Solo los mayores de 75 años tienen derecho a una vacuna contra la covid-19 en Paraguay. Sin embargo, la senadora del conservador Partido Colorado, Mirta Gusinsky (73 años) se vacunó el pasado 20 de abril. Gusinsky lo negó a la prensa, antes de ser cazada por el ministerio de Salud con un documento de vacunación que lleva su firma. Le acompañan en el escándalo otras 500 personas, todas sospechosas de haberse saltado la fila.

El escándalo ha tenido un gran impacto en Paraguay. Las camas de terapia intensiva llevan semanas llenas y el país alcanzó recientemente la cifra récord de 100 muertes por día. En los hospitales públicos, incluso los más equipados, la mayoría de los pacientes no tienen ni cama donde tumbarse y son asistidos con oxígeno sentados en sillones y sillas. Las carpas y filas de familiares esperando fuera de los hospitales no dejan de aumentar. Acceder a un centro privado es prohibitivo: piden depósitos previos de 5.000 dólares.

“Estoy con mucha bronca y una mezcla de sentimientos negativos, pero vamos a seguir como se pueda”, expresó el lunes el ministro de Salud paraguayo, Julio Borba, el segundo titular de la cartera desde el comienzo de la pandemia, tras las dimisiones provocadas por las protestas de marzo pasado, que pusieron en jaque hasta al presidente, Mario Abdo Benítez.

Las vacunas prometidas por el Gobierno y por la OMS aún no llegan. Paraguay tiene una de las tasas de vacunación más bajas de la región y del mundo. Hasta ahora solo ha recibido unas 300.000 vacunas y administrado unas 120.000 entre sus siete millones de habitantes.

Entre los vacunados sin derecho hay exgobernadores, exdiputados y hasta un exfiscal del Estado. La lista fue difundida bajo el título ¿Más vacunaciones VIP? en redes sociales por Valentín Sánchez, un informático paraguayo que accedió, ordenó y compartió los datos públicos que brinda el Ministerio de Salud.

Gusinsky recibió la primera dosis de la vacuna en su propia casa y para ello debió autorizarlo el director de la región sanitaria correspondiente, Robert Núñez, y otros cargos medios. Entre sus excusas, la senadora lamentó tener caducada la visa a Estados Unidos, donde muchos empresarios paraguayos viajan para vacunarse. El caso no es el primero, pero sí el más escandaloso. Gusinsky tuvo que dimitir a su banca en el Senado, una anomalía en el poder legislativo paraguayo.

El martes. el Ejecutivo paraguayo respondió presentando un Proyecto de Ley de Emergencia Sanitaria que incluye un capítulo que “castiga la vacunación irregular y el hurto de medicamentos e insumos durante la pandemia”. Tiene en carpeta otro proyecto para hacerse cargo de los gastos de las personas que llegan a las unidades de cuidados intensivos y también de algunos medicamentos que hasta ahora tenían que comprarse en farmacias o de contrabando.

El registro de contagios por la covid-19 sumó el 3 de mayo 1.910 positivos y 81 fallecidos, hasta alcanzar las 6.653 víctimas. Las muertes relacionadas con la covid-19 están empatando a las vinculadas a enfermedades del corazón, la primera causa de muerte en el país. Al menos 40 médicos y 35 enfermeros de Paraguay han muerto por la exposición al Covid-19 en el último año y la tasa de mortalidad está entre las seis más altas de América del Sur.

“Mis peores pesadillas se están cumpliendo ahora. Salas que son para clínica médica, para pacientes polivalentes, ahora están llenas de pacientes respiratorios con covid y los que tienen otras patologías están siendo desplazados”, cuenta Carlos Gómez, médico de terapia intensiva del Hospital de Clínicas, uno de los centros públicos más importantes del país.

Hace un año, Paraguay estaba entre los mejores países en el índice de contagio, cuenta el médico, “pero actualmente la situación se ha vuelto caótica. No llegaron las vacunas a tiempo”.

Paraguay tomó las medidas adecuadas al comienzo de la pandemia, pero su cercanía y dependencia económica con Brasil lo mantiene en riesgo. Así lo explica a Guillermo Sequera, epidemiólogo y director de Vigilancia de la Salud del gobierno paraguayo: “Paraguay no es justamente una isla. Es el país más metido dentro del Brasil o más metido dentro de Sao Paulo, donde explotó la bomba atómica de la covid en Sudamérica”.

Fuente: El Pais.

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