Estoy estos días de viaje por La Rioja, coincidiendo con la vendimia, y puedo corroborar que esas cifras quizá hasta se queden cortas. Es octubre, días laborables, y los hoteles y restaurantes que visito están a tope, como si no hubiera un mañana. Da igual que sea lunes que martes, que el precio sea barato, medio o desorbitado: en La Rioja este fin de semana están completos todos los hoteles. Y el vino es la gran excusa (además de que se huele el fin de la pandemia y hay ganas, muchas ganas, de pasar página). Alguien pensará que el enoturismo es elitista, un capricho esnob y caro. Yo diría que es culto, elegante. Ya lo dijo Alejandro Dumas: «El vino es la bebida inteligente». Otro sabio añadió que la civilización acaba donde acaba la viña. Lo cierto es que hay visitas a bodegas para todos los precios, desde 8 euros a 200. Y el público que hace cola para una visita guiada es de lo más variopinto, para nada elitista.

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