El Instituto Nacional de Migración (INM) localizó a 195 personas, procedentes en su mayoría de Centroamérica, en condiciones de hacinamiento, sin agua ni comida, en un hotel de Apodaca, en el Estado de Nuevo León, según difundió el organismo en un comunicado.

Entre ellos, se contaban 13 niños menores de edad que viajaban solos. Todos ellos están ya bajo custodia del Estado, que todavía no ha precisado dónde ni cómo se encuentran en estos momentos, ni si ha sido necesaria la hospitalización de alguno de los afectados.

Una denuncia a la Agencia Estatal de Investigaciones levantó la liebre. El INM, en un operativo conjunto con miembros de la Guardia Nacional y la Fiscalía General de Nuevo León, accedió al lugar y realizó una verificación de identidades. El resultado: 80 personas originarias de Honduras; 38 de El Salvador; 36 de Guatemala; 36 de Nicaragua; una de Cuba; una de Perú, y tres de República Dominicana. Honduras, Guatemala y El Salvador conforman una región conocida como el Triángulo Norte, de donde proceden un alto porcentaje de migrantes, debido a la violencia y la extrema pobreza del lugar.

Los perfiles eran variados, había casos de familias que viajaban juntas, así como de hombres y mujeres adultos que lo hacían por su cuenta, además de los 13 niños no acompañados.

La realidad de los migrantes a su paso por México está plagada de violencia y dificultades. Se enfrentan a ser desaparecidos, asaltados, asesinados, reclutados por el crimen organizado en contra de su voluntad o detenidos y apaleados por agentes migratorios, que tratan de contenerlos o deportarlos. Como el 8 de octubre, cuando 652 personas fueron también localizadas en el Estado de Tamaulipas, cruzando el país hacinadas a bordo de tres tráileres sin ventilación, de acuerdo con el INM. 349 eran menores de edad.

O a finales del mismo mes, el día que la Guardia Nacional abrió fuego contra una furgoneta en la que viajaban 13 personas procedentes de Cuba, Haití, Brasil y Ghana. Las balas mataron a dos cubanos e hirieron a otros cuatro pasajeros. “A Cristóbal [uno de los fallecidos] le metieron nueve balazos, lo acribillaron en medio de una lluvia de balas”, relató a este diario uno de los viajeros del vehículo, que también ha denunciado que después del tiroteo, los agentes colocaron un arma en el coche para justificar su manera de proceder.

La Guardia Nacional ha reconocido los disparos, pero asegura que los agentes solo actuaron por “el riesgo inminente a su integridad”.

Fuente: El País

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