El Barcelona se despidió de Lionel Messi. El máximo goleador en la historia de club (672) y el jugador que más veces ha vestido la camiseta del Barça (778) dejó el Camp Nou después de que la entidad azulgrana no encontrara la fórmula para encajar, en la descontrolada masa salarial del primer equipo, el nuevo contrato del argentino, que pactaron en julio el presidente Joan Laporta y el padre y representante del jugador, Jorge Messi. “Tenemos una institución que está por encima de todos, incluso del mejor jugador del mundo”, subrayó Laporta.

Después de un vínculo de 21 años y de un legado de 35 títulos, el Barcelona se prepara para vivir sin Messi. “Queríamos que la era pos-Messi arrancara dentro de dos años. No pudo ser. Hay que adelantar la fecha de inicio de esa nueva era. Estamos seguros de que será exitosa”, vaticinó el máximo dirigente.

Laporta se mostró optimista, pero antes recordó el pasado. Y lo hizo en reiteradas oportunidades. “Hay razones muy objetivas por las que no hemos podido cerrar el acuerdo: la situación económica. No tenemos margen salarial, lo hemos excedido. La gestión calamitosa de la junta anterior excedió el límite y no hemos tenido tiempo de revertir esta situación”, expuso el presidente azulgrana.

La masa salarial del primer equipo, que incluye sus sueldos más las amortizaciones, está al límite respecto de los ingresos previstos. “Sin Messi está en un 95%”, desveló. Además, el Barça presentará un balance con 487 millones de pérdidas —calculaban que serían de 350— y tiene una deuda de 1.173 millones.

La pasada campaña, el Barça gastó 506 millones en sueldos y amortizaciones. Y, para esta temporada, LaLiga cifró en 347 la cantidad de dinero que podía gastar el club en el primer equipo. “Para inscribir 25 millones en salarios tenemos que liberar 100. Eso son muchos jugadores.

La dirección deportiva está trabajando para reducirla, pero no es tan fácil”, afirmó Laporta. En el área económica y deportiva del Barça, en cualquier caso, conocían la dificultad para cuadrar el nuevo contrato.

Después de que Messi intentara abandonar el Barcelona la temporada pasada por sus diferencias con Josep Maria Bartomeu, Laporta se presentó como el candidato con la capacidad para convencer al rosarino de continuar su carrera en el club catalán. El presidente ganó las elecciones en marzo y en abril comenzó a negociar con Jorge Messi. “Leo había puesto facilidades en todo”, contó. En un primer momento, la propuesta del Barcelona era de un contrato de dos años a pagar en cinco.

La idea se truncó después de que los asesores del jugador y del club desaconsejaran la operación por posibles problemas tributarios y financieros. Entonces, se optó por realizar un contrato a cinco años. El jugador la aceptó. Y, en lugar de cobrar 138 millones al año, entre fijos y variables, iba a cobrar cerca de 350 millones en el global del vínculo.

Lo que representaba una rebaja de aproximadamente el 50% de su salario. “El acuerdo estaba cerrado. Hasta nos llegamos a dar la mano. Pero luego llegó el jarro de agua fría”, contó el presidente.

Conversaciones con La Liga

Mientras Laporta y el vicepresidente deportivo, Rafa Yuste, negociaban con los Messi, el director de fútbol, Mateu Alemany, y el director general, Ferran Reverter, conversaban con LaLiga para intentar encajar el pacto con el argentino dentro de los límites salariales. “Parecía que LaLiga iba a ampliar el fair play financiero. La Liga quería tener a Messi en la competición, pero hay clubes que quieren que se cumpla la normativa y es respetable”, explicó Laporta.

La patronal anunció un pacto con el fondo de inversión CVC que inyectaría 2.460,3 millones. El acuerdo correspondía a préstamos participativos a los clubes con un interés variable a 40 años. Por esta operación, el Barça recibiría 284 millones y podía utilizar el 15% para aumentar la masa salarial. ¿Una vía de salida? Laporta constató que dicho acuerdo “tampoco nos arreglaba el tema”. Ni así cuadraba Messi.

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