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A base de malos resultados y decepciones, el Arsenal ha terminado adormeciendo a una afición que se ha acostumbrado a vivir resignada y en un permanente estado de depresión mientras echa la vista atrás añorando los éxitos de un pasado con lustre. El recuerdo se ha convertido en tormento para los fieles de un club al que se le resiste la Premier League desde 2004, el año en el que Arsene Wenger y el mítico Arsenal de ‘Los invencibles’ levantaron el título sin perder ni un solo partido, un hito que en Inglaterra solo había logrado el Preston North End en la primera edición de la liga (1880) y que ningún otro club tampoco ha conseguido repetir desde entonces.

 El brillo de esa hazaña sirve como consuelo al mirar el vacío del presente, una gesta de la que se sigue presumiendo con orgullo, pero también con nostalgia, en los pubs del barrio londinense de Holloway en los que se reúnen los hinchas de un equipo que en el inicio de esta temporada bate marcas negativas para mayor dolor su parroquia. El conjunto entrenado por Mikel Arteta ha llegado a este parón de selecciones como colista y sin poder estrenarse: ni un solo punto y ni un solo gol a pesar de que, un verano más, la inversión en refuerzos ha vuelto a ser millonaria. Casi 70 años después, los ‘gunners’, los que más han gastado este año en fichajes (166 millones de euros), vuelven a encadenar tres derrotas seguidas en el comienzo del campeonato, un puñal que se clava aún más en el corazón de la hinchada cuando ve al Tottenham, el eterno rival, al frente de la clasificación. La peor pesadilla.

Martin Odegaard, uno de los fichajes del Arsenal en el mercado de verano
Martin Odegaard, uno de los fichajes del Arsenal en el mercado de verano – AFP

Para un aficionado inglés, conquistar la Premier League resulta si cabe más atractivo que levantar una Champions, pero en el Arsenal no existen celebraciones con ese glamour desde que ‘Los invencibles’ esculpieran en 2004 una página para la historia del fútbol. El celebrado sin derrotas a lomos de un once irrepetible (Lehmann, Lauren, Campbell, Yaya Touré, Cole; Gilberto Silva, Vieira, Pires, Ljunberg, Bergkamp y Henry) aparece como el último título de liga (el decimotercero en su palmarés) de un equipo que desde aquel año solo ha cazado piezas menores para decorar sus vitrinas: dos FA Cup y dos Community Shield. Una gigantesca inversión en fichajes, 630 millones solo en los últimos cinco años, no ha logrado impulsar a un club que naufragó en operaciones como la del alemán Mesut Ozil, un equipo al que los aficionados rivales, especialmente los del Tottenham, han colgado burlonamente el calificado de ‘loser’(perdedor). Un conjunto venido a menos que este curso, por primera vez en los últimos 25 años, se ha quedado fuera de las competiciones europeas castigado por el octavo puesto en el que finalizó la pasada Premier League. El inicio de la nueva edición no ha invitado precisamente al optimismo, aunque es verdad que solo se han consumido las tres primeras jornadas y refuerzos como Ben White (58 millones de euros), Martin Odegaard (40) o Aaron Ramsdale (30) deben aportar un plus a la plantilla del español Arteta.

Numeros decepcionantes

Los números, sin embargo, no pueden resultar más decepcionantes en la temporada 2021-22, en la que el Brentford, el Chelsea y el Manchester City escaparon sin goles en contra. Por primera vez desde que adquiriera la denominación de Premier League (1992) y por cuarta vez en su historia, los londinenses han empezado el campeonato encadenando tres derrotas. Un fiasco que no se vivía desde las victorias de Newcastle, Everton y West Bromwich en 1954, hace ya 67 años.

Fundado en 1886, el Arsenal, que comenzó siendo el equipo de los trabajadores de una fábrica de municiones, dijo adiós en 2006 a buena parte de su esencia con la mudanza desde Highbury –la que era su casa desde 1913– al Emirates Stadium, donde los aficionados siguen aguardando pacientemente para poder celebrar la conquista de la liga que tanto se resiste. A la espera del título deseado, en los últimos años los hinchas ‘gunners’ se han visto obligados a conformarse con poder disfrutar del ‘St. Totteringham Day’, la jornada en la que los fanáticos festejan que su equipo se asegura matemáticamente quedar por delante del Tottenham en el campeonato. Una tradición que conArsene Wenger en el banquillo se convirtió en costumbre y que en las últimas temporadas ha terminado cayendo en el olvido porque la última vez que su rival quedó por detrás en la clasificación fue en 2016. Otra pesadilla.

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