El cocinero Alberto Cruz y su esposa, María Cambeiro, ofician en una casona gallega en el concello de Mazaricos (A Coruña). Un paraje recoleto, rural y solitario cercano al monte Pindo, el denominado Olimpo Celta, próximo a la cascada de O Ézaro, epicentro de antiguas leyendas. Su restaurante Landua lo inauguraron de forma silenciosa a principios del pasado mes de julio, dando continuidad a su anterior local junto al embalse de Santa Uxía, clausurado tres años antes. Enclave bucólico, situado en un territorio virgen donde ambos se reparten los papeles: Cambeiro atiende el coqueto comedor para 16 comensales en el que Cruz saca a relucir las esencias de su cocina. Platos sencillos, para los que se vale de ingredientes de proximidad y resuelve con técnicas actuales.

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