima de esa raya imaginaria del Círculo Polar y en invierno. Viajes en los que ha aprendido a captar esas luces casi fantasmagóricas, a moverse por un territorio altamente civilizado pero hostil en esas condiciones, a proteger el equipo de las inclemencias del tiempo y, muy en especial, a meter en píxeles ese maravilloso y fugaz fenómeno meteorológico que son las auroras boreales, objeto de deseo de miles de viajeros que se desplazan a zonas árticas con la única intención de verlas, y que, si lo consiguen, se dan cuenta tarde de cuán difícil es captarlas con una cámara.

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